Parte 4: A Holly Mother.

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-¡Holly!- la voz escandalosa del abuelo se hizo notar.

-"Puta madre, son las 4 de la mañana"- pensaba mientras cubría mi cabeza con las almohadas.

-¡Holly!- su voz sonaba más cerca, pero estaba ahuecada, trate de contar hasta diez.

-¿Estas aquí?- y para variar abrió la puerta de mi habitación.

-Solo eres tu, muchacho.- parecía alzar la voz cada vez más.-¡Levántate! Pronto estará el desayuno.

Sin saber de donde saqué las fuerzas, el instinto animal, esa parte grosera que dije eliminar con el psicólogo, mentí.

Le cerré la puerta en la cara al viejo, para después de 3 segundos.

-¿Qué diablos hice?

Abrí de nuevo la puerta, el viejo estaba hecho ira, solo le sonreí nervioso.

-¡Jotaro, maldito mocoso!

Me persiguió en mi misma habitación, debo admitir que cuando el viejo se enoja es una bestia, el único que de verdad puede derribarme, me cubría tras la cama, era bastante hábil el anciano, saltó. Pero claro era un anciano, cayó de bruces y toda la casa retumbó.

-Viejo, otra caída así y vas a estirar la pata.

-¿Qué manera es esa de hablarle a tus mayores?

-No estas hecho para este mundo moderno.- le di la mano, pesaba horrible, maldito anciano había descuidado un poco su cuerpo.-¿Estas bien?

-Jotaro.

-¿Si, abuelo?- me miro agradecido.

-Mocoso insolente.- me dio un golpe en el rostro, su pesada mano dejo marca al menos hasta la hora del verdadero desayuno.

Comí con prisas, esperando de verdad que Kakyoin leyera aquel mensaje que le deje, si el abuelo lo veía.

"Eh, ese amigo tuyo es maricón. ¿Verdad, Jotaro?"

-Si que tienes hambre muchacho.- decía el viejo que no me quitaba la mirada de encima.-Sírvele más.

-No, ya me voy.- hablaba con la boca llena de cereal y leche.-Se me va hacer tarde.

-Nunca te vi tan animado por la escuela.- decía la abuelita Suzie.

-Me voy. Adiós abuela.- le bese su mejilla.-Adiós viejo.- le apreté el hombro.-Adiós mamá.- me despedí con la mirada.

-¿Jotaro, no lo vas a esperar?- pregunto en voz baja mi madre.

-No, no.- le respondí nervioso.-No. Adiós.

Pero justo iba saliendo, ahí estaba, me saludo con la mano y cruzó la calle.

-¡Oh, no!- mis piernas temblaban.

Corrí hacia él.

-¿Qué haces aquí?

-Hola, Jotaro.- me sonreía, como iba a estar enojado con él, tan tierno y su nariz por el frío estaba roja.

Noto que le miraba la nariz, hizo bizcos para verla y tocarla, era tan...

-¡Jotaro, se te ha olvidado el almuerzo!- el viejo salía en pantuflas.

Mi expresión, dice Kakyoin, era graciosa, con los ojos entrecerrados y haciendo puchero con los labios. "Nunca vi a un niño tan grande" se burlaba.

-Buenos días, jovencito.- decía con un mal japonés el viejo.

-Buenos días.- Kakyoin con su perfecto inglés.

Modern Love (Amor moderno)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora