Lena se despertó sobresaltada por unos pequeños ruidos. Abrió los ojos y vio a Cris sentada en una de las sillas de la barra, zampándose un tazón de cereales enorme.
—¿Qué narices haces a estas horas aquí?
—Yo podría preguntarte lo mismo. ¿Qué estás haciendo durmiendo en el sofá en puesto de en la cama con tu estupendo macizorro?
Lena puso mala cara.
—No quiero hablar de eso. ¿Qué hora es?
—Las siete de la mañana.
—Necesito un café.
—Eso está hecho, pero ya que estamos solas, ¿por qué no vamos a comprar unos bombones glaseados? Necesito uno de esos.
—No me digas Cris, ¿eso es un antojo?
—Mucho me temo que sí.
Lena suspiró con resignación.
—Bueno, no quiero que mi ahijado salga con una mancha en la frente porque su madrina no quiso llevar a la pesada de su madre a comprar bombones glaseados.
—Las llaves del coche están aquí —dijo Cris sonriendo de oreja a oreja—. Veo que estás de muy buen humor esta mañana.
—Ya lo tenías más que pensado, ¿verdad?
Cris sonrió y se encaminó hacia la puerta de la calle. Lena la siguió cogiendo su chaqueta por el camino.
—¿Y sabe tu querido esposo que te vas?
Cris hizo un aspaviento con la mano.
—No te preocupes, está controlado.
—¿Por qué me da la sensación de que no le has dicho nada?
—Bueno, de vez en cuando hay que recordarles a estos elfos que no son nuestros dueños.
Lena arrancó el motor del coche.
—¡Vaya! Parece que no soy la única que está mosqueada. ¡Malditos elfos posesivos! ¿Qué les meterán en la cabeza de pequeños para que de mayores sean así?
—Bueno, es Kher quien tiene el problema, no yo. Él no es mi dueño.
—¿Problemas en el paraíso?
—Digamos que estamos teniendo una crisis de identidad y Kher es el que anda un poco perdido.
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Némesis
RomantikUn bosque, un misterio, dos mundos... La vida de Lena no ha sido fácil. La muerte de su madre cuando era pequeña y la posterior desaparición de su padre, han hecho de ella una chica distante y desconfiada, pero nada le impide seguir teniendo esperan...