Batalla sin cuartel: Segunda Parte

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Llevo un vacío

(Mientras salga el aliento de mi boca)

Ni siquiera la esperanza

(Todavía puedo tener una mínima posibilidad)

Una pendiente descendente

(Un rayo de luz es todo lo que necesito)

Es todo lo que veo

(Para detener la oscuridad matándome)




N.A: Reproduzcan el track cuando vean *



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Dentro de la cámara cavernosa era persistente un hedor que fácilmente podía confundirse con la esencia de la humedad; aunque para su nariz especial, no se trataba de un olor de origen mundano. Aquella era la peste que se generaba del miasma diabólico, del mismo tipo que abarrotaba la porción más siniestra del mundo de los demonios.

Esa sensación de que hay algo amenazante se vuelve imperante.

Para aquellos dos que comparten una única alma, ese sentir es aun más intenso. Es como deambular por un cuarto en el que se saben escondidos secretos, más los invitados lo desconocen.

Aquel par de demonios anduvieron juntos de la mano y con la mirada firme, abriéndose paso entre todo ese miasma infernal. A Luciela no le fue difícil hallar a su objetivo, pero eso no quitó que se mostrara asombrada por lo que veía. Inconscientemente sujetó la mano de Ciel con mayor fuerza y éste le correspondió, tomándola sin lastimarla.

De pie junto a lo que quedaba de la masa palpitante que resultó ser el corazón de Behemot, emergían sobresalientes protuberancias venosas del suelo, tenían el aspecto de raíces de color vino y lila oscuro, de considerable tamaño que se enraizaban allá donde pudieran. Éstas en cuanto sintieron las presencias de Lu y Ciel actuaron con hostilidad y las más cercanas se acercaron de manera agresiva, siendo destruidas en un instante por un tiro de joven. Las raíces varicosas se conectaban a un par de monumentales extremidades. Las piernas de Karis.

Aquel cambio tan abrupto se debía en buena parte a la influencia que el Eldrit corrupto ejercía sobre Behemot, el corazón necesitaba de un catalizador energético para funcionar y un huésped, de modo que Karis no solamente había alcanzado un devastador poder, sino que había aumentado su estatura bestialmente como resultado; tenía que admitir que ella parecía estable, pero Lu se guardó sus dudas. La súcubo ahora debía de medir por lo menos unos treinta metros de alto, la cámara en la que se hallaban sepultados bajo tierra era apenas lo suficientemente alta como para contenerla dentro sin problemas. Los cabellos rojizos de la alada poseían un brillo distinto, similar al borgoña, también ahora presumía una redonda cornamenta oscura como la de los carneros, con vivas líneas carmín decorando las protuberancias de hueso, sus puntiagudas orejas de demonio se habían transformado en un remilgo de mutación, similares a alas con membranas bermejas; esa era una señal inequívoca de su estatus como potestad con un poder equiparable al de los más altos demonios nobles del Inframundo.

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