Besos robados.

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Daniel se quedó en silencio, aún no podía creer lo que estaba pasando, estaba paralizado, no era posible, Helena sentía lo mismo que él.

- Tierra llamando a Daniel. -Dijo Helena riendo.

- ¿Ah?

- ¡Estoy enamorada de ti! -Gritó.

Daniel en un impulso se acercó rápidamente a Helena y la besó, la tomó de la cintura y la pegó a su cuerpo sin separar sus labios, ella sólo Se limitaba a colocar sus manos en el cuello Daniel y darle pequeños jaloncitos a su cabello.

Daniel le mordió el labio.

- ¡Auch! - Dijo Helena separando sus labios de los del chico.

- ¿Te dolió? - Sonrió pícaro.

- Es un dolor gratificante. -Sonrió y rozó  su nariz con la de Daniel.

El inmediatamente continuó besándola; luego de unos minutos llenos de besos, Daniel la cargó de frente y Helena no tuvo más remedio que rodear la cintura del chico con sus piernas.

-¿Qué haces? –Preguntó Helena un poco corta de respiración.

-El amor. –Sonrió Daniel pícaro.

-Genial. Te estabas demorando…Eres como el resto. –Respondió de mala gana.

-¿Qué?

-Todos los chicos solo quieren sexo.

Daniel empezó a reír a carcajadas con la chica aún en sus brazos. –A eso no me refería, boba. –Sonrió burlón. –Yo te estaba despertando el amor que sientes por mí, no buscando sexo.

-Lo siento. –Balbuceó. –No soy buena en esto del amor.

Daniel sonrió  y volvió a besar a su chica, la llevó hasta la cocina y la sentó en el mesón para seguir besándola.

-Me gusta. –Dijo Daniel mientras se le dificultaba el respirar.

Helena sonrió y lo atrajo más hacia ella, eliminando los pocos centímetros que los separaban. Daniel metió una de sus manos en la blusa de Helena acariciando su cintura dulcemente, lo que le permitía explorar su perfecta figura. Así continuó el por varios minutos, hasta que ella empezó a sentir una corriente por todo su cuerpo y sabía que si no paraba esto ahora, iban a terminar en la cama.

-Daniel, para…Creo que debemos parar si no quere... –Daniel la interrumpió.

-Entiendo.

-Gracias.

Daniel la ayudó a bajar del mesón y la cargó hasta la sala y la sentó en el sofá.

-Me encanta tu cabello. –Dijo Daniel mientras le acariciaba el cabello a la chica.

-¿Si?

-Sí. –Sonrió y le acarició la mejilla a Dani.

Luego de unos minutos de silencio para nada incómodos, Daniel decidió romper los miedos que lo ataban.

-Helena, ¿sabes? Con todo mi amor pienso hacer que te recuperes de todo, tu bulimia, tus cortes, todo; mi amor, te ayudaré a salir adelante, porque en este tiempo he aprendido a amarte.

-¿Amarme? –Enarcó ambas cejas.

-Sí, Helena te amo.

-Creo que vas muy rápido, Daniel.

-¿A qué te refieres? –Se enojó un poco.

-A que no puedes amarme, apenas y te conozco.

-Helena, yo te amo, de verdad que lo hago, yo daría mi vida a cambio de la tuya.

-¡Cállate! –Gritó. –No tienes ni idea de lo que estás diciendo, no lo repitas, no quiero otra muerte encima.

-Helena…Perdóname, no quise…

-Está bien, ¿Dices que me amas?

-Sí.

-Vale, luego veremos si es cierto, por el momento quiero que te vayas de mi casa.

-¿Qué?

-Lo que oíste, vete. –Se levantó del sofá camino hacia la puerta, la abrió esperando a que el chico saliera.

-¿Es en serio?

-Sí.

-Buenas noches, Helena.

-Buenas noches, Daniel.

El amor salva vidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora