Némesis. Capítulo 14

24 3 0
                                    



Llevaban cabalgando a galope tendido más de tres días sin apenas descanso con el fin de llegar lo antes posible al portal del Bosque Verde. Se internaron en lo más profundo del bosque, hasta llegar a una especie de gruta de la cual manaba una fuente subterránea que caía en cascada por la pared de piedra. Un pequeño lago se formaba conforme el agua caía. Era el agua más pura y cristalina que Lena había visto nunca. El techo se prolongaba hacia arriba, formando una especie de chimenea de unos diez metros de alto. Al final de la chimenea había un enorme agujero que dejaba entrar la luz del sol e iluminaba el estanque, produciendo pequeños destellos dorados.


—¿Dónde está el portal? —preguntó Lena, mirando impresionada el manantial.


—Este es el portal —respondió Kher.


—El lugar es bonito pero sinceramente no sé dónde va a abrirse un portal en un sitio como este.


—Espera y verás.


Turs se puso delante del estanque y dijo una serie de palabras en antigua lengua élfica. Un temblor invadió la gruta y las aguas le siguieron el ritmo. El lago se abrió y una plataforma se elevó del fondo del estanque y se instaló en la superficie, dando la forma de un pasillo de piedra que llegaba hasta la pared de roca de la que caía el agua. Ésta ya no estaba y en su lugar había una enorme puerta en forma de arco y al otro lado, solo oscuridad. Day pasó primero, seguido de Nyel y Gala. Luego pasó Kher, que llevaba a Cris cogida de la mano. Turs miró a Lena y le ofreció su mano, Lena la aceptó y se adentraron en el oscuro agujero.



—¿Por qué está tan oscuro? —preguntó Lena.


—Porque desde aquí vamos a parar a otra gruta oculta. Los portales nunca están a la vista de la gente.


Lena asintió con la cabeza. Cuando todos estuvieron dentro de la gruta la puerta se cerró y con ella la poca luz que hasta entonces les había iluminado el camino. Turs apretó más a Lena contra sí.


—Yo te guiaré.


Segundos después salían por el enorme tronco de un árbol que debía de tener al menos trescientos años. Los demás ya estaban fuera cuando salieron al aire libre.


—¿Y cómo se cierran los portales?


—Eso es sencillo —respondió Turs—, Day y yo somos los únicos que po- demos abrirlos, además de Arana. Una vez abiertos los cerramos mentalmente; es una manera de proteger el portal para que nadie entre.


—¡Vaya! —dijo Lena—, lo tenéis todo pensado.


—Nuestra mayor prioridad son los portales, Lena.


—¡Lo tengo! —exclamó Day, sobresaltando al grupo.


Day observaba una especie de colgante que brillaba con una intensa luz dorada.


NémesisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora