Dos Acosadores.

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La tenía en sus brazos.

La llevaba a su cueva.

Ángela se había quedado dormida en el hombro de Jeff, no quería despertarla, asi que decidió llevarla con el aunque fuese solo por ese día, se quito la chamarra de cuero que le había regalado y la utilizo como almohada para ella, después la tapó con su capa ya que le quedaba grande y la cubría por completo.

Y la observo dormir.

Ahora eramos dos.

Yo también la observaba.

Eramos dos acosadores.

En algún momento Jeff salio, lo cual note cuando falto su respiración, regreso con un conejo, le quito la piel, prendió la hoguera y lo empezó a cocinar.

Cuando estuvo listo... También durmió.

Me sentía fuera del lugar, al ser un ángel no tenia necesidad de dormir, ni de comer. Al menos no en este mundo.

Los dos parecían ser completamente inocentes y fuera de pecado cuando los veías dormir, era como si nunca hubiesen tocado un alma, ni empuñado un cuchillo. Al dormir todos somos inocentes y ellos lo demostraban.

La cueva no era muy grande, pero tampoco era pequeña, Ángela estaba dormida al otro extremo de ella, separados al menos por dos metros de distancia. El no quería que se asustara.

Ya confiaban un poco mutuamente, no perdería esa confianza en un minuto.

Eran cerca de las 12:00 am. cuando Ángela empezó a gritar y a moverse frenéticamente, lo cual despertó a Jeff.

La sacudió levemente.

- Ángela, Ángela, Ángela, Ángela... Despierta, es solo una pesadilla. —Ella abrió los ojos y se aparto de el, se levanto de un salto— Tranquila, fue sólo una pesadilla. Nadie te ha hecho daño.— La tranquilizo Jeff.

- Oh, lo siento. Es solo que... Son horribles, realmente lo siento, parecía tan real.— Ángela se puso de cuclillas y se masajeo las sienes.— ¿Donde estamos?

- En mi guarida, ¿tienes hambre? hice conejo.— Dijo Jeff, tratando de distraer su mente, se preguntaba sobre que soñaba Ángela — Es rico en proteínas.

- Nunca he probado el conejo.— Susurro Ángela.

-Bien, pues te ha llegado la hora.— Jeff extendió el palo en el que estaba ensartado el conejo y se lo paso a Ángela, ella lo tomo y arranco un trozo de este, después se lo devolvió.

Y lo probo dejando un pequeño rastro de grasa en sus labios y dedos. Jeff hizo lo mismo. La carne estaba suave y tierna, fácil de masticar, se deshacía en tu boca. Ángela lo saboreó y se chupo los dedos, Jeff le ofreció mas.

Y asi fue su mañana.

Después la asesina volvió a su casa con una sensación de soledad.

Se estaba acostumbrando a el.

Y eso era malo.

O tal vez mas que bueno.

Jeff The Killer, tal para cuál.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora