Capítulo XII

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Pateó la puerta con la pierna herida, provocando un corto y atragantado quejido, ésta se abrió con un crujido e ingresó al interior oscuro de la cabaña. Fenrir asomó la cabeza por la abertura y resopló, no podía entrar por lo bajo del techo, así que como antes pero más tranquilo, se hizo un bollo delante de la casa y cerró los ojos para descansar.

Entre la nula iluminación y el desconocimiento del lugar, tropezó con una silla, y luego con una mesa. Maldiciendo entre dientes, tanteó hacia adelante con el pie y dio con una cama. Suspiró aliviado de no golpearse nuevamente y depositó con sumo cuidado y lentitud el cuerpo inconsciente, desgarrado y moribundo de Loki.

Todo estaba teñido de sangre, todo estaba polvoriento y roto. Miró a su alrededor y pudo notar que muy cerca de él había una mesita de noche y sobre ella una vela consumida hasta la mitad. No había nada con que encender la mecha, seguramente Loki utilizaba su propia magia. Maldijo otra vez, si salía a buscar leña para encender fuego, temía que el tiempo se llevaría la vida de su amado Jotun. No podía perder tiempo, primero debía curar las heridas y luego ambientar el lugar. Se pueso de pie y caminó a tientas hasta la ventana, arrancó de un tirón la cortina y permitió que la luz de la luna casi llena entrara, de esa forma podía ver mejor. Sería suficiente por el momento, buscando un cuenco, colocó agua limpia y agarró unos paños limpios que encontró en un pequeño armario. Todo mientras escuchaba cómo el joven a sus espaldas comenzaba a toser con dificultad e insistencia. La situación le exigía moverse con soltura y velocidad, pero estaba tan nervioso y tenso que sus músculos comenzaban a sabotearlo. Con dificultad se las apañó para conseguir lo mínimos e imprescindible, no había nada más dentro de la pequeña y escasa cabaña.

Con la tranquilidad pendiendo de un hilo, y sintiendo que pronto podría quebrarse al ver tanta sangre, se arrodilló y comenzó a quitar lentamente las provisorias vendas rojas. Cuando dejó expuesta la herida, pudo ver un gran agujero chorreante, rasgado en los bordes y profundo. Tragando duro y con la sangre repentinamente helada, limpió los alrededores con una toalla limpia humedecida con agua y con un hilo y una aguja comenzó a coser, uniendo los dos extremos del corte. No había desinfectante, solo esperaba que las cosas no se complicaran por la falta de higiene necesaria para dicho procedimiento.

El rostro azul de Loki se contrajo en un rictus doloroso, pero sus ojos no se abrieron en ningún momento. Cuando terminó de pinchar la carne y cocerla, sus manos estaban rojas, sus dedos temblorosos y su mirada media borrosa. Se apartó y salió al exterior, había comenzado a nevar suavemente, y apreció la sensación fresca de los copos cayendo sobre su rostro. Fenrir dormía con agotamiento. Cuando su mente se tranquilizó, se dispuso a continuar con la herida más pequeña. El procedimiento fue el mismo, pero solo coció el lado delantero para, posteriormente, limpiar y vendar el hombro.

Gotas de sudor perlaban la frente marina de Loki, con las manos aún temblorosas el rubio comprobó con la palma que su amigo tenía temperatura. La fiebre parecía ser muy alta y no contaba con ningún medicamento. Frustrado, salió al exterior nuevamente y hundió un balde en la ya acumulada nieve, cargado completamente, regresó a su lugar junto a Loki. Puso nieve en un trapo y lo dobló en dos, luego lo colocó en la frente de su amado amigo. Limpió el rostro, las manos y le quitó el calzado para que pudiera estar más cómodo, pero no se atrevió a tocarlo ni moverlo por miedo a provocar dolor innecesario. Ahora solo quedaba esperar. Se permitió tirarse hacia atrás contra el respaldo de la silla que ocupaba y exhaló con fuerza todo el aire acumulado en sus pulmones, viendo el vaho provocado por la baja temperatura. Comenzaba a hacer frío.

Con el cuerpo pesado y con los ánimos por el suelo, juntó fuerzas y salió hacia el bosque, en busca de madera seca. Demoró más de lo que hubiera deseado, y con los brazos cargados de palos y madera, ingresó derecho al hogar a leña. Tiró todo y mareado, intentó concentrarse para encender fuego. Su cuerpo estaba agotado, herido y su mente destruida.

El Espejo. [Thorki]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora