Let him go.

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Ya era hora de iniciar las clases. Helena iba camino a su clase de literatura. Iba con unos jeans ajustados y una blusa un poco holgada.

Estaba a punto de entrar al salón  cuando sintió un jalón en su brazo.

—Tenemos que hablar —Dijo Daniel con un tono serio, parecía enojado por algo, pero al parecer Elena no tenía idea del por qué, o simplemente lo ignoraba.

—Claro, dime —Dijo con mucha calma, como si la tarde anterior no hubiese existido.

Daniel la agarró de la muñeca y la jaló hasta el cuartito de aseo y la encerró junto con él.

—¿Qué haces? —Le preguntó Helena algo desconcertada.

—Vas a hablar conmigo quieras o no.

—Está bien, anda, dime.

—Estás jugando conmigo, ¿No es así? —La miró a los ojos, se podría decir que a punto de llorar.

—No vayas a llorar por favor —Lo dijo en tono seco.

—Bien...Ahora háblame con la verdad de una maldita vez.

—Sí, sólo juego contigo, no estoy enamorada de ti, de ninguna manera, sólo te uso como juguete, para distraerme cuando estoy aburrida, pero, ¿Sabes? ya no me sirves para nada.

Daniel no contestó, las palabras de Helena hicieron que su corazón se encogiera  lleno de dolor. Muchas lágrimas cayeron del rostro de Daniel, no dijo ni una sola palabra, abrió la puerta y salió del cuartito sin decir absolutamente nada.

Helena por su parte se quedó allí adentro, y al instante en el que Dani salió, se tiró en el suelo y comenzó a llorar, puso sus manos en su rostro y lloró sin lograr calmarse.

—Yo no juego contigo...Yo te amo —Sé Susurró a sí misma. —Y es porque te amo, Daniel, qué tengo que alejarte de mi, soy un desastre, en cambio tu eres un ser maravilloso que merece cosas mejores en la vida y yo soy una de las peores.

Él resto del día se evitaron por completo. Helena llegó a su casa luego de tan largo día. Comió unas tostadas con mermelada que no demoró en vomitar.

Realmente quería hacer algo muy estúpido, pero había algo, o más bien alguien que no dejaba qué lo hiciera, así que pensó en llamar a su única amiga. Agarró el teléfono y comenzó marcar.

Helena: ¿Hola?

Clarise: Hey —Se escuchó al otro lado de la línea. —No me llamas hace tiempo.

Helena: Discúlpame por eso. ¿Puedes venir?

Clarise: Claro, dame media hora.

Al terminarse la llamada, Helena se tiró en el sofá a esperar a que Clarise, su única amiga llegara a su rescate.

Al al oír tocar el timbre fue y abrió la puerta instantáneamente y vio a su amiga con una gran sonrisa, esta al ver los ojos un poco llorosos de Helena decidió o más bien se dio cuenta de qué no estaba bien, así que sin pensarlo le dió un fuerte abrazo.

—¿Estas bien? —Le preguntó Clarise muy preocupada. —Cuentame.

—Es un chico.

—¿Te enamoraste? —Preguntó sonriente.

—Sí... —Susurró.

—Eso es excelente, Hele, podrías ser feliz.

—Lo mandé al diablo.

—¡¿Qué?! —Preguntó desconcertada. —¿Por qué?

—Porque lo amo —Suspiró. —Y es porque lo amo que no quiero hacerle daño.

—¡Helena! No seas tonta, aprende a superar, mereces conocer el amor, lo mereces.

—¿Tú crees?

—Estoy segura. Anda, envíale un texto.

—Bien —Agarró su celular y comenzó a escribir.

Helena: Dani...

Pasaron cinco minutos sin obtener una respuesta hasta que su celular vibró y era un mensaje de texto.

Daniel: ¿Qué? ¿Necesitas una distracción? Lo siento, este juguete tiene planes.

Helena: ¿Qué clase de planes?

Daniel: ¿Te importa? ;)

Helena: Sí, me importa, porfavor, tenemos que hablar.

Daniel: Será en otra ocasión. Rachel me ha invitado a salir.

Helena: Ah, suerte.

Daniel: Gracias ;)

—¿Qué ha dicho? —Preguntó Clarise sin obtener una respuesta.

Helena se tiró a llorar en los brazos de su amiga, y está le acarició el cabello hasta que se quedó dormida. Clarise no tuvo más remedio que quedarse con Helena toda la noche.

El amor salva vidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora