XXIII. Sacrificio

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Joshua P.D.V.

Cuando era joven, solía pensar que algún día disfrutaría de viajar, conocer mujeres y ganar dinero con la creciente empresa que había construido. Tal vez divorciarme un par de veces, y envejecer rodeado de gatos. No era el tipo que pensase en un futuro junto a alguien, ni mucho menos enamorarme y sentar cabeza. Lo digo enserio, la idea de alguien con mi misma sangre, y que me llamase "papá", jamás estuvo en mi plan de vida. Y era una de las pocas certezas de las que estaba completamente seguro, y a gusto.

Tal vez la raíz de mi problema yacía en que había crecido huérfano. Estar rodeado de niños siempre, que pedían a sus padres, o lloraban por las noches, o que por una u otra causa jamás llegarían a ser adoptados, me hizo tomar la decisión de jamás traer un hijo a este mundo. Al menos no con la persona incorrecta.

Lamentablemente, Dakota fue esa persona incorrecta para mí.

En una de las primeras fiestas de la empresa, la vi. Se veía hermosa, despampanante. Aun recuerdo el vestido negro que llevaba. Su cabello rubio y largo hasta la cintura. Labios carmines y largas pestañas. Era muy delgada, casi parecía como si al tocarla podrías romperla, y aun así se veía esbelta, delicada. Recuerdo su mirada temerosa, pero curiosa. Pude sentir un chispazo al verla por primera vez, como si encendiese algo dentro de mí.

Esa misma reacción, emoción me hizo conocerla.

Su padre era uno de los empresarios invitados, era tan frio y prepotente, que no comprendía como ella podía ser su hija. Ella era amable, muy educada. Incluso en una de nuestras charlas a solas, él me dijo que era una perra hipócrita. Tal vez debí ver eso como una señal de que ella tenía algo. Algo a lo que debía permanecer lejos.

Sin embargo, yo fui como una mosca dirigiéndose, persiguiendo la luz. Sin saber que luego de tocarla, solo habría tragedia.

Al comienzo, cada segundo con ella fue perfecto. Siempre sonriéndome, diciéndome lo mucho que me amaba. En ese instante, me sentía en el cielo, y quise seguir en ese cielo con ella, así que le pedí matrimonio. Todo desde ahí fue en declive.

Primero su padre la obligo a alejarse de mí, y como ella dijo que no, la desheredo y se alejo de ella. Luego la empresa empezó a entrar en una crisis, y ella dijo jamás debió haber aceptado casarse conmigo. Tome esto por un mal tiempo, algo pasajero.

Después dejamos de ir a fiestas y salir como pareja, con el argumento de que solo iba a ver culos nuevos para reemplazarla. La complací para tranquilizarla de que eso no pasaría jamás, y verla feliz y con la sonrisa que ahora empezaba a escasear.

Un día, la encontré en el acto con un hombre desconocido. En nuestro departamento. Me sentí devastado. Pero muchísimo más destrozado y preocupado al ver que ella me estaba chantajeando para que siguiera con ella o sino, se cortaría las venas. Fue uno de los momentos más tensos de mi vida.

Recibimos dos noticias el mes siguiente. La primera, que su padre había fallecido. Y la segunda que ella estaba embarazada.

Tenía un revoltijo de dudas en mi interior. Si ese niño seria mío o del otro hombre. Mi vida ya había comenzado a volverse un lio. Ella en cambio era una ruleta rusa de emociones. Un día lloraba por su padre, otro día me culpaba por su vida, otro estaba feliz por el bebé, y otro simplemente me quería por completo. Como los primeros meses juntos. Yo seguí aferrándome a la idea de que era pasajero, que solo era una mala racha.

Pasados unos días de enterarnos que seriamos padres, ella tuvo un aborto espontaneo.

La mezcla de sentimientos que tenía era descomunal. Tristeza, desconfianza, enojo, alivio, desconcierto, preocupación. Y ella pidiéndome que no la deje sola, que era lo único que tenia. Que las cosas mejorarían una vez casarnos.

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⏰ Última actualización: May 02, 2020 ⏰

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