N/A: Antes de comenzar, una disculpa por el atraso ;-;
En cuanto pueda repondré los días faltantes ❤️ pero la Universidad me está dejando sin tiempo T-T————————
Se abrazó a sí mismo para protegerse del frío nocturno.
Acababa de salir de la base de los Guerreros de la Esperanza, dejó a los niños durmiendo en sus respectivas camas después de haberles servido chocolate caliente y contado una historia. Cuando llegó a la ciudad Towa no había pensado que se convertiría en el niñero de aquel peculiar grupo de pequeños, pero conforme pasaban los días más se acostumbraba a su nuevo rol, y menos tiempo libre tenía... tiempo libre que bien podía estar ocupando con aquel hombre de cabello negro y ojos rojos que lo hacían sentir tanto calor por dentro.Suspiró mientras frotaba sus brazos para darse calor; había pasado bastante desde la última vez que se había encontrado con ese hombre, desde que en busca de aliviar su soledad y el aburrimiento de él se había dejado hacer y deshacer en la habitación de un motel en ruinas, y habían planeado su próximo encuentro entre besos y caricias posteriores al sexo.
Mordió su labio inferior al recordar la forma en la que lo había tomado por el cabello y le había susurrado el lugar y hora en el que se encontrarían, casi podía sentir su aliento cálido en su oído, haciéndolo estremecer y sonrojar.Llegó con anticipación al sitio donde se verían: era un callejón sin salida y sin iluminación, donde el mayor atractivo eran un par de contenedores de basura abollados y algunos dibujos que habían dejado los niños Monokuma. Miró a todas partes asegurándose de que ninguno estuviera rondando por ahí, y comenzó a quitarse su saco con lentitud dejando que el aire erizara su piel.
Se encontraba de espaldas a la entrada del callejón doblando su saco con cuidado cuando sintió dos manos tomándolo por la cintura repentinamente. El contacto tan brusco lo hizo jadear con sorpresa, su cuerpo entero se puso rígido y sintió el impulso de darse la vuelta, pero la persona que lo estaba sosteniendo lo empujó contra el contenedor de basura y no lo dejó moverse.
Aquella persona no tardó en bajarle los pantalones con fuerza, no estaba usando ropa interior por lo que de inmediato sintió cómo el frío golpeaba su trasero expuesto; juntó las piernas intentando cubrir sus partes privadas lo más que pudo, pero su su esfuerzo fue en vano cuando una mano se alejó de su cintura para tomar su pierna bruscamente y despegarla de la otra. La otra mano, que antes sostenía su cintura de tal forma que estaba convencido de que le dejaría moretones, pasó a rodear su muñeca derecha con el mismo agarre intenso.
Sintió tela deslizándose contra su trasero, una y otra vez arriba y abajo de manera casi violenta. Apoyó la mejilla en la tapa del basurero intentando mantener la compostura, pero sus pensamientos perdieron toda coherencia en cuanto sus oídos captaron el inconfundible sonido de una cremallera abriéndose, y sintió algo cálido y grande hacerse espacio entre sus nalgas.
—¡Aaaah! —Un grito agudo abandonó sus labios cuando sintió la repentina intromisión en su cuerpo. Por supuesto, había pasado considerables minutos metiendo sus dedos en lo profundo de su interior antes de salir, pero sus falanges delgadas no se comparaban en nada con el volumen de aquel miembro viril.
Pequeñas lágrimas le comenzaban a provocar ardor en los ojos, y de su lengua escurría una delgada línea de saliva. Intentó voltear la cabeza para ver a la persona que lo estaba sometiendo de tal forma, pero no logró girarse del todo antes de que su cabeza fuera estampada bruscamente contra el frío metal; dejó salir un gemido sin saber si era debido al dolor o al placer, podía sentir su propio pene erecto golpeando contra su estómago bajo con cada embestida. Aquella persona lo tenía total y completamente a su merced, con cada movimiento de su miembro lo hacía ver estrellas y al mismo tiempo boquear por el ardor en su interior, no quería siquiera pensar en cómo se las apañaría para regresar con los guerreros, pero ya anhelaba poder recostarse en su cama y tomar una ducha en la mañana.
En un punto, entre la sensación de estarse ahogando y estar recibiendo tal cantidad de placer, sus manos desesperadas se cerraron hasta que sus uñas comenzaron a dejar marcas en la base de sus palmas, ansioso ante la posibilidad de que aquello terminara hizo lo posible por retrasar su orgasmo.
Logró resistir un par de minutos, pero después la sensación de éxtasis fue demasiado intensa para su endeble cuerpo y acabó por sucumbir a la presión en su próstata. Terminó con un grito ahogado, con el rostro sucio de lágrimas y saliva y con toda su complexión temblando y retorciéndose; algunas palabras a medio formar salieron de su boca pero no logró articular ninguna oración con sentido antes de que fuera empujado fuertemente hacia adelante y sintiera cómo su cavidad anal se llenaba de aquella sustancia pegajosa a la que ya estaba bien acostumbrado.
Aquella persona salió con lentitud de su interior, soltó un gemido lastimero cuando se sintió vacío, y el semen no tardó en escurrir por sus piernas haciéndolo protestar en voz baja. El sujeto lo ayudó a subir sus pantalones sin preocuparse por dejarlo limpio antes, pero él se encontraba demasiado en las nubes como para poder preocuparse.
—Kamukura-kun... —ronroneó volteando a ver aquellos ojos carmesí una vez el azabache dejó de mantenerlo inmóvil— Izzy...
—Creí que simulábamos no conocernos. —Kamukura lo ayudó a ponerse de pie, y lo atrapó en sus brazos cuando sus piernas flaquearon y comenzó a caerse.
—Sería grosero de mi parte no saludarte —besó su mejilla con delicadeza, dejándose cargar por el azabache al estilo nupcial. Estaba demasiado cansado como para protestar, de todas formas—. Llévame a casa, Izzy.