Mirada

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Caminaba con total tranquilidad por las calles ligeramente húmedas por la lluvia que había caído temprano en la mañana, con sus manos metidas dentro de su chamarra de modo que el viento helado no las congelara. Por que aunque Sehun se hubiera puesto los guantes que su abuela le regaló en navidad, aun así estas estaban probablemente frías, ¿pero que más podía decir? Él siempre había sido de "manos heladas".

El sol estaba brillante sobre el cielo, sin embargo, el clima parecía querer llevarle la contraria. Después de todo, eran mediados de enero y apenas estaba terminándose el invierno, por lo que la temperatura era más bien baja.

Resoplando, vio al vaho saliendo de sus labios como una pequeña nubecita blanca que se extendía frente a él a medida que avanzaba por entre los edificios.

Sujetando ambos tirantes sobre sus hombros, reacomodó la mochila de nuevo sobre su espalda. No estaba tan pesada ya que en realidad no llevaba demasiados útiles. De hecho, Sehun solo tenía dentro de ella una solitaria libreta y un lapicero de tinta negra. Es todo lo que necesitaba.

Para ser la primera semana de clases, él incluso creía que ya iba lo suficientemente preparado. No como sus nuevos compañeros que incluso se habían acercado hasta su lugar para preguntarle si tenía algún lápiz disponible o si podía prestarles alguna hoja. De modo que él intuía que esos chicos habían asistido a la escuela sin llevar absolutamente nada con ellos. Tal parecía que las largas vacaciones de invierno habían dejado a los jóvenes más que deslumbrados.

Este curso era nuevo pero Sehun vio con alivio que algunos rostros familiares coincidían en su mismo grupo. Eso lo tranquilizó en al menos una parte pues no era un fanático de la labor de hacer amigos y sabía que la gente que ya lo conocía se acercaría a saludarle o lo invitaría a almorzar.

Y así fue. Después de enfrentarse al tedioso primer día en donde debía presentarse, él había hecho lo pertinente. Sabía que las miradas desconfiadas que venían en su dirección eran de ese modo debido a su apariencia algo intimidante. Él nunca sonreía pero eso era solo por que no sentía la necesidad de hacerlo. Si él quisiera sonreír, él simplemente lo haría.

Había tomado algo de tiempo pero al final aprendió que así es como era su personalidad. No tenía la necesidad de fingir ante los demás que era un chico agradable, aunque los pocos que habían hecho el intento le habían dicho que, en efecto, Sehun era una persona bastante agradable una vez que la conocías.

Suspirando, se detuvo junto con el resto de peatones que esperaban a que el semáforo les diera el paso para cruzar la avenida.

Había transcurrido una semana y Sehun podía decir que se sentía muy a gusto. Sus compañeros eran personas que respetaban su espacio y sobre todo: no le molestaban.

Eso era lo único que le importaba y probablemente lo mejor, ya no era un niño pequeño e indefenso...

Sehun frunció el ceño y alejó el recuerdo. Eso ya era parte del pasado.

Cuando la luz roja cambió a verde, él y el resto cruzaron sobre el paso peatonal pintado en blanco hasta la calle de enfrente. Ya que conocía cómo es que se comportaba la gente, él solo se escabulló en la parte final del grupo para no ser aplastado, tampoco le gustaba posicionarse al frente pues de igual forma terminaría siendo empujado para avanzar más velozmente y viendo que él no tenía prisa como el resto, no perdía nada con esperar pacientemente y cederles el paso, yendo siempre detrás.

Caminando sobre la banqueta, se detuvo y miró algunos segundos a su alrededor. No conocía muy bien esta parte de la ciudad. Trayendo su teléfono celular fuera del bolsillo de su chaqueta, desbloqueó la pantalla y vio con tristeza que no había nuevos mensajes. Ni modos, tendría que esperar a que el resto llegara.

El lindo esposo de Sehun ⟨⟨HunHan⟩⟩Donde viven las historias. Descúbrelo ahora