Capítulo tres.

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Emmanuel estaba recostado sobre el sofá, observando el televisor, cambiando de canal, pero principalmente impaciente porque Jenny terminara de vestirse. Habían decidido salir y como los lunes los cines otorgaban descuentos del 50% aprovecharon para cenar primero y luego ir a ver una película. Pero con lo que se tardaba su amada en el vestidor y en la ducha, terminarían por sólo ver la película o salir a algún lugar cerca.

-Amor...- volvió a repetir esperando que saliera de una vez del dormitorio.

Pero Jenny seguía vistiéndose, maquillándose o cualquier cosa que estuviese haciendo en el dormitorio. Emmanuel se sacó la campera y se acomodó sobre los almohadones del sofá, sabía que tenía para buen rato.

-¿Ganaron el caso?- le preguntó Lucas cuando fue a visitar a su amigo al juzgado. Con su traje color beige que combinaba con su cabello cobrizo, Federico estaba conversando con uno de los abogados del lugar y lo dejó a su amigo por un momento para arreglar un asunto legal.

Lucas se sintió completamente desaliñado con su ropa deportiva y con el rostro agitado, quiera o no ocultarlo, se notaba que había echado un polvo de media tarde.

-Lo veo en la mañana.- estiró el brazo para tomar su mano y despedirse del abogado, después se acercó a su deporivo amigo que lo esperaba sobre las escaleras del enorme juzgado.

-¡Díos mío! Qué tarde agotadora. No sé tu pero yo quiero atragantarme con alcohol en la noche. - le comentó Federico con rostro decaído y llevando por el hombro a Lucas hasta el auto.

-Ni loco. Quiero estar con Bianca.- respondió él cuando llegaron al coche.

-¡Ay por favor Lu! ¡Tan marica no puedes ser! No le va a pasar nada si la dejas unas horitas sola, ya es mayorcita, no necesita a un guardaespaldas.- refunfuñó ingresando en el coche. Arrojó la mochila en el asiento trasero y metió la llave para poner en marcha su antiguo cacharro.

-¡Dejá de hablar así de ella! - contestó furioso por el comentario. Se acercó a su amigo en el asiento acompañante y lo golpeó en el brazo con el puño.

-Golpeas como marica, vistes como marica y tienes una novia marica.- rió a carcajadas mientras cambiaba las marchas para sacar el auto del estacionamiento.

-Callate idiota.- Lucas miró al frente, con el ceño fruncido y odiándolo en silencio.

-¡Ba, no te enojes, era un chiste! Sabes que bromeo cuando hablo de esa chica.- le devolvió el golpe más suave sobre su hombro, para luego mirarlo y sonreír como un infante.

-Bianca, Fede, se llama Bianca.- repuso devolviéndole la sonrisa.

-Como se llame.- sacó el auto del estacionamiento y se adentraron en las casi oscuras calles de la ciudad. Eran alrededor de las ocho, por lo que el sol ya estaba oculto pero los rayos aún irradiaban luz al cielo. Era verano, amanecía temprano y oscurecía tarde.

-Necestio ver a un psicólogo, y nadie mejor que tu padre.- Federico lo observó con el ceño fruncido cuando paró el auto en un semáforo en rojo.

-¿Quieres que mi padre se te meta en la cabeza? - preguntó entrecerrando los ojos y arrugando la frente. Su amigo debería estar muy desesperado para recurrir a uno de los psicólogos con mayor experiencia y finalidad en sus casos.

-Si, lo necesito.- se acomodó en el respaldo del asiento, apoyando su cabeza y girando para ver a su conductor favorioto.- Hoy Bianca me dijo que me amaba, y yo le dije que me tenía que ir.-

Federico estalló en una sonora carcajada, que duró muy poco cuando divisó el rostro entristecido de su amigo.

-¿No es broma? ¿Enserio le dijiste eso?¡Valla, creo que de verdad necesitas a mi padre!- exclamó un vez calmado pero todavía con las intenciones de reírse un poco más para torturarlo.

Si tú no existierasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora