45.El vasallo de lord Voldemort.

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Hermione da un grito. Black se pone en pie de un salto. Harry salta también como si hubiera recibido una descarga eléctrica. 

—He encontrado esto al pie del sauce boxeador —dice Snape, arrojando la capa a un lado y sin dejar de apuntar al pecho de Lupin con la varita—. Muchas gracias, Potter, me ha sido muy útil. 

Snape esta casi sin aliento, pero su cara rebosa de una sensación de triunfo. 

—Tal vez se pregunten cómo he sabido que estaban aquí — dice con los ojos relampagueantes—. Acabo de ir a tu despacho, Lupin. Te olvidaste de tomar la poción esta noche, así que te llevé una copa llena. Fue una suerte. En tu mesa había cierto mapa. Me bastó un vistazo para saber todo lo que necesitaba. Te vi correr por el pasadizo. 

—Severus... —comienza Lupin, pero Snape no lo oye. 

—Le he dicho una y otra vez al director que ayudabas a tu viejo amigo Black a entrar en el castillo, Lupin. Y aquí está la prueba. Ni siquiera se me ocurrió que tuvieran el valor de utilizar este lugar como escondrijo.

—Te equivocas, Severus —dice Lupin, hablando aprisa—. No lo has oído todo. Puedo explicarlo. Sirius no ha venido a matar a Harry. 

—Dos más para Azkaban esta noche —dice Snape, con los ojos llenos de odio—. Me encantará saber cómo se lo toma Dumbledore. Estaba convencido de que eras inofensivo, ¿sabes, Lupin? Un licántropo domesticado... 

—Idiota —dice Lupin en voz baja—. ¿Vale la pena volver a meter en Azkaban a un hombre inocente por una pelea de colegiales? 

¡PUM!

Del final de la varita de Snape surgen unas cuerdas delgadas, semejantes a serpientes, que se enroscaron alrededor de la boca, las muñecas y los tobillos de Lupin. Este pierde el equilibrio y cae al suelo, incapaz de moverse. Con un rugido de rabia, Black se abalanza sobre Snape, pero Snape apunta directamente a sus ojos con la varita. 

—Dame un motivo —susurra—. Dame un motivo para hacerlo y te juro que lo haré. 

Black se detiene en seco. Es imposible decir qué rostro irradia más odio. Harry se queda paralizado, sin saber qué hacer ni a quién creer. Dirige una mirada a Ron y a Hermione. Ron parece tan confundido como él, intentando todavía retener a Scabbers. Hermione, sin embargo, da hacia Snape un paso vacilante y dice casi sin aliento: 

—Profesor Snape, no... no perdería nada oyendo lo que tienen que decir;¿no cree? 

—Señorita Granger; me temo que vas a ser expulsada del colegio —dice Snape—. Ustedes se encuentran en un lugar prohibido, en compañía de un asesino escapado y de un licántropo. Y ahora te ruego que, por una vez en tu vida, cierres la boca. 

—Pero si... si fuera todo una confusión... 

—¡CALLATE, IMBÉCIL! —grita de repente Snape, descompuesto—. ¡NO HABLES DE LO QUE NO COMPRENDES! —Del final de su varita, que sigue apuntando a la cara de Black, salieron algunas chispas. Hermione guarda silencio, mientras Snape prosegue—. La venganza es muy dulce —le dice a Black en voz baja—. ¡Habría dado un brazo por ser yo quien te capturara! 

—Eres tú quien no comprende, Severus —gruñe Black—. Mientras este muchacho meta su rata en el castillo —señala a Ron con la cabeza —, entraré en él sigilosamente. 

—¿En el castillo? —pregunta Snape con voz melosa—. No creo que tengamos que ir tan lejos. Lo único que tengo que hacer es llamar a los dementores en cuanto salgamos del sauce. Estarán encantados de verte, Black... Tanto que te darán un besito, me atrevería a decir...

Harry Potter, una historia diferente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora