Capítulo 16: Salvia y cedar

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La incertidumbre sobre lo desconocido lo paralizó por unos segundos en los que intentó localizar a alguien en vano, encendió la linterna de su teléfono con las manos temblorosas, y Marcie se lo quitó.

—¿Dónde están los frascos decorativos que te regalé? —preguntó la anciana removiendo cosas en la cocina.

—¿Eh? En... en lavabo.

La vio acercarse a los frascos que formaban una hilera, rompió dos de ellos y esparció el polvo sobre la entrada de la cocina. Tomó otro, palpó el contenido rojizo entre sus dedos, murmuró un par de palabras y sopló.

—Sal de aquí —farfulló y las luces se encendieron.

Ninguno de los tres dijo nada al principio, pero Marcel y Salva miraban a la anciana horrorizados mientras ella abría la alacena, sacando especias y frascos apresuradamente. Dejó caer un par en lo que hacía mezclas que ninguno de los dos hombres había visto nunca, pero no impidió que continuara.

—¿Qué... qué era eso, qué acaba de suceder? —cuestionó Salvatore—. ¡Marcel! —lo llamó, pero él parecía no entender nada tampoco.

—Romero, ovillo, ovillo, ¿tienes ovillo de lana? —preguntó Marci en dirección de Salvatore.

—Marcie, ¿qué acaba de pasar?

—Era ella, ¿no lo ves? Te está buscando. Oh, aquí está. La sal del Himalaya funciona mejor, pero esta servirá. —Batió el contenido con los dedos y dejó el recipiente junto a la ventana—. Quemaré algo de salvia, espero no le hayas hecho nada a la que planté en el patio.

—Son reales... las historias —musitó Marcel viendo a su hermana como si todo hubiese hecho un atemorizante click en su cabeza—: Sus historias son reales. Yo creí... no sé qué creía, pero no pensaba que estas cosas lo fueran. Los... Marcie, los fantasmas en los espejos. —Se llevó las manos a la cabeza.

—Basta de balbuceos, hay que proteger la casa. Quemen algo de cedar para ganar un poco de valor y muelan algo de ladrillo. Y tú escúchame bien —dijo tomando a Salvatore del rostro—. No quiero que te vean atemorizado y vulnerable. No lo estás, esto que tienes te hace mucho más fuerte que ellos. Ellos deben temerte a ti.

—Pero, ¿quiénes son ellos? —musitó él, intentando que su voz no se quebrara.

Sentía que lo tomaban del cuello y apretaban con fuerza, logrando asfixiarlo, impidiéndole pedir ayuda o correr lejos, y lo peor de todo es que no podía ver las manos alrededor de su cuello porque eran inexistentes y solo susurraban cosas aterradoras en su oído, paralizándolo del miedo. ¿Cómo habían podido meterse en su cabeza con tanta facilidad?

—Si tanto me temen por qué crearme, ¿por qué darme este poder si ellos no podrían manejarlo?

—Porque creen que pueden manejarte. Quieren debilitarte, hacerte pequeño y así tenerte como su bestia personal. ¿No lo ves? —musitó tocándolo de las mejillas—. Quieren tenerte con ellos para siempre.

Salvatore sintió su cuerpo temblar. Su peor pesadilla se hacía realidad, pero este caso era distinto. No lo descubrieron, había sido producto del rencor y la venganza para ser creado, por lo que ahora lo buscaban para reclamarlo como suyo.



N/A: me emocionó muchísimo haber escrito este capitulo, espero les guste y me lo hagan saber. Estoy retomando la historia poco a poco. Gracias por su paciencia. xoxo.

HASTA LOS HUESOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora