Capítulo 17

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- ¡Daryon! ¿Qué has hecho?

- Así está calladito Diana y no nos dá más la lata.

- La puerta por la que entramos está cerrada - anuncia Ham

- Pues hay que seguir caminando - digo acercándome al dragón.

- ¿No te da miedo? - sigue hablando Ham.

Ignorando su pregunta, me acerco a la jaula, está rota, pero aún no ha salido de ella.

- Se llama Bill - anuncio - lo pone en la jaula.

- Diana, ten cuidado - me advierte Daryon.

- Parece bueno. ¿Quién encerraría a un animal tan grande aquí?

Daryon camina alerta, con los músculos tensos y la mirada atenta a cualquier movimiento.

El dragón levanta un poco más la cabeza y observa de una forma que no me gusta nada a Daryon.

- Daryon, guarda la espada - le ordeno.

- ¿Qué?

- Bill está tenso porque tienes la espada en la mano. Y tú también Ham, guárdala.

Daryon obedece de mala gana.

Bill sale despacio de la jaula y se acerca a mí. Baja su cabeza hasta llegar a la altura de la mía. Veo sus enormes dientes y siento su desagradable aliento en la cara.

Me mira fijamente. ¿Querrá comerme?

Yo acerco mi mano a su hocizo y toco sus ásperas escamas. Él cierra los ojos igual que hace Nieve cuando la acaricio.

- ¿Me das la llave? - le pregunto despacio, sin hacer ningún movimiento que lo moleste.

En el momento en el que Bill se acerca para que pueda coger el colgante que cuelga de su cuello, Branko se levanta y le lanza una flecha, dándole en una pata.

Un rugido ensordecedor sale de la boca del dragón junto con fuego.

Branko se aparta a un lado para no quemarse, pero Bill camina con paso decisivo hacia él.

- ¡No, no, para! - le pido al dragón, aunque no sé si me entiende.

Daryon se coloca en su camino con la espada en la mano, pero no sirve de nada, porque lo aparta con su larga y fuerte cola y lo empuja contra el suelo.

Me acerco a él y lo ayudo a levantarse. Se le ha caído el casco y tiene una pequeña herida en la cara.

Con sus enormes garras, esta criatura en la que pocas personas creen, agarra a Branko, lo levanta unos metros y abre la boca.

Branko grita.

¿Qué hago?

Y sin pensarlo, empiezo a cantar.

La verdad es que no se me da mal. Abby, mi vecina siempre cantaba por las mañanas mientras recogía las frutas y verduras. Yo le ayudaba y me gustaba oírla. Paró de cantar hace unos dos años y medio por la muerte de su marido, pero recuerdo perfectamente la melodía de mi canción favorita.

Bill me mira y poco a poco, va soltando a Branko y acercándose a mí.

Ham permanece inmóvil y Daryon a mi lado.

El dragón vuelve a bajar la cabeza, esta vez como haciendo una reverencia. Yo cogo despacio el colgante de la llave.

A continuación, hecha fuego por la boca y hace que la puerta por la que entramos se abra.

Ham y Branko salen corriendo, dando tropezones.

Daryon y yo acariciamos al dragón.

- Gracias, Bill.

Y se va, se ha esfumado, ha desaparecido.

Yo miro a Daryon y él me abraza diciendo:

- Eres tú la elegida para hacer esto, es increíble cómo sales de estas situaciones. Imagínate que vengo con Branko y Ham solo, estaríamos los tres muertos. Por cierto, cantas genial.

- Bueno... - le sonrío.

Al salir, la puerta del dragón desaparece, dejando solo más pared a la vista.

Descansamos un poco sentados en el suelo.

No aguanto más esta armadura. Por debajo llevo ropa normal, así que me la saco. Bueno, voy vestida como un chico, porque los vestidos son incómodos.

- ¡Eh Branko! ¿No le vas a decir nada a Diana? Te ha salvado la vida. Si fuera yo, te dejaría en la boca del dragón - le habla Daryon.

- Em..., sí, supongo que gracias. Admito que soy un cobarde.

- Vale, ahora hay que ir a la puerta de la copa, tiene una cerradura que abriré con esta llave - la enseño - ¿vosotros dos os quedáis?

Branko y Ham se miran, pensando la respuesta.

- Yo quiero ir, no os dejaré a vosotros la Copa.

- Lo que yo te decía Diana, tenías que dejarlo morir.

- Nuestros padres digeron un descendiente de cada familia, si salís de aquí sin mí, vais a tener problemas con Batenjay.

- No creo que nadie te echara de menos.

Mientras Branko y Daryon discuten, yo examino las otras puertas. ¿Por qué hay que ir ahora por la Copa? Si está ahí dentro, ¿para qué sirven las otras entradas?

- Bueno, vosotros haced lo que queráis, yo voy a entrar aquí - anuncio.

- Espera, espera que yo voy contigo - Daryon se acerca a mí - ¿Vas a ir sin armadura? - asiento - Es peligroso.

Haciéndole caso omiso, introduzco la llave en la cerradura, al momento, esta desaparece entre mis manos, y la puerta se abre.

Detrás de nosotros vienen Branko y Ham.

Y para nuestra sorpresa, la Copa está ahí, delante de nuestros ojos, grande, dorada y brillante, con un dibujo de una espada plateada.

Escondida bajo armaduraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora