[ H a l ] II

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Hal estaba tan emocionado por ser parte de un proyecto profesional como este. 

Para ser su 4° año en cinematografía y dirección todo le seguía encantando como la primera vez, las luces, el cambio de escenas, la fotografía, la estética de cada proyecto del que era partícipe. Le apasionaba lo que hacía, era más que sólo decirle a los actores qué hacer sino darles ese "respiro de vida" como le gustaba llamarle, el hecho de que pudiera comandar las acciones de dicho personaje era indescriptible para él en varios sentidos. 

Le apasionaba verdaderamente el mundo del cine, era su vocación y todos los que le veían trabajar lo sabían, no fue sorpresa cuando fue elegido para trabajar con uno de los directores más reconocidos de su universidad y del mundo de la cinematografía, mas que para él. 

Aún así, apenas estaba empezando, no tenía experiencia y todos sus sueños estaban sobre arena movediza, él sabía que todo eso se podría desmoronar tarde o temprano, así que el hecho que Moore, su profesor favorito lo haya elegido personalmente para ayudarlo durante su nuevo proyecto fue como si le dieran un salvavidas. 
Y él le estaría eternamente agradecido. 

La vida de Hal se podía definir como "cine" y "moderados niveles de alcohol", porque así como le gustaba el cine, le gustaba salir de fiesta. Normalmente él era el prudente de entre su grupo de amigos pero había ocasiones donde dejaba de ser él y se volvía esta sub-persona que habitaba en lo recóndito de sí. Él podía controlarlo, cual personaje de su película pero no sabía realmente como esconderlo para siempre. 

Claro que, a nadie de esto le importaba, sólo sus amigos realmente cercanos podían darse cuenta que esto le preocupaba en sobre medida, pero no decían nada ¿para qué? Todavía no es el tiempo.  

Días antes había tenido una reunión con todo el equipo de producción, del que ya era parte, y conoció a la mayoría de personas que estaban ahí, algunos eran alumnos del otro grupo y del suyo, entre ellos su mejor amigo. 
Jesse Hardy había estado tan unido a él que se habían convertido en roomies hacía ya tres años, después de que Hal se instalara totalmente en la ciudad.  En realidad, él vivía en una pequeña región de Auvernia, en Francia. Se fue de ahí porque era demasiado pequeño para él, y porque en un secreto a voces le habían roto el corazón tan profundamente que ese día todos lo oyeron romperse. 

Esa mañana hizo una maleta con todos sus miedos y demonios y los empacó con destino a su nueva vida, que empezaba en Brujas, donde sería su primer destino. Esto le calmó un poco porque él era un francés nativo y no estaría tan mal en, al menos, un idioma y, por lo tanto, en el trabajo. 

Que estuviera Jesse en el equipo era más que un plus, no es que Hal dijera mucho lo que siente 24/7 pero se sabía que era de esos chicos sentimentales con ojos de ensueño.
Muchas veces lo comparaban con Alain Delon, y él solo se ruborizaba y negaba repetidamente. 

La verdad es que un cuarto de la población estudiantil femenina estaba enamorada en secreto de él, incluida profesoras. Fue imagen de la escuela dos años seguidos pero cuando se le preguntaba sobre eso, era totalmente modesto y decía que solo era un favor para la institución que lo acogió. 
Se pensaba que era gay porque no tenía una novia oficial en tanto tiempo, pero todos sabían que tenía muchas "amigas" que contaban sus lunares de vez en cuando, nadie decía nada. Pero no me malentiendan, él no era un fuckboy, ni tampoco se le parecía.


Aunque todos sabían que tenía una debilidad por las rubias. 

Una vez estando en el aeropuerto, haciendo fila con los demás integrantes del equipo, sonrió para sí mismo y le dijo adiós a la ciudad que lo cobijó cuando más triste se sentía, cuando más solo estaba. 
A pesar de que él asistió por un tiempo a una escuela totalmente ajena a la de su mentor, tenía muy buenos recuerdos de Ciudad Universitaria, de Conneticut en general. Las fiestas, la comida, el ambiente, las personas... Todo en su momento fue algo nuevo para él, y después se transformaba en la pesada costumbre que tanto le agobiaba. Por eso, el hecho de que le ofrecieran este proyecto fue su salvavidas existencial. 
Quizá estaba destinado para cosas enormes que apenas empezaban. 


Al final de esa enorme fila, se encontraba Dorian, hecha un desastre, un manojo de emociones, de sentimientos. Abrazaba fuertemente a su querido hermano Jean, quien cumplió su palabra de acompañarla al aeropuerto y después envolvió en sus brazos a su casi hermana Lana. No podía ser más afortunada, pensaba. Estaba rodeada (parcialmente) de personas que la apreciaban y creían en ella. 
Por otro lado, su cabeza estaba donde su madre. Distante, fría... Dorian se iría a miles de kilómetros alejada y a la vez se sentía sola en cierto aspecto. Esa mañana temprano hizo videollamada con sus hermanitos, les dijo que los quería mucho y les traería muchos recuerdos de cuando volviera. Hicieron bromas sobre el nombre de la ciudad a donde se dirigía Dorian y colgaron felices, no derramaron ni una lágrima, cosa que la tranquilizó mucho.  

Dieron la última llamada a su vuelo y cogió sus maletas, les dio un último abrazo e hizo fila.




—Hey, Hal, escucha. 
—Deja de molestar.— Hal estaba de pie detrás de dos personas que esperaban su turno para entregar el pasaporte. 
—Hal, escúchame, ¿Viste esa chica de cabello rosa? Hal, creo que me enamoré. Siento que si no consigo su número moriré de amor.— Su amigo tomó su pecho exageradamente y fingió desmayarse. 
—Jesse, ¿puedes calmarte? Estamos en un lugar público. Lo único que harás es ahuyentar a la chica que ni siquiera te mira. 


Jesse echó una mirada hacía donde estaba la desconocida rosada y suspiró, de verdad había sido flechado por ella, aunque su amigo no lo entendiera. Observó detalladamente hacia donde se dirigía, con un poco de suerte, quién sabe, quizá hasta iría en el mismo vuelo. Vio que abrazaba a una castaña y a un rubio, cruzó los dedos esperando que realmente fuera como deseaba pero su decepción fue tal cuando descubrió que sólo estaban despidiendo a la chica de ojos grandes. Espera, ¿esa no era...?
—Hey, Hal... ¿Esa no es la protagonista? 
—¿Quién?— su mejor amigo poca atención prestaba, estaba impaciente por estar dentro del avión, puesto que los vuelos lo ponían un tanto inquieto. 
—La de la película, tonto. La que tiene un nombre de chico. 
—No sé de quién me hablas.— Y nuevamente se giró, para ver de quién hablaba. ¿Conocía a la chica de algún lado? 
El que sigue, por favor— La señorita del mostrador dijo, sacando de su burbuja de pensamientos a Hal. 


Ya en pleno viaje, vio como una chica de sudadera gris caminaba por el pasillo con rumbo al baño. Pasó por cierto asiento, donde había algo que se atascó en sus pulseras, nada más ni nada menos que en la chamarra de un chico de un asiento más adelantes del de Hal. Él usaba sus audífonos por lo que no podía saber el contexto, ni de lo que dijeron. Lo que sí vio fue como algo brillante caía en el alfrombrado del asiento del chico. Una vez que la chica siguió su camino, Hal se levantó para recoger la cadena dañada, nadie se había percatado de ella, así que decidió que se la daría una vez que hicieran la escala en Ámstedam. 

Pero cuando este llegó, había perdido de vista a la chica y no la ubicaba. Bueno, tendré que conservarla... Hasta que la encuentre, obviamente. 

Una vez en el aeropuerto, nuevamente reunidos actores y producción, el jefe a cargo, Moore, les dio indicaciones de cómo llegar hasta una dirección. Se dividirían en dos Van, para caber todos y en otros carros de la empresa con la cual trabajarían. 

Cuando llegaron realmente a Brujas, o al menos ya en carretera, le pareció una ciudad pintoresca, se sintió de nuevo en su casa, en su pueblo, se sintió volver, y sonrió para él mismo porque esta podía ser una buena oportunidad para sanar. 








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¡Gracias por leer! (-: 

D is for Dorian | t.c.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora