7. Decisiones

34 6 51
                                    

Egan

He pasado la noche durmiendo en un sofá ya que dentro del edificio no hay habitaciones para dormir, aunque tras llevar varios días sin poder descansar demasiado, no ha sido un gran inconveniente para mí. Cuando me despierto veo el día aunque, nubloso, puedo ver que las nubes son más pálidas. Seguro que pronto saldrá el sol.

Aanisa me pidió que, por favor, esperase en esta sala hasta hoy. Han decidido que lo mejor es no salir del edificio, tanto Ashley como yo, pues es importante que se decida qué hacer con nosotros. Además, una humana podría causar estragos, y ya corren tiempos tensados. Una guerra entre dos regiones se aproxima y al mínimo detonante esta surgirá.

Me preocupo un poco por Ashley, aunque sé que estará bien. Ellos me dijeron que no la matarían, simplemente le harían creer eso. Así se asegurarían de si aquel escudo protector es verdad o una mentira inventada por ella; según me contaron el escudo apareció dos veces ante ellos, a pesar de que no logran saber qué es con exactitud.

No sé qué sucederá, pero estoy seguro de que será algo bueno.

Cuando llaman a la puerta veo que no es Aanisa, sino Toadaska. Me sorprende verle, estoy acostumbrado a observarlo por la televisión que jamás me planteé conocerle en persona. Su cabello de un color claro es incluso más fino de lo que esperaba, su nariz es enorme (me desagradan las narices, incluso podría decir que ojalá no se encontraran en el rostro) y sus ojos son bonitos. No es que me caiga bien, pero debo mantenerme cortés.

—¿Sí? —pregunto, con una falsa sonrisa que, debido a la experiencia, parece natural.

—Se ha tomado una decisión —me dice.

El hecho de que no me diga nada más me pone un tanto nervioso y, en consecuencia, irritable. Suelo ser tranquilo, pero no suelo tener mucho aguante, y menos con este señor, quien apenas dice alguna información.

El hombre espera a que salga al pasillo, para así agarrarme de la mano y llevarme junto a él por toda la Sede. Subimos por el ascensor hasta el último piso: la cúpula. La cúpula es el tejado en todo su conjunto, donde hay diversas habitaciones para que se celebre en ellas una reunión. Nosotros entramos en una en la que pone 3-B, y compruebo que es pequeña y rectangular, las paredes rosas contrastan mucho con el estilo del edificio. Hay siete estandartes con un símbolo cada uno, representando a una de las razas. Una mesa rectangular y azul está rodeada por varios personajes.

Pero lo que más me atrae es que, al fondo, hay un proyector holográfico y, delante, Ashley. Ella parece abrir la boca en una sonrisa y compruebo que sus ojos (que me resultan muy extraños) brillen de alegría. No va hacia mí, sino al contrario. Después me da un tímido abrazo que resulta cálido y corto. Sigue como siempre: cuanto más pueda evitar el contacto físico, mejor, a pesar de que se muriese de ganas por tocarme.

—¿Cómo has estado? ¿Bien? Seguro que sí —afirmo, respondiendo a mis propias preguntas.

—Sí, me lo explicaron todo, aunque lo pasé muy mal —explica, veo que desvía la mirada al suelo—. Creí morir y, por un momento... No quise. Luego me llevaron a una sala cómoda y allí pasé la noche, pensando en mis cosas hasta que me dormí. —Añade la última frase a toda prisa, como si se preocupara de algo.

—Entiendo, a mí más de lo mismo. Me hicieron preguntas y bueno, no me enrollaré porque ya sabes las respuestas; fue sobre todo lo que hemos pasado y hecho.

Sobre un pedestal está Aanisa, esperando paciente a que todos se coloquen mientras llegan. Se gira hacia nosotros en cuanto se da cuenta de nuestra presencia, al parecer, parecía distraída. Su presencia me resulta agradable, ahora mismo me parece el primer campo de flores en zeurixi. Ansiado y deseado. Lleno de múltiples colores y de fragancias.

Faishore: La Bruja del CrepúsculoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora