Incógnita

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El golpe contra el suelo hubiese sido más grave, de no ser por el amortiguador que rodó junto a ella, recibiendo todo el daño consigo. El calor corporal de Add pronto abandonó a Eve, ayudando a ésta a salir del shock inicial. Por otra parte, la premura del ataque provocó un estado de alerta en todos los compañeros de viaje.

-¡Chicos! ¿Están bien?- Elesis se guiaba de su instinto entre la neblina, para acercarse más a la fuente de la amenaza.

-Estamos bien, Elly- respondió Rena, quien se había librado del acérrimo agarre de Raven. La elfa no vaciló ni un instante, tomó su arco y apuntó. La fuente de la amenaza estaba frente a ellos, a ya no más de diez metros.

-Vamos, levántate- instó Add a Eve ofreciéndole su mano en muestra de apoyo. Dudando sobre la situación, la frívola Nasod aceptó la ayuda del humano inútil.

Ya una vez arriba, Add centró toda sus energías en identificar al atacante, evidentemente, por la sorpresa de Eve, esa cosa era un Nasod, más específicamente, una máquina jardinera, oxidada, de diseño básico, sus brazos eran un par de pistones que terminaban en una garra doble para sujetar herramientas, una vez que los Dínamos identificaron la estructura preliminar del atacante entre la niebla, Add notó que, en lugar de un brazo derecho, aquella máquina vieja portaba un pequeño cañón, que aunque rudimentario, era preciso y bastante peligroso.

Todo esto le era extraño, por otro lado, los Módulos de su compañera no detectaban la presencia cercana de ningún otro Nasod, es decir ¿Qué sentido tenía enviar a una máquina tan débil a combate? ...era difícil concebir que un atacante de tipo Nasod se encontrara casualmente por el camino que ellos transitaban. Aun así, la naturaleza de la trampa era confusa.

La situación no parecía tan complicada, ese enorme y monstruoso pedazo de basura, se convertiría en chatarra al mínimo contacto, pero no fue sino hasta que Chung hizo uso de su artillería, que se corroboró la verdadera naturaleza del agresor. La máquina era mucho más resistente de lo que aparentaba.

-¡No le hizo ni un rasguño!- espetó el rubio, sintiéndose verdaderamente sobrepasado por el artilugio.

El jardinero robótico atacó nuevamente, y ya con todos listos, ésta vez, no hubo sorpresas, pues esquivar los disparos era solo cuestión de rastrear, escuchar y sentir.

-¡Acabemos con esto de una vez!- se escuchó gritar a Elesis, quien se acercó como un relámpago carmín, mientras sus cabellos eran agitados por la brisa matinal. Su cuerpo pasó por encima del androide de jardinería, blandiendo su poderosa espada, con toda la intención de separar su sistema principal de información, del resto de su cuerpo...

Elesis no supo en qué instante terminó de bruces contra el suelo, sintiendo un pitido en los oídos. Sus cálculos, el salto, la velocidad, eran correctos y precisos, no obstante, la máquina pareció adelantarse a ella, porque con su garra metálica, apreso el sable de la hábil maestra de espada, impidiendo la agresión y no conforme con eso, la arrojó con brutalidad varios metros al fondo del claro boscoso. Su cuerpo se estrelló con violencia contra la hierba húmeda por el rocío.

El quejido de la mujer fue escuchado por todos, más ella no respondía a las llamadas suplicantes. Cuándo reaccionó, sus ojos seguían centrados en la mirada penetrante de la enorme máquina de jardinería, sin dar crédito a lo sucedido.

-¿C...cómo es posible?- balbuceó ella sin despegar la mirada de su adversario.

Eve notó algo incongruente, las jardineras Nasod solamente tenían una mirilla a modo de lector, es decir, era como si tuvieran un único ojo, pero ésta sin embargo, tenía dos. No era la primera vez que enfrentaban máquinas bizarras, pues según los relatos de Aisha, Elsword y Rena, los humanos crearon maquinas Nasod luego de la gran guerra, máquinas que terminaron no sirviendo al propósito original.

Código NasodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora