37. Sorpresa en Navidad.

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Harry parece bastante aturdido, mientras que lo ayudo regresar al sótano de Honeydukes, atravesamos el pasadizo y entramos en el castillo. Lo único que sé es que el viaje de vuelta parece no habernos costado apenas tiempo.

¿Por qué nadie le ha explicado nada de aquello? Dumbledore, Hagrid, el señor Weasley, Cornelius Fudge... mi padre ¿Por qué nadie le ha explicado nunca que sus padres habían muerto porque les había traicionado su mejor amigo?

Con Ron y Hermione observamos intranquilos a Harry durante toda la cena, sin atrevernos a decir nada sobre lo que hemos oído, porque Percy esta sentado cerca. Cuando subimos a la sala común atestada de gente, descubrieron que Fred y George, en un arrebato de alegría motivado por las inminentes vacaciones de Navidad, han lanzado media docena de bombas fétidas.

Harry, que no quiere que Fred y George le pregunten si hemos ido o no a Hogsmeade, se va a hurtadillas hasta el dormitorio vacío y abre el armario. Lo observo en silencio.
Echa todos los libros a un lado y rápidamente encuentra lo que buscaba: el álbum de fotos encuadernado en piel que Hagrid le había regalado hacía dos años, que esta lleno de fotos mágicas de sus padres. Se sienta en su cama y me hace un gesto para que lo acompañe y comienza a pasar las páginas hasta que...

Se detiene en una foto de la boda de sus padres. Su padre saluda con la mano, con una amplia sonrisa. El pelo negro y alborotado que Harry ha heredado se levanta en todas direcciones. Su madre, radiante de felicidad, esta cogida del brazo de su padre. Y allí... aquél debe de ser. El padrino.

Si no hubiera sabido que es la misma persona no habría reconocido a Black en aquella vieja fotografía. Su rostro no esta hundido y amarillento como la cera, sino que es hermoso y esta lleno de alegría.

— Harry, no tengo palabras después de lo que escuchamos, pero no estás solo en esto — le digo tomando su mano — Mañana saldremos de aquí e iremos a casa y podrás despejarte — beso su mejilla antes de levantarme — Intenta descasar.

—Harry..., tienes un aspecto horrible — dice Hermione.

Seguro no ha podido pegar el ojo hasta el amanecer.

—¿Dónde está todo el mundo? — pregunta Harry

— ¡Se han ido a desayunar antes de haya que tomar el tren! Hoy empiezan las vacaciones, ¿no te acuerdas? — pregunta Ron, mirando a Harry detenidamente.

Harry se sienta en una silla al lado del fuego. Al otro lado de las ventanas, la nieve sigue cayendo. Crookshanks esta extendido delante del fuego, como un felpudo de pelo canela.

— Es verdad que no tienes buen aspecto, ¿sabes? — dice Hermione, mirándole la cara con preocupación.

—Estoy bien — dice Harry.

—Escucha, Harry — dice Hermione, cambiando con Ron una mirada — Debes de estar realmente disgustado por lo que oímos ayer. Pero no debes hacer ninguna tontería.

— ¿Como qué? — dice Harry.

— Como ir detrás de Black — dice Ron, tajante.

Ambos nos damos cuenta de que han ensayado aquella conversación mientras estábamos dormido. No dice nada.

— No lo harás. ¿Verdad que no, Harry? — dice Hermione.

—Porque no vale la pena morir por Black — dice Ron.

Harry los mira. No si no entendieran nada.

—¿Saben qué veo y oigo cada vez que se me acerca un dementor? — Ron y Hermione niegan con la cabeza, con temor —. Oigo a mi madre que grita e implora a Voldemort. Y si ustedes escucharán a sus madre gritando de ese modo, a punto de ser asesinada, no lo olvidarían fácilmente. Y si descubrieran que alguien que en principio era amigo suyo la había traicionado y le había enviado a Voldemort...

Harry Potter, una historia diferente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora