↬│ Chapter 4.

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Siento una fuerte presión en mi pecho.

¿A dónde voy?

¿Voy a morir?

Comencé a llorar, sintiéndome impotente. Había estado tanto tiempo buscando cual era mi lugar, para al final, acabar siendo arrastrada por... Por la nada.

Otra vez.

Otra vez ese frío que me congela el corazón y la mente. Ese frío que parece que me hace viajar entre mundos.

De la nada, vi una luz. Supe de inmediato que tenía que ir hacia allí. Al acercarme vi qué era la cosa que tanto brillaba.

El broche. El bendito broche. ¿Por qué ese simple objeto parece el centro del universo?

De repente, caí.

Abrí los ojos, esperando ver todo negro, como hace unos segundos, pero me hallaba en una amplia sala. Un gran y hermoso cristal azul se encontraba en el centro.

Me quedé embobada, era precioso. Me levanté y caminé lentamente hacia él, con intenciones de tocarlo.

Me paré frente al cristal y alcé la mano. Rocé el cristal con un par de dedos.

Nada más hacerlo, una luz me cegó y apareció una mujer en bolas, siendo tapada únicamente por una telita semitransparente.

Retrocedí sorprendida, pero la mujer se me acercó sonriendo. Paré de retroceder cuando mi espalda le dijo hola a la pared.

El extraño ser me tocó la frente con cariño.

  ─ Joder, que frías tiene las putas manos. ¿Quién coño es? ¿Elsa la de Frozen o qué?  ─ Pensé.

Un ''rayo'' iluminó mi mente. Recordé todo. Ya sabía donde estaba. Al fin sabía cual era mi lugar.

Esto me hacía extremadamente feliz. Tanto tiempo intentando recordar, y por fin...

Estoy en casa.

Varias personas comienzan a aparecer en mi mente.

Leiftan, Miiko, Ezarel , Valkyon, Keroshane, Ykhar, Alajea, Chrome, Karenn...

Y...

Nevra.

Recordé mi relación con él, mi "trabajo" en este mundo, mi guardia,  mi familiar...

Un momento...

— ¡Dios santo! ¡FILIPIS!

Ay ay ay. Se me olvidó dejarle su alimento antes de volver a la Tierra.

Salí de la amplia sala con prisa, y atravesé los pasillos buscando a alguien. Tras un largo rato me di por vencida y me dejé caer en el suelo, al lado del Cerezo Centenario.

— Hey. Aquí no hay nadie... Todo esto está más muerto que mis sentimientos... — Murmuré.

Tras percatarme de lo que acababa de decir, me acordé de que debería estar buscando a Miiko y al resto.

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