09.Temores

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— ¿Huir? — preguntó un sorprendido Gastón, frunciendo el entrecejo.— ¿Otra vez?

— Lo se, suena demasiado cobarde pero...¿Que otra idea se te ocurre?

Gastón se alzó de hombros, su cerebro no le permitía pensar en otra cosa que no sea la mujer que tantas pesadillas le traía. Quizá y lo que su mejor amigo proponía era la única solución para seguir manteniéndose con libertad, y vida.

— De verdad...— empezó, luego de varios segundos de silencio —...Ámbar estaba aquí antes de que me fuera a dormir, ¿Tan rápido se fue?

— Así que fuiste tú quien la dejó entrar.

— Ya la conoces. No pude contra ella.

— Las mujeres siempre te dominan.

— Igual que a ti — contraatacó. Matteo bajó la mirada y soltó un suspiro.

Inmediatamente la imagen de Luna con su expresión de decepción la invadió. Se sentía asqueado por la barbaridad que había cometido solamente por su maldita lujuria. Pero tampoco quería lastimar a Ámbar. Aunque era muy tarde como para evitarlo.

Porque su corazón latía cada vez mas fuerte cuando Luna estaba cerca. Y eso lo aterraba, lo aterraba mucho.

|...|

La rubia de ojos azules salió de la casa hecha un mar de lágrimas. Alzó la cabeza y una fría y gran gota de lluvia calló exactamente en su nariz, volvió a mirar hacia el suelo y se Abrazó a si misma, dando el primer paso para empezar a caminar, haciendo sonar sus altos tacones.

La helada noche estaba haciendo estragos en su cuerpo, y no pasaron ni cinco minutos en lo que iba caminando cuando sintió un escalofrío recorrerla. Suspiró, no sabía si era por la misma temperatura o simplemente las consecuencias del vil rechazo de hace poco.

Sin querer, se detuvo frente a una ventana y miró su reflejo. Su autoestima siempre estaba a tope y no tenía necesidad de que alguien la halagase, pero en ese momemto, se preguntó que era lo que a él no le gustaba. Pensó en teñirse el cabello de castaño o quizá cambiar el color de sus ojos por unos verdes claros. Cualquier cosa que llamara la atención de Matteo, algo que lo haga reaccionar. Y olvidarse de la idiota que había reaparecido en su vida.

— ¿Ambar? — miró a su costado y vio a un cansado Simón sosteniendo un paraguas y portando una pesada casaca.

— Ya me iba — dijo, haciéndolo a un lado para continuar su camino.

— ¿Estas bien? — agregó, acelerando el paso para estar a su altura.

— De maravilla.

— ¿Que tienes? — insistió. Ámbar Sollozó y cubrió su rostro con sus manos, deteniéndose en medio de la vereda.— por favor dejame ayudarte.

— ¿Que harías tú por mi? — dijo mirándolo incrédulo — no eres...no eres él.

— No soy Matteo, lo sé. — El muchacho se alzó de hombros — y me alegro de no serlo, porque yo no soy un imbécil que rechaza a una mujer tan hermosa como tú.

La ojiazul se limpió las lágrimas y escondió una sonrisa. Él siempre sabía como hacerla sonreír y sentir , aunque sea por un momento, que era especial para alguien.

— Dejame llevarte a casa — se ofreció, abriendo el paraguas justo antes de que la lluvia se desatara, acercándola a su cuerpo.

Love Warning® | Lutteo | CANCELADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora