51

12.4K 1.8K 232
                                    

Dos malditas semanas sintiéndome como un hazmerreír. Al menos podría haberme enviado algún mensaje. Algo, cualquier cosa. Mi cumpleaños es en tres días y me pregunto si llegará para entonces o le importará tan poco. Dijo que iríamos a la playa... Exhalo con fuerza y me levanto de la cama. Mi mente es un caos. Y seguir enojado menos que ayuda.

El clima ha estado algo extraño, vacila todo el tiempo. En la mañana hacía calor y ahora está lloviznando. El aire y las pequeñas gotas me abofetean la cara y cierro la ventana. Me siento tras el escritorio y comienzo a redactar un texto para la clase de inglés donde me describa a mi mismo. Permanezco en blanco por mucho tiempo.

A la mañana siguiente me preparo para ir a la escuela. Reviso el móvil y observo la única señal que me indica que no le ha llegado el mensaje siquiera. Debe estar bastante alejado. O sencillamente ha perdido el celular. Tampoco puedo culparlo por eso, pero me resulta más fácil hacerlo si quiero preocuparme menos y seguir mi día a día.

—No vas hoy —dicta mi madre mientras sostiene el celular cerca de su oreja. Asiente en varias ocasiones y vigila que me quede en donde estoy, cerca de ella, en medio de la sala—. Está bien. Sí. Adiós. —Cuelga y me mira con ojos tristes. El corazón se me acelera—. Llevaron a tu abuela al hospital. No te preocupes, está estable. Al parecer es por su diabetes.

—¿Iremos a visitarla?

—Si... —Se aguarda el celular en el bolsillo de su pantalón y se humedece los labios. Sé que hay algo que quiere decir, pero no sabe como hacerlo—. A tu tío no le dan permiso del trabajo para quedarse con tu abuela y tu abuelo debería de quedarse en casa, así que...

—¿Quieren que vaya a cuidarla?

Le ahorro andarse por las ramas y asiente.

—Serán por cinco días, desde hoy. Si no quieres puedo llamar y decirles que tienes exámenes pendientes.

—Está bien, ya aceptaste de todos modos. No me molesta, pero me hubiera gustado que me preguntaras primero, mamá.

—Lo siento. Tu tío sonaba muy preocupado así que pensé en ti para tranquilizarlo. No volverá a pasar.

Inspiro hondo y reacomodo la correa de mi mochila.

—¿Entonces debo llevar ropa y esas cosas? —Asiente de nuevo—. Iré a empacar.

Me muevo con agilidad y tomo todo lo que voy a necesitar. Estoy seguro de que ella hablará en la escuela, así que no debo preocuparme demasiado por faltar a clases. Cuando termino, me cambio de ropa y voy con mi madre, quién está lista desde mucho antes. Probablemente, le han dejado entrar tarde al trabajo con esta emergencia.

El centro médico Assan es muy reconocido en la ciudad y me alegra que mi abuela esté allí, pues he oído que tienen el mejor servicio. Mi madre entra conmigo a la habitación y posterior a eso, se despide de mi abuela y nos deja a solas. Me da dinero, bastante a mi parecer, para comprarme los alimentos del día.

Mi abuela, quien ya tiene el cabello corto, espeso y canoso, me sonríe hasta que los ojos se le desaparecen, estirandome los brazos otra vez. Ella siempre dice que es un placer verme. No obstante, creo que también le causa tristeza porque cada que me ve le recuerdo a su hijo fallecido.

—Estoy tan feliz de verte —me dice mientras sus manos me acunan las mejillas. Me hace sentar en la cama y me abraza con fuerza, tanta que puedo escuchar los latidos de su corazón—. Es una pena que estemos juntos en estas condiciones, me gustaría poder cocinarte algo delicioso.

Cuando me suelta, tomo una silla plegable y me siento a su lado.

—No tiene por qué ser ahora, abuela. Lo más importante es que sanes y vuelvas a casa.

—Yo estoy bien. El problema es que quieren tenerme aquí para ganar más dinero. Son bastante inteligentes. —Suelto una risotada y mi abuela también—. Y como estarás conmigo, tampoco voy a quejarme demasiado. No puedo.

—Le dije a mamá que quería pasar estas vacaciones con ustedes —le cuento, para seguir una charla amena.

Los ojos le brillan y la expresión de su rostro se apacigua.

—¿Acaso temes que me muera?

—¡No! Claro que no. —Mi abuela se ríe a carcajadas y yo me avergüenzo—. Lo decidí hace unos meses. Pero quería que fuera sorpresa.

—Entonces voy a comenzar a planificar nuestra navidad juntos. ¿Te dije que comencé a ir a clases de cocina?

—¿Cocina? —respondo, sorprendido—. Pero si tu comida ya es deliciosa.

Suelta un bufido. A veces me parece que hablo con una adolescente y no con una mujer de más de setenta años.

—Imagínate que no sabía hacer pasteles y ahora hago unos deliciosos. Incluso he vendido algunos. —Se vitorea—. Es muy bueno para desestresarse. A veces pongo a tu abuelo a batirme los huevos. La mano le queda temblorosa, pero es bueno para que se distraiga, de verdad.

No puedo evitar reírme al imaginar al abuelo como mano derecha de mi abuela. Ambos son pensionados y viven bien, así que intentar hacer otras cosas fuera de la rutina siempre es buen para ellos.

El día pasa tan rápido como los siguientes. En las noches procuraba ponerme al día con las clases, cuando mi abuela tomaba una siesta. Después de todo, los enfermeros no paraban de entrar hasta la madrugaba para suministrarle medicamentos.

Festejamos mi cumpleaños con un pastel que mi madre llevó al hospital. Mi abuela solamente se comió un poco y fue sin que el personal médico se enterara. Intentamos que no comiera; es terca, pero siguió estable. Yoongi me envió un mensaje de felicitaciones y algunos compañeros de clase también lo hicieron.

Nunca he celebrado mi cumpleaños, así que decidí no darme muchas esperanzas mientras Taehyung no apareciera. Y fue una buena idea, porque hasta el día de hoy sigo sin saber de él. Yoongi le preguntó a Minju por Taehyung y dijo que estaba bien. Todo estaba bien. Que bueno que fuera así para ella.

Salgo de la escuela con la mochila tirando de mi hombro después de pedir prestado tres libros en la biblioteca. La tira me marca la piel tanto como puede.

Llegando a casa, diviso un auto familiar estacionado al otro lado de la calle. El corazón me da un salto y se me encoge el pecho. No está el chofer por ninguno lado e intuyo que Taehyung ha venido solo. A pesar de sentirme feliz, la molestia crece como una semilla, al principio es algo pequeño, luego se convierte en enojo. No quiero verme terrible con el ceño fruncido y, sin embargo, no puedo evitarlo. 

novio virtual  » taekooktaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora