🍭🍭 A salvo 🍭🍭

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2:45 AM.

JaeBum seguía en su oficina, ordenando los expedientes de los clientes del último mes.

Por alguna razón, el niño que se apareció en el edificio hace casi 2 meses seguía en sus pensamientos.

No era la primera vez que trabajaba con niños, pero sí la primera vez que uno se presentaba sin sus padres o algún tutor.

Llegó solo. Luciendo tan indefenso que dejó inquieto a JaeBum.

No sabía nada de él, sólo su nombre.

Y que seguramente sufría maltrato intrafamiliar.

  — Agh, carajo. — maldijo antes de tomar su teléfono marcar uno de sus contactos.

  — Espero que sea algo realmente importante para que me llames a esta hora, JaeBum.

  — Necesito tu ayuda, NamJoon. Hay una vida que salvar.

🍭

  — Es todo lo que pude conseguir.

Choi YoungJae, 16 años (a pocos días de cumplir 17), solía estudiar en la secundaria pública de uno de los vecindarios con menos recursos de Seúl. Según el expediente, abandonó la escuela al cumplir los 15 años.

  — Han violado su derecho a la educación, desde ahí ya tienen un delito en la lista.

  — Sí, y yo cometí uno al investigar al niño sin un permiso legal.

  — Oh, vamos. Sabes que de mi cuenta corre que no tengas ningún problema.

NamJoon suspiró.

  — Confío en ti, Im. — dijo tomando su saco, dejando todos los documentos en el escritorio de JaeBum. — Recuerda que eres un abogado, no un detective. Ten cuidado en cómo te involucras.

NamJoon se fue, dejando a JaeBum leyendo la información que uno de sus contactos le había traído.

Ya eran las 8 de la mañana, se mantuvo despierto casi toda la madrugada entre papeleos e intentos de encontrar información por su cuenta.

La primaria se encontraba a las afueras de Ilsan, en un vecindario chico.

El niño ya había pedido su ayuda. Su deber era dársela ¿no?

🍭

JaeBum bajó del taxi, vistiendo ropa lo más discreta que pudo. No quería llamar la atención de las personas.

  — Tenga cuidado, joven. Es un vecindario peligroso. — le dijo el taxista, devolviéndole su tarjeta de crédito.

Se notaba.

JaeBum caminó con sigilo por las solitarias calles, logró divisar la primaria a unas cuantas cuadras.

El vecindario parecía un pueblo fantasma, sin nadie alrededor. Las casas no tenían muy buena pinta y un fuerte aroma a sustancias ilícitas llenó sus fosas nasales al pasar por un parque abandonado.

Y entonces lo vio ahí.

Pequeño. Sucio. Descuidado. Indefenso.

𝑺𝑼𝑮𝑨𝑹 𝑫𝑨𝑫𝑫𝒀  🍭  𝑻𝑾𝑶𝑱𝑨𝑬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora