Capítulo quince.

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Haber elegido irse en el auto de aquél hombre de negocios no le supuso ningún riesgo. Compartían el mismo hotel, los mismo servicios de habitación y además lo había conocido a él y a su grupo de empresarios con la misma vestimenta. Todos con smoking y corbata, camisa blanca y zapatos de cuero, el cabello bien peinado y relojes y joyerías carísimas que solamente Paola había visto en su padre, de vez en cuando. Así que se ofreciera para llevarla al hotel le pareció fantástico, de paso no tendría que ver ni a Lucas ni Federico, necesitaba tiempo para pensar, aunque sea en algunas cosas.

-¿Viniste de vacaciones?- le preguntó él.

-Sí, por el fin de semana nada más. - Paola lo miró mientras conducía, ese auto o máquina era tan ligero y fácil de usar.

-Ah.- se paró en un semáforo en rojo y prendió la radio. Cualquier cosa era mejor con tal de no escuchar sus pensamientos y la ardiente lujuria de tener a esa rubia entre sus brazos, pero ya se las ingeniaría para conseguirlo. Paola dibujó círculos en la ventana, sin saber lo que por la cabeza de él sucedía. 

-¿Tienes novio?- la pregunta resonó por la cabeza de Paola como el eco en las montañas. ¿Acaso tengo novio? ¿ Soy la novia de Lucas? No lo creo, nunca lo comentó ni mencionó nada, pensó. ¿Debería decirle que sí?

-No.- sonrió ella.

-¿Puedo preguntarte algo?- 

-Claro.- Paola dejó de dibujar sobre la ventana y puso su atención en aquél enigmático hombre.

-¿Porque estás descalza y con un boxer?- a él se le escapó una ligera risa que escondió bajo su mano.

-Es que....- las mejillas de ella se estaban poniendo rojas profundamente, no sabía por qué había salido con eso, pero después se dio cuenta que su vestimenta era muy llamativa.- No tuve tiempo de cambiarme...tuve que venir rápido, ya sabes...hospitales.- susurró avergonzada.

Él instintivamente le levantó el mentón y la miró a los ojos. Paola no entendía lo que ocurría, pero sus ojos eran siniestros y ocultaban chispas oscuras, su color se había ensombrecido o capáz era por la oscuridad de la noche, de todas maneras, sintió una punzada en el pecho y el frío miedo recorrió su cuerpo, hasta podría parecer un tanto poseído por la forma en que sus ojos penetraban en los de ella. Era raro, pero su hermoso rostro ocultaban la siniestra mirada que tenía.

-Me imagino.- respondió con vos firme y ruda, sin dejar de mirarla, le soltó el mentón y siguió conduciendo. Paola esperaba ansiosa a que llegasen cuanto antes al hotel.


-Así que embarazada.- comentó Gian apoyado sobre el marco de la puerta. Bianca lo miró avergonzada, luego bajo el rostro para jugar con la manta de lana que una de sus enfermeras le había traído. Según ella esa manta tenía poderes curativos y la ayudarían con lo que sea que tuviese, sólo que no sabían que lo que tuviese era un bebé. 

-No lo sabía...- susurró- pero debí imaginármelo.- varios mechones de la cola alta cayeron sobre su rostro.

-¿No tuviste síntomas?- preguntó acercándose a ella, se sentó justo a su lado y fue acomodándole cada mechón detrás de su oreja, quería verla o más bien quería ver su reacción cuando le contara sobre la proposición que tenía.

-No...bueno, algunos olores comenzaron a molestarme, y tenía apetito, más del habitual.- sonrió.- Pero no fui capáz de creérmelo, por eso no quise....no quise que nadie supiera hasta yo estar segura.- Gian apoyó su mano sobre su mejilla e instintivamente Bianca buscó la calidez de esa mano. Posiblemente haya hecho eso pensando en Lucas, posiblemente no, pero de todas maneras, el corazón de Gian latía con velocidad y sus ojos no se creían lo que sucedía. Ella abrió los ojos y se fijo en el rostro preocupado de él.

Si tú no existierasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora