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—Quiero proponerte algo.

Me mira sin perder detalle algún. Sus labios están en una fina línea recta y el tono de su voz es neutro. Habla muy en serio. Vacilo un poco y, sin embargo, me animo.

—¿Qué necesitas?

—A ti.

—¿A mí?

— Sí, necesito que mi exnovio deje de joderme la vida. —Paso saliva con dificultad porque se me cierra la garganta. También aparto la mirada—. Sé que no nos conocemos muy bien y soy demasiado directo e incluso grosero por pedirte algo así de repente, pero la situación en la que estoy no amerita más mi tiempo. Por favor ayúdame. —Hace una pausa—. He sido demasiado paciente, le he dejado en claro que ya no deseo una relación con él, pero sigue insistiendo. No quiero seguir desperdiciando mi tiempo en la misma defensa. Debo cambiar mi táctica.

Cuando se detiene, uso el momento para procesar sus palabras y mirarlo de vuelta. Sus ojos ya no brillan como antes y noto el cansancio y la amargura de su relación pasada en su expresión.

Abro y cierro la boca varias veces. Tengo las palabras en la punta de la lengua, pero lo cierto es que no sale nada. Mi cuerpo sencillamente no se mueve.

—¿Por qué no lo denuncias?

Se encoge y entrelaza sus manos. No sé si es miedo o sigue sintiendo algo por él en el fondo, aunque diga que no.

—Es complicado.

Inspiro y con mis manos temblorosas tomo la limonada y le doy un sorbo. Fingir ser su novio me parece divertido, a la vez vergonzoso. Además, tendré que mentir sobre mi edad o podría meterse en problemas. Entre todas las personas, ¿está bien que sea yo?

—Entonces, ¿qué piensas? Puedes negarte.

—¿Por qué no otra persona? Es decir, no me he decidido aún, pero... Hay quienes podrían hacerlo mejor que yo.

—Es cierto —afirma, con aire pensativo—, podría pagarle a alguien. No obstante, confío en ti y pienso que no estaría fingiendo mucho.

—¿No?

—Hemos creado una bonita amistad, ¿no crees?

Por supuesto, mirarnos o tocarnos no sería tan incómodo para los dos, pues los acercamientos son cada vez más constantes.

—Ya, lo entiendo —asiento—. Y está bien, puedo hacer eso que me pides.

Sus ojos brillan nuevamente y me sonríe con alegría.

—De acuerdo. Ah... —Caviloso toma de su bebida y, después de pensarlo, vuelve a mirarme—. Solamente necesito que me vea contigo una vez, eso bastará para que me deje en paz. Así que tendrías que ir a mi casa otra vez. Si estás de acuerdo con eso, claro. Él lo entenderá.

Por la forma en como la expresión de su rostro se endurece y cambia de paz a inquietud, me hace suponer que, a pesar de esforzarse por alejar a esa persona, es indudable que sigue sintiendo algo por él, o sencillamente le cuesta dejarlo ir, y me permite entender que ha sido una relación de gran valor.

—¿Lo amas? —suelto.

"Torpe Jungkook"

Taehyung me mira sorprendido, luego se deja caer y suelta una risa amarga.

—¿Te interesa mi historia?

De repente su mirada es pícara y sus labios forman una especie de corazón, bastante sensual para mí.

—No. Es que pareces muy triste.

Se acomoda en la silla y toma aire.

—¿Alguna vez te has enamorado?

—Quizás.

—¿No fuiste correspondido?

"No, y ahora ese amor no correspondido de repente actúa extraño" —reflexiono.

—No te importa —murmuro.

Taehyung se acerca a mi oído y me alejo un poco por inercia. Una de sus manos se posa en mi hombro, mientras la otra cubre su boca, como si quisiera que el sonido de su voz no se dispersara en el lugar.

—¿Alguna vez has estado con un hombre? Ya sabes...

Lo empujo de inmediato. Él parece asustado y luego suelta una carcajada, que fácilmente me pone en vergüenza ante las personas que nos observan.

—Eres un grandísimo idiota.

—Entonces es eso. —A pesar de que su sonrisa sigue firme, ya no es como antes—. Dicen que cuando le entregas tu primera vez a alguien, será imposible olvidarlo. Yo le entregué mi primera vez, mi primer beso, mi primer amor sincero, mi primer... ya sabes, él simplemente se convirtió en mi primera vez.

Se alza de hombros y forma un gesto en su rostro, como si quisiera decir que se resignó a vivir con ello.

"Entonces, por ser Yoongi mi primer amor..."

—Dicen también que la primera vez duele —agrego con un suspiro.

—Sí, duele, pero es placentera.

La forma en que me mira me hace pensar que sus palabras tienen un doble sentido.

—Idiota.