36. El mapa del merodeador.

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La señora Pomfrey insiste en que nos quedáramos en la enfermería el fin de semana. Harry no se queja, pero no permite que tiren los restos de la Nimbus 2.000. Sabe que es una tontería y que la Nimbus no puede repararse, pero Harry no puede evitarlo. Era como perder a uno de sus mejores amigos.

Nos visita gente sin parar; todos con la intención de infundirnos ánimos. Hagrid nos envía unas flores llenas de tijeretas y que parecen coles amarillas, y Ginny, sonrojada, aparece con una tarjeta de saludo que ella misma ha hecho y que canta con voz estridente salvo cuando se cierra y se mete debajo del frutero.

El equipo de Gryffindor vuelve a visitarnos el domingo por la mañana, esta vez con Wood, que asegura a Harry con voz de ultratumba que no lo culpa en absoluto. Ron y Hermione no se van hasta que llega la noche. Pero nada de cuanto dijera o hiciese nadie podía aliviar a Harry, porque los demás sólo conocen la mitad de lo que le preocupa.

No ha dicho nada a nadie acerca del Grim, ni siquiera a Ron y a Hermione, porque sabe que Ron se asustara y Hermione se burlaría. El hecho es, sin embargo, que el Grim se le ha aparecido dos veces y en las dos ocasiones ha tenido accidentes casi fatales. La primera casi lo había atropellado el autobús noctámbulo, por lo que me explico. La segunda ha caído de veinte metros de altura.

Y luego están los dementores. Harry se siente muy humillado cada vez que piensa en ellos. Todo el mundo dice que los dementores son espantosos, pero nadie se desmaya al verlos... Nadie más oía en su cabeza el eco de los gritos de sus padres antes de morir.

— Hannah, ¿Cómo es que puedes contra los dementores? — me pregunta Harry, en el almuerzo del lunes.

— Uso el hechizo Patronus, que sirve para repelerlos — le explico — Se supone que lo aprenderemos en sexto año porque es algo complicado, pero en tu caso, creo que deberíamos decirle al profesor Lupin que te lo enseñe.

—  Eso sería genial...

— Hola Hannah — dice una voz detrás de mí y los cuatro volteamos. Un chico alto y guapo, me sonríe. — Hola a todos.

— Hola... ¿Cedric? — le respondo con duda, la fuerte lluvia no me permite recordarlo.

— Sí, el partido no fue la mejor manera de conocernos... eh querido hablar contigo, el año pasado te envíe una tarjeta, pero...

— Lo lamento, yo no leí ninguna... esos días no eran buenos — le respondo apenada y me pongo de pie.

— Cierto... yo... eh, también quería saber como estás — dice y lo noto algo nervioso.

— Oh genial, la señora Pomfrey ya está acostumbrada a que la visitemos — le digo en broma.

— Eres muy valiente y...

— Se nos hace tarde para nuestra clase — dice Harry y nuestro amigos se ponen de pie.

— Es cierto, también se me hace tarde — dice Cedric y sonríe — Que tengan un buen día. Fue bueno hablar contigo Hannah.

Se va con una gran sonrisa, parece un buen chico. Harry sale, seguido de cerca por Ron, tal vez en verdad estamos llegando tarde. Con Hermione, nos apuramos por alcanzarlos.

— Me cayó bien, parece un buen chico — le digo a Hermione — Ahora me siento mal por no haber leído las cartas.

— ¿Las tienes? Me gustaría saber que dice — me dice ella.

— Las tengo en casa, supongo que en vacaciones las leeré.

—Si Snape vuelve a dar la clase de Defensa Contra las Artes Oscuras, me pondré enfermo — dice Ron, cambiando de tema —. Mira a ver quién está, Hermione.

Harry Potter, una historia diferente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora