Capítulo 20: Respuestas

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Su primera opción para salir de todo aquello fue acudir a Marcie, pero eso significaba contárselo a Marcel también: es decir, conflictos entre hermanos.

—No podemos dejar que vaya. Haz las maletas, creo que puedo hablar con algunas personas para actualizar tu visa. No te encontrarán en Sudamérica. Aprenderás el idioma. La comida es buena. —dijo Marcel caminando de un lado a otro mientras enumeraba los pasos a seguir—: Puedes vivir de la administración del restaurante. Venderemos tu casa.

—Lo encontrarán aquí o al otro lado del mundo aunque les lleve años —musitó su hermana apuntándolo con un bastón—. No te tomas tantas molestias para solo olvidarlo.

—Y, ¿qué propones, bruja?

La anciana se levantó del escritorio con ayuda de su bastón, se dirigió con dificultad hasta el viejo armario de la habitación, empezó a sacar faldas anchas y blusones de mangas largas que usaba cuando hacía frío, lanzándolas al suelo.

—Sabía que su minuto de cordura no tardaría tanto —soltó Marcel, mientras el joven aún se mantenía pensativo en la esquina—. Salvatore, apaga la estufa; el café debe estar listo. Deja eso, maldita mujer, vas a matarme de un infarto. ¡No lo recogeré yo, ¿me oíste?!

Salva suspiró saliendo de la habitación, pero antes de cruzar el marco de la puerta escuchó a Marcie exclamar con voz agitada:

—Aquí. —Tocó la superficie del antiguo ropero y la rodó, dejando a la vista una pequeña abertura oculta tras el madero.

Dentro, sacó una pila de libros empolvados y llenos de telaraña. Los sacudió un poco y volvió a dejar la pared del ropero en su sitio. Dejó caer los gruesos módulos sobre el suelo, y abrió uno de ellos con las manos temblorosas.

—Las secciones marcadas en azul son las que se relacionan contigo: lo que puedes hacer, cómo potencializarlo y sus riesgos. Sí, existen muchos. Las zonas verdes hablan un poco sobre las personas que se nos facilitan los hechizos.

—Pero, ¿qué quieres que haga? —musitó él, sintiéndose intimidado por todo aquello.

—Ten encontrarán, tarde... o temprano —contestó Marcie soltando un par de suspiros—. Y puede que yo sepa un par de cosas, pero mírame. —Sonrió con algo de gracia—. Por mi edad dudo que pueda resistir un buen golpe. Necesito que puedas cuidar de ti mismo cuando yo no esté.

Desde su sitio, Marcel se llevó una mano a la nuca.

—No digas eso, mujer... —susurró con voz apagada.

—Ambos son mayores. Puede que no tengas una gota de esto en el cuerpo, Marcel, pero espero que esas pesas que levantas y todo lo que comes puedan hacer algo por nuestro muchacho. Salvatore, debes hablar con tu madre lo antes posible. Ella debe haber previsto algo así.

El joven asintió tomando las llaves del auto. En el marco de la puerta volteó a verlos, queriendo decirles que volvería en unas horas, pero calló al ver que Marcie y Marcel se abrazaban con las cabezas gachas en silencio. Sintió su garganta arder, pero salió sin decir nada y condujo hasta el hospital.

...

Al cruzar la entrada, el olor le recordó la última vez que estuvo en un hospital por razones de las que ahora se arrepentía. Por el horario de visitas, aún tenía permitido ver a su madre media hora. Fuera de la habitación, se detuvo frente a la puerta con indecisión, mientras que en su cabeza se repetían las chirriantes manillas del reloj que le recordaban que no quedaba mucho tiempo, ni de visitas, ni con su madre estando viva.

—Lorraine —musitó al verla sobre la camilla.

Ella volteó sorprendida al escucharlo, y una delicada curva vistió sus labios. Una sonrisa adolorida.

—Lo lamento tanto —dijo él sin poder moverse de la entrada—. Pero esta vez no quería verte. No... podía.

Ella asintió despacio. Salvatore nunca la había mirado de aquella forma, y con tan poco, le dio a entender todo.

—Mi Salvatore... —susurró con voz ronca—. Te han encontrado.





N/A: Lamento no haberlo subido antes, retomé las clases virtuales. Quiero terminar este proyecto, me he encariñado mucho con el libro. Espero les guste y me lo hagan saber. Si debes en cuando tardo en publicar mándenme un msj. Cuídense, xoxo.

HASTA LOS HUESOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora