Solo de una cosa estoy segura, y es que creo que huyo por otro temor. Tengo miedo a la muerte y es algo que acepté desde el primer momento en que crucé el río y vi estas montañas. Pasé el río tras un gran puente de color azul que se reflejaba en el agua oscura de la noche, allí, cuando caminé por al lado de alguien sentí que mi corazón se iba a salir de mi pecho a través de la garganta, pero agaché la cabeza y no mediamos palabras. Todo esto es una locura.
Casi al amanecer, estoy perdida entre un manto de nieve y yo sigo recto sin otro rumbo. No he dormido nada en toda la noche, estoy demasiado cansada como para pensar en algo, ¿pero cómo voy a dormir? No tengo otra opción que no sea caminar hasta encontrar el desierto, si es que llego hasta él. Estoy convencida de que, de dormir aquí, moriré de hipotermia. Mi ropa no está preparada para este frío que se me cala en los huesos. Este plan no saldrá bien, tanto si me atrapan como si no.
El cielo está despejado con unas pocas nubes, una manchita naranja (el sol) se va elevando a la par que el día se va tornando de colores verdosos. En lo más alto todavía predomina un tono azul marino, pero de cara a las montañas hay un amarillo pálido. Por suerte para mí, la nieve se va derritiendo y puedo ver terrenos de rocas, y pequeños riachuelos que forma la nieve conforme se va derritiendo y avanza el día.
El cielo se ha vuelto de azul por completo cuando me cruzo con la segunda persona. No es del todo un encuentro, más bien me encuentro su tienda de campaña celeste, y noto que la silueta permanece tumbada. En el exterior solo hay rastro de una fogata que alguien apagó. No sé cuántas personas habrá allí dentro, pero mientras no me hayan visto no pasará nada. Camino lento, mi objetivo es no hacer ruido que pueda llamar la atención. A mi izquierda hay un terreno elevado que puedo rodear para poder esconderme y seguir sin que me vean. La colina de más adelante se extiende hacia abajo, por lo que no se me verá desde aquí.
¿Quién viene de acampada a las montañas? ¿Es que no hay otros sitios mejores a los que ir en primavera? Maldita sea.
Giro mi cuerpo un poco, doy un paso lento, despacio y tranquilo. Un crujido de mi pie sonando contra la nieve me encrespa el cuerpo. No, no ha sido demasiado fuerte, ¿verdad? Me quedo traspuesta en el sitio, para analizar si se ha podido escuchar desde dentro de la tienda de campaña. Meneo la cabeza y doy otro paso. Piso las zonas donde la nieve se ha derretido, justo cuando resbalo y caigo de culo al suelo. Las rocas que he pisado eran resbaladizas, y húmedas todavía más. Al apoyar la puntilla del pie este se ha escurrido y era un buen terreno así, por lo que no he podido frenar a tiempo. Por suerte, no he soltado ningún grito. Me levanto y sigo mi camino, pero de repente una voz a mi espalda me frena:
—¿Estás bien? —Es una voz dulce, sé que es de una chica, pero me paralizo al oírla y se me olvida actuar. Creo que puede estar todavía en la tienda de campaña o en mi espalda, ya no sé nada—. Esa caída ha debido de doler.
—Sí —respondo sin pensar.
No me da tiempo a reaccionar más, porque la chica me agarra de la mano. Mi acto reflejo es estirar de ella para que deje de tocarme, pero cuando lo hago, o ella es muy fuerte o no tengo suficiente fuerza, porque ahí sigue y yo apenas consigo estirar. Me tiembla el cuerpo y creo que le estoy transmitiendo malas vibraciones a ella también.
—Por el amor del universo, estás helada —exclama. Frota sus manos con mi brazo, por mi parte, sigo sin darme la vuelta, no me atrevo a mirarla—. Normal, con esa ropa que llevas. Ven a mi tienda, está caliente y yo te daré algo.
Derrotada y cansada, doy la vuelta para contemplar la espalda de la chica, solo diviso una melena azul que llega por los hombros. La ropa parece que la llevaría un esquimal: botas gruesas, un chaleco marrón de pelitos encima de una camisa gruesa de esas que sueltan bolitas, a juego con los pantalones. Solo en la tienda le veo el rostro. Me llaman la atención sus pecas, pequeñitas, encima de las mejillas que suben cuando sonríe.
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Faishore: La Bruja del Crepúsculo
FantasyLa vida de Ashley siempre pareció extraña, llena de desgracias a las que nunca supo darle una respuesta. Un día, se ve obligada a abandonarlo todo para viajar a un mundo nuevo, donde nada es lo que parece. Creyendo que allí todos sus problemas...