Parte 11: Otelo, el soldado y Rafael, el pastor.

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La familia Joestar entró al auditorio, apenas había una quinta parte llena, tomaron algunos lugares solo para ver el escandalo detrás del telón, escuchar el correr de asistentes, de voces aun ensayando.

¿Acaso Jotaro se encontraba ahí?

Pronto comenzó a hacerse un murmullo, hablaban de los tan buenos ensayos que unos cuantos pudieron ver, de como la obra de tener poca aceptación fue entornándose en algo maravilloso, de los protagonistas, de esos amigos inseparables que parecía estaban juntos en cada momento desde hace algunos días.

Un rumor, que aquella escena no debía aparecer, estaba confirmado, solo iban a tener un tierno abrazo.

No paso mucho, cuando el telón comenzó a levantarse y dejar ver a un Kakyoin pálido por el maquillaje con sombras lilas sobre sus parpados, eclipsando la mirada de todos. Un joven pastor que le gustaba el tacto masculino casi desde su adolescencia.

Rafael era un pastor que cada fin de semana buscaba calor humano, sus rasgos andróginos eran tan llamativos fuera de la obra, el mismo Joseph sospecho que si era un hombre, aquella delicadeza, su misma voz y sus gestos en el escenario.

El contexto histórico estaba a principios de la segunda guerra, en una base italiana que pronto iba a ser tomada por los británicos, soldados masculinos y feroces...Joseph pudo ver a un nervioso Jotaro que se encontraba en el fondo de la camioneta militar, que bajo, era tan imponente y el traje de soldado le hacía ver tan bien.

-La guerra no terminara pronto.- decía uno de los tantos actores, en un bar, mirando como los soldados bajaban y se ponían en marcha para situar el pequeño pueblo.

Rafael estaba ahí, con un hermoso traje lila de seda que le quedaba enorme, mirando a cada uno de los soldados y sonriéndoles (aunque ellos no se dieran cuenta), mordiéndose los labios. Valerosos hombres, fuertes, altos, apuestos y con una expresión varonil a la guerra. Rafael había engañado a tantos amantes que creyeron en su feminidad, para darse cuenta de que era un muchacho con profundos deseos sexuales.

Algunos cuantos soldados entraron al bar, la gente sin muchos ánimos comenzó a retirarse y otros cuantos oponiéndose al miedo, las prostitutas se acercaban a los soldados que felices comenzaron a bebes con exageración y a creerse imponentes ante la pequeña comunidad.

Fue entonces que un soldado diferente entró, uno bastante llamativo, parecía triste y confuso a sus pasos, miro con cierto recelo a las mujeres y a sus compañeros, con algo de asco la pequeña taberna a la que había entrado, pero necesitaba un trago de lo que fuera.

El soldado permaneció en la barra esperando su tan ansiado trago, cuando una nube aromática a rosas le llego, un lugar tan sucio no podría tener aquel dulce aroma. Vio un destello violeta tras él, al voltear lo encontró...

Un ser tan frágil, pálido con sus labios color carmesí, con sus hermosos ojos violeta y sus parpados desvanecidos en lila, sus mejillas tenuemente retocadas con rosa, tan delgado... Sin dejar ver su pecho o sus caderas, su cabello corto rojizo lo encantaba aun más, aquel soldado pronto perdió el miedo a la guerra al mirarlo, aquel asco y repulsión parecían desaparecer.

-¿Ocurre algo, soldado?

Apenas y podía hablar, le negó con la cabeza, la voz de ese ser era masculina pero sus facciones, su vestimenta.

-¿Eres tímido?- giro su delgado cuello para ver a los otros que ya habían tomado confianza con las muchachas.-Eres tan apuesto... ¿ellas te ignoraron?-poso su mano sobre el hombro del soldado, quien se levantó de golpe.

-¿Y si yo las ignore?- aquella voz masculina hizo que entre el publico unas cuantas chicas gritaran.

-Tranquilo, hombre.- el pelirrojo dio dos pasos atrás.

-¿Quién eres?

-Un prófugo.- le dijo en voz baja.- Cómo tu...

-Si estás oculta, ¿cómo sabre quién eres?

Aquel ser frágil se sonrojo, un hermoso color comenzó a cautivar al soldado, quien le toco las mejillas, Rafael cerró los ojos al sentir aquel tacto esa calidez de amor y no deseo, dejándose acariciar por aquel soldado, suspiro sensual.

El soldado quitó su mano al oírlo.

-Yo estoy aquí por la guerra, no por aventura.

-¿Quién te dijo que yo busco una aventura?- le pregunto provocativo.

Un estallido, los soldados italianos llegaron, los británicos debían hacer algo, salieron por amor a su patria.

-¿Espera, cómo te llamas?- el muchacho lila lo retuvo con sus mano, el soldado lo miro en tono serio.

-Otelo...

-Un soldado en Venecia, Otelo.- Rafael lo soltó.

Pero Otelo se detuvo.

-¿Dime prófugo, si eres...?

-No, querido Otelo... No soy Desdémona.- le sonrió.-Me llamo Rafael.

Los ojos verdes de Otelo se abrieron, impactado, aquella frágil figura, ese olor femenino, su extravagante forma de ser, un hombre le había coqueteado.

El publico quedo en silencio, la reacción de Jotaro parecía tan creíble y palpable, como la primera vez, cuando vio aquellos hermosos ojos lila. El viejo Joseph parecía tranquilo, Suzie estaba tan impresionada y Holly quería llorar.

El telón se bajo, hubo aplausos, cantos y silbidos.

La obra siguió, pronto comenzó a mostrarse a un Rafael más cuidadoso, quien buscaba entre el pueblo al soldado.

Por otra parte Otelo hacia lo mismo, entre las trincheras, comenzó a entender aquel personaje peculiar, le decían que Rafael jugaba con los hombres, buscaba riquezas, buscaba atención. Pero una parte de él sabía y negaba aquello.

Fue entonces en una marcha a las montañas, una pequeña granja al pie de estas, logro distinguir el cabello rojo, su delgada figura alimentando a las ovejas, cantándoles tiernamente tratando de no seguir al convoy tras él, tratando de evitar aquellos ojos verdes. Habían pasado ya, este volteó y los pedio de vista.

-¿Así que eres pastor, Rafael?

El soldado de los ojos verdes se acerco a las ovejas.

-Vete de aquí soldado.

-Soy un ser libre, como tu.

-¿De que hablas?

-De tu vida, Rafael.- le sonreía con sarcasmo.-Sabes, por un momento creí que al fin una bella mujer me coqueteaba.

-¿Te molesta que sea hombre?

-No.- le respondió sincero.-No me hubiera importado. Creó que un hombre sabe lo que necesita un hombre, hay cosas que las mujeres no entienden y pasa de igual manera con ellas.

-¿Qué te molesta?

-Tu vida fácil.

Rafael comenzó a reírse sin control, estaba ahí vestido con arapos y sucio, todo lo contrario, al Rafael que bajaba al pueblo. Otelo se le acercó.

-¿Por qué no apoyas a tu país?

-¿Por qué tu no apoyas al amor?- sus ojos violetas seductores.-Lo siento Otelo, nunca podre encariñarme con la guerra...

-¿Qué tal con un soldado?

Otelo se arrodillo ante él, aquella mano, ese gesto, esa caricia en su mejilla, en su barbilla.

-Tu no puedes comprender este amor moderno.

-Somos prófugos. - Otelo cerró los ojos, Rafael se le acercaba, pero el beso depositado se quedo en la frente del soldado.

-Es solo deseo.

-No.- aun tenía los ojos cerrados.-Rafael, eres tu quien niega estos tiempos modernos.

El telón bajo de nuevo, para dar paso a la última escena...todo aquello era tan romántico y estaban tan corrompidos, negándose el amor del uno al otro.

Jotaro seguía con los ojos cerrados, Nori tomó con sus manos las mejillas del moreno y las apretó, Jojo solo sonreía aun con los ojos cerrados y un beso fugaz marcó sus labios.


Modern Love (Amor moderno)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora