Capítulo 16: el pasado de tabby y kheda

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Desperté en mi cama, abrí un poco mis ojos y poco a poco la tenue luz de los focos de la habitación fue iluminándome, hasta que se aclaró, me levante con pesadez, me talle mis parpados y mire a mi alrededor, todos a un seguían en sus camas, me puse de pie, tome mi casco y me lo puse, Skadi me dio los buenos días, yo también le devolví el gesto, justo cuando me dirigía a la puerta, voltee al ver que una de las camas estaba básica y desordenada, era la de kheda, quien se había levantado aún más temprano.

-skadi, ¿Qué hora es?-pregunte

-son las 5 de la mañana-respondió

-¿por qué no nos han llamado para hace algún ejercicio?, o algo por el estilo-

-el comandante les dio un tiempo para que se relajaran, O'donnel le contó lo sucedido cuando fue a dar su reporte, los va a llamar cuando tengan un plan bien estructurado para ver qué hacemos con el covenant-

-oh ya veo, y, ¿Dónde se encuentra kheda?-

-se encuentra en el gimnasio de la base, se levantó hace más de una hora, se le veía...mal-

-pues, va a recibir una visita, necesito hablar con él, ayer no hizo nada más que quedarse callado y echarse a dormir-

-te recomendaría que no, o al menos espera un rato, no se ve a comer algo a los comedores y luego ve con él, por lo que veo en su electrocardiograma y en su diagrama cerebral, está muy enojado, asi que yo esperaría un rato para que se calmara-

-bien, en ese caso, ¿podrías guiarme a los comedores?-

-por supuesto-

Sali de la habitación, y camine por los diversos pasillos de la base, en el camino, ve encontré con varios humanos, unggoys, kig-yar y a la hora de pasar a un lado de unos sangheilis, estos se sorprendieron al ver a un guerrero de mi raza de tan corta edad, me dijeron que en su planeta era de lo más común ver a niños entrenar para ser grandes guerreros, pero no llegaban al campo de batalla hasta que eran unos adultos.

Me dieron varias palabras para alentarme a seguir en las batallas y algunas de buena suerte para que no pereciera en el campo, les devolví el gesto de la misma manera y reanude mi camino a la cafetería, al llegar a esta habían varias filas y filas de mesas, pero menos de una octava parte estaban ocupadas, se debía a que la hora en la que todos los soldados se levantaban era como a las 9 en punto, eso me dijo el cocinero a la hora de que le pregunte mientras me servía en mi plato, algo de carne, una ensalada, una barra que quien sabe que contenía y una botella de agua.

Camine entre varias mesas hasta que llegue a una que estaba algo lejos de los demás, me senté, me quite el casco y comencé a degustar mis alimentos.

Escuche dos pares de pasos que venían hacia mí, los ignore plantando mi mirada en mi plato, pensé que tal vez no venían en dirección hacia mí, fue que me di cuenta de lo equivocado que estaba cuando escuche el sonido de las dos charolas arrastrándose por la mesa y el ruido de unas armaduras al rosar con el asiento metálico de la mesa.

-¿hay algún problema si nos sentamos aquí?-dijo una voz la cual era familiar para mí y la reconocí al instante, se trataba de Ortega

Alce mi vista, y vi que ahí estaba Ortega y a su lado el mismo marine con el que estaba hablando cuando ocurrió lo de ema en el pelican.

-no, claro que no- dije, los tres seguimos comiendo, mientras una tención surgía de mí, ¿Qué querían?, ¿Por qué están aquí?, eso fue lo que me preguntaba en mi cabeza, fue que el silencio que nos envolvía se rompió cuando Ortega rompió el silencio.

El supervivienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora