Capítulo 1: Haz que se detenga

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—No te preocupes, mamá —dijo el muchacho tomando a la mujer de la muñeca con delicadeza y acariciándole el brazo—. Solo tardará unos minutos.

Ella lo miró con pena. No le gustaba que lo hiciera, pero a veces, su dolor era tanto y tan fuerte que lo pedía sin pensarlo.

Salvatore bajó la vista el brazo con el que acariciaba a su madre, y vio un tono oscuro empezar a recorrer por sus venas. Soltó un suspiro al empezar a sentir el dolor invadir su cuerpo. Las fibras de sus brazos retorciéndose, continuando por su pecho hasta llegar a la punta de sus pies y a cada fibra de su cuerpo. Intentó no doblegarse sobre el suelo para no asustarla, pero ella lo notó. Lo conocía bastante bien.

Sus ojos se nublaron por el dolor provocando que los cerrara con fuerza. Al caer sobre el suelo, a lo lejos escuchó a su madre chillando, arrepentida.

—No importa. No... importa —masculló como pudo. Se aferró al barandal de la camilla, pero acabó arrodillándose sobre el suelo.

—Hijo, perdóname. Salvatore...

Cayó al suelo una vez más al sentir cada uno de sus huesos estremecerse, contrayéndose de dolor.

—¡Hunter! —alcanzó a gritar—. ¡Hunter!

Segundos después, un muchacho asustadizo entró a la habitación con una silla de ruedas delante de él.

—¡Corre, Hunter, corre! —gritó la mujer desde la camilla al verlo estático en el umbral.

El muchacho tomó a Salvatore por debajo de los hombros para sentarlo en la silla de ruedas, pero él gritó. Hunter lo soltó, asustado de haberle hecho daño.

—Perdón... Perdón. —Lo intentó una vez más—. Es alucinante.

Cuando su amigo estuvo sentado, lo sacó corriendo por el pasillo. Salvatore empezó a ladear la cabeza mientras gemía y su respiración se entrecortaba. No era sencillo para ninguno de los involucrados.

Llegaron a la parte trasera del hospital en lo que; creyó Salvatore, fueron horas y salieron a un callejón. Ahí estaba, a pesar de la poca luz y un extraño vaho saliendo de alguna parte, estaba amarrado a un poste de luz en medio de botes de basura y un olor nauseabundo.

—Salva —lo llamó Hunter, pero este lo ignoró, intentando ponerse de pie con dificultad para llegar al animal.

El ternero negro lo miró fijamente. Sus ojos negros lo siguieron asustadizos, y se alejó un poco a medida que Salvatore se acercaba con lentitud. Al estar frente a él, el joven puso una de sus manos temblorosas en la cabeza del animal, intentando no pensarlo demasiado. Notó otra vez el color espeso recorrer sus venas, pero esta vez desplazándose al animal, y continuó hasta que el dolor cesó.

El animal se tumbó al suelo, quejándose. Salvatore se agachó hasta tener nuevamente esos ojos negros a su altura, pero ya no lo miraban, sino que se movían inquietos en busca de algo a lo que ni siquiera sabía cómo llamar. Salva pasó sus manos sobre el pelaje del animal para acariciarlo, y le rompió el cuello.

—No había que matarlo, podías llevarlo a un veteri...

—Habría muerto de dolor —interrumpió a Hunter.

Siempre era de la misma forma: remover, transferir, matar. Cínico y práctico. Funcional.

—Hay que devolver esa silla —soltó Salva poniéndome en pie, pero hizo una mueca al sentir incomodidad sobre su espalda.

—¿No se supone ya no sientes dolor? —cuestionó su compañero vestido de interno mientras se dirigían al interior del hospital.

Salva sonrió.

—A veces creo que es como si llenaras una botella de agua: puedes vaciarla, pero seguirá húmeda. No puedes, no sé, recibir una paliza y pretender que en unos días todo tu cuerpo seguirá igual. Te han molido a golpes y sanaste, pero no significa que no tendrás secuelas.

—Te hace mucho daño.

Él se encogió de hombros.

—Es la única forma que puedo salvar a mi madre.



N/A: Hola, me encuentro resubiendo los capítulos del libro con correciones ortográficas y retomando la escritura del mismo. Espero lo disfruten tanto como yo y sigan la página en Insta: wattpadautora. 

HASTA LOS HUESOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora