33. El boggart.

188 15 0
                                    

Malfoy no vuelve a las aulas hasta última hora de la mañana del jueves, cuando los de Slytherin y los de Gryffindor estamos en mitad de la clase de Pociones, que dura dos horas. Entra con aire arrogante en la mazmorra, con el brazo derecho en cabestrillo y cubierto de vendajes, comportándose, según le parece a Harry, como si fuera el heroico superviviente de una horrible batalla.

—¿Qué tal, Draco? — dice Pansy Parkinson, sonriendo como una tonta — ¿Te duele mucho?

—Sí — dice Malfoy, con gesto de hombre valiente. Pero veo que le guiña un ojo a Crabbe y Goyle en el instante en que Pansy aparta la vista.

—Siéntate — le dice el profesor Snape amablemente.

Harry y Ron se miran frunciendo el entrecejo. Si hubieran sido ellos los que hubieran llegado tarde, Snape no los habría mandado sentarse, los habría castigado a quedarse después de clase. Pero Malfoy siempre se ha librado de los castigos en las clases de Snape. Snape es el jefe de la casa de Slytherin y generalmente favorece a los suyos, en detrimento de los demás.

Este día elaboramos una nueva pócima: una solución para encoger.

Malfoy coloca su caldero al lado de Harry y Ron, para preparar los ingredientes en la misma mesa.

—Profesor — dice Malfoy —, necesitaré ayuda para cortar las raíces de margarita, porque con el brazo así no puedo.

— Weasley, córtaselas tú — ordena Snape sin levantar la vista.

Ron se pone rojo como un tomate.

— No le pasa nada a tu brazo — le dice a Malfoy entre dientes.

Malfoy le dirige una sonrisita desde el otro lado de la mesa.

— Ya has oído al profesor Snape, Weasley. Córtame las raíces.

— Yo lo haré - me ofrezco y eso sorprende a todos, Snape levanta la mirada - Ya he terminado con mi poción profesor, puedo ayudar a Draco a ponerse al día.

— Bien - dice como cierto tono de molestia.

Pansy me mira desde su asiento con mucho odio y al acercarme a Draco, él me queda mirando.

Me coloco delante suyo y con cuidado comienzo a cortar sus raíces.

- Lamento haber arruinado tus planes - le murmuro.

- Tuve que haberlo previsto.

- ¿Cómo te sientes? - le pregunto.

- ¿Te importa? - me dice con arrogancia.

- Quita ese tono de idiota conmigo Dragón, sé que ya estas bien y sí, me importa - le respondo levantando la mirada - ¿Supongo que necesitas ayuda con lo demás? - agrego en voz alta.

- Sí...

- Bien, ve vertiendo eso con cuidado - le digo - ¿Sabes que lo ocurrido fue tu culpa, verdad? - agrego y no responde - Tal vez quieras darle un gusto a tu padre y no te juzgo, pero Hagrid no se quedará sin empleo.

- Mi padre...

- Sí, lo sé, no dejará de dar pelea - lo interrumpo - Solo ten cuidado con lo que haces, algún día podrías arrepentirte y tal vez ya sea tarde...

Unos calderos más allá, Neville afronta varios problemas. Suele perder el control en las clases de Pociones. Es la asignatura que peor se le da y el miedo que le tiene al profesor Snape empeora las cosas. Su poción, que tiene que ser de un verde amarillo brillante, se ha convertido en...

— ¡Naranja, Longbottom! — exclama Snape, levantando un poco con el cazo y vertiéndolo en el caldero, para que lo viera todo el mundo —¡Naranja! Dime, muchacho, ¿hay algo que pueda penetrar esa gruesa calavera que tienes ahí? ¿No me has oído decir muy claro que se necesitaba sólo un bazo de rata? ¿No he dejado muy claro que no había que echar más que unas gotas de jugo de sanguijuela? ¿Qué tengo que hacer para que comprendas, Longbottom?

Harry Potter, una historia diferente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora