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Diría que una parte de mí ya se ha acostumbrado a Yoongi

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Diría que una parte de mí ya se ha acostumbrado a Yoongi. Tanto, que cuando me mira, siento una ira y un nerviosismo que no logro explicar, a diferencia del miedo que sentía antes.

No sé qué pude haber hecho para lograr este trazo entre nuestras vidas.

Trato de evadir su mirada, pero parece imposible. Incluso si no lo miro, puedo sentirla clavándose en mí como agujas en la piel.

Quisiera ser el vencedor en el juego de miradas, sin embargo, estoy muy agotado para eso. Me pongo de pie y salgo de la cafetería. El descanso está a punto de terminar y lo que menos espero es tropezarme con él, otra vez.

El aula de clases es el único lugar seguro. No hay nadie más que yo y eso me proporciona paz.

Saco el celular del bolsillo de mi pantalón y entro a la aplicación. Instantáneamente, recibo un mensaje, como si hubiera esperado por mí.

TAEHYUNG:

¡Bebé Jungkook!

Sonrío por inercia y le respondo.

JUNGKOOK:

No soy un bebé

TAEHYUNG:

Si lo eres. Eres mi bebé.

No entiendo cuál es el punto de esto, quizás olvidarme de mis problemas y distraerme un buen rato.

JUNGKOOK:

Dices muchas cosas extrañas

TAEHYUNG:

Es mi forma de ser.

—¿Te divierte?

Doy un respingón y apago mi celular por inercia. Un escalofrío recorre mi espalda y alzo la mirada. Bangchan está recostado en el umbral de la puerta, con sus brazos cruzados y una mirada fría y prepotente. Yoongi cruza la puerta —indiferente y sin mirarme— hasta el escritorio del profesor Byun.

—¿Qué quieres? —farfullo.

Changbin se mueve y me muerdo la lengua. Guardo mi celular porque temo que me lo vuelvan a quitar.

—Así que eres gay, ¿no? —Toma una silla, la gira y se sienta frente a mí, como si fuera un interrogatorio—. Sabíamos que ocultabas algo.

Mis manos comienzan a sudar y me humedezco los labios. Me debato entre quedarme callado o hacerle frente.

No puede hacerme nada, al menos no mientras esté dentro de la escuela.

—¿A qué va eso?

—A que odio las escorias como tú. Me desagradas. —Me palpita el corazón tan rápido y fuerte que puedo sentirlo latiendo en mi cabeza. Tal vez tengo una bomba de tiempo encima y no me he dado cuenta. Miro de reojo a Yoongi, aunque este se mantiene inmutable—. Te gusta Yoongi, ¿cierto?

La fuerza se ha ido, incluso no ejerzo presión contra mis labios. ¿De qué está hablando? Seguramente el rubor a causa de la ira ha desaparecido y, en su lugar, estoy blanco como papel.

Tengo que aclararlo, mentirle. Ni siquiera miro a Yoongi por la vergüenza que tengo.

—No. Yo nunca...

Él sonríe como un completo maniático.

—Mientes —asegura—. Todos lo sabemos, incluso él. —Señala hacia atrás, y miro a Yoongi. Está cruzado de brazos y se esfuerza por no mostrar ningún gesto en su rostro, aunque inconscientemente tiene el ceño fruncido—. No dejas de mirarlo. Probablemente, ni siquiera puedes dejar de pensar en él. Dinos, ¿te masturbas mientras lo haces?

—¡Bangchan!

—¿Qué? ¿No quieres saberlo? —pregunta el susodicho, girándose para mirar a su amigo. Sonríe como si Yoongi fuera a hacerlo también, pero este se muestra furioso.

—No, no quiero. ¡Qué desagradable! —exclama, saliendo del aula ágilmente.

Sin saber en qué momento las lágrimas comienzan a salir y tengo que limpiarlas con rapidez, porque no quiero verme débil. Aunque seguramente ya me estoy viendo patético.

—Esta no es tu clase —le digo, intentando mantener mi voz en calma.

Se gira lentamente, mirándome con displicencia.

—Qué asco das, niño.

Apretuja los dientes, empuña sus manos y se da la vuelta con intenciones de irse; no sin antes tirar unas cuantas sillas al suelo. El molesto debo ser yo, no él. Es un hijo de... No, espero su madre también lamente haberlo parido. 

 

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novio virtual  » taekooktaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora