Capítulo Dieciséis.

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Desde aquél rechazo tan doloroso, Gian decidió ausentarse del hospital por al menos dos semanas. Con la simple excusa de necesitar tiempo ya que su madre se encontraba muy delicada, aprovechó e hizo su maleta para ir de viaje al campo, en busca de consejo, ya que su hermana capaz lograba ayudarlo, o simplemente burlarse de él por el inesperado rechazo de una mujer.

-No es gracioso.- replicó él molesto dejando la taza de té negro sobre la mesa redonda de madera oscura. E l aire del campo era muy distinto al de la ciudad. El clima por las noches era fresco, muy fresco, pero de día el sol iluminaba cada rincón del enorme campo Mador, perteneciente al esposo de su hermana Gabriel Mador; un arquitecto que se cansó de mundo en la gran ciudad.

-¡Sí lo es! - Julia se apoyó en la encimera celeste de las enorme cocina con la taza ya fría entre las manos.

Gian agachó el rostro y jugó con la bolsita del té. Julia se quedó callada un momento mientras lo observaba.

-¿Hablas enserio?- la pregunta resonó por toda la casa.

-Sí.- contestó él aún con la cabeza agachada.

-No puede ser cierto. - se sentó frente a él.- Si de verdad la amas, lo cual es muy difícil de creer, ¿por qué estás acá?- Gian levantó el rostro para mirarla.

-Me dijo que no me quería, que sólo estaba jugando con ella.- respiró hondo.- No quiere que me acerque a ella, no quiere saber nada de mí....-

-Y todo por tu pasado turbulento y con varias piernas desnudas....¡Vamos ya Gian, eres mejor que eso!- se acomodó el mechón rubio que cayó sobre su ojo.- Demostrale que se equivoca, demostrale lo que realmente sentís.-

-No sé cómo. Nunca lo hice.-

-Ingenio hermano. Los detalles son importantes; flores, chocolates, visitas, cartas, invitala a salir, intimidala. Hace que ella te necesite, te anhele, provocale ese sentimiento de pérdida y desolación si no está contigo.- sonrió de oreja a oreja.- No es tan difícil pequeño.-

-¿Así conseguiste casarte?- preguntó Gian con un tono dulzor en su boca.

Julia se limitó a sonreír. A los pocos minutos apareció su perra Betsy con un listón alrededor de su cuello de color rosa y una pelota amarilla de tenis en la boca.

 Emmanuel había decidido asistir a la boda de su hermana, pero necesitaba volver para arreglar algunos asuntos de su trabajo, por lo que aquél lunes, junto a Jenny partieron temprano en la mañana.

-¿Podrías contarme quién era ella?- preguntó Jenny mientras esepraba que el avión despegase.

-¿Quién?- respondió confuso Emmanuel. 

-La mujer rubia, de la otra noche.- se acostó sobre el respaldo del asiento y esperó alguna reacción.

Emmanuel miró al frente, luego hacia atrás por si alguna azafata venía y se volvió para acomodarse en su asiento. se agarró las manos mientras que se las apretaba. Estaba nervioso, muy nervioso y asustado por lo que pudiese pensar ella.

-Nadie, una vieja amiga.- contestó furioso.

Ella tomó sus manos con delicadeza y comenzó a acariciarlas. Se apoyó en su hombro y se quedó en silencio, esperando que hablase o dijera algo, pero él le besó la cabellera y se recostó en su asiento.

El transcurso del viaje ninguno habló demasiado con el otro, sólo se limitaron a mirarse, sonreír y fingir como si nada ocurriese en ese momento. De igual manera, la cabeza de Jenny continuaba trabajando a pesar de que él se había limitado a llamarla "vieja amiga", lo cual Jenny cuestionaba y se martillaba el cerebro tratando de descubrir quién era y qué historia había entre ellos. 

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⏰ Última actualización: Jan 25, 2015 ⏰

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