-La tarde del día antes-

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18:25 horas. Casa de Claire.

—¿Ya tienes el guión escrito?

Allison está sentada en el borde de la cama, con las piernas cruzadas. Acaba de mandarle un mensaje a Dave, su novio, para preguntarle a qué hora debe estar en su casa para partir rumbo al bosque. Respira hondo y se acomoda un mechón de cabello. A ella no le agrada mucho la idea de pasar una tarde -y una noche- entera en aquel lugar, pero sabe que nada puede hacer. Nada. Sus calificaciones en literatura son desastrosas, y por lo tanto, aquel proyecto es su única salvación.

—Sí, solo me falta arreglar un par de detalles y listo—contesta Claire, sonriendo. Ella está sentada en el escritorio,frente a su notebook—. Será una gran experiencia, ¿no lo crees?

—No lo sé—repone la aludida, incorporándose—. Estoy un poco asustada, no me gusta ese bosque. Es aterrador.

Claire deja de teclear bruscamente, y gira en su silla hasta quedar cara a cara con su amiga -una adolescente delgada, alta, de cabello rubio y ondulado, y  pequeños ojos color avellana-. La dueña de la casa sabe que sus ojos oscuros y su cabello castaño no pueden competir con los atributos de Allison. Sin embargo, aquello jamás le interesó: Claire solo busca sacar excelentes notas para conseguir una beca en la facultad privada más alejada de la ciudad posible; su sueño siempre fue ser médica y escritora.

—Vaya, Alli. ¡No tienes de qué preocuparte! ¿Qué es lo peor que puede pasar? ¿Ser asesinadas por un psicópata?—la chica larga una carcajada estruendosa—. Hay que disfrutar. Falta menos de un mes para que acabe el curso y entonces todo habrá llegado a su fin. Cada uno de nosotros irá a una Universidad diferente…, y solo Dios sabe cuándo nos volveremos a ver de nuevo.

 Allison esboza una sonrisa débil, casi forzada.

—Tienes razón, amiga. Soy una tonta—aprieta sus labios y acaricia su mejilla—. Me parece que en realidad, a lo que le temo, es a lo que hay después del secundario. Estoy aterrada, ¿sabes? ¿Y si no consigo entrar a ninguna institución terciaria? Mis padres no lo soportarían…. Me sentiría muy culpable.

Claire se levanta de su asiento y se aproxima a Allison. Acto seguido, la abraza.

—Nada malo ocurrirá, ¿sí?—le murmura al oído.

—Es que desde la muerte de Jonathan me siento muy presionada—solloza la muchacha—. Mis papás tienen sus ojos puestos en mí. No puedo darme el lujo de fallarles.

Claire conoce la tragedia que azotó a Allison el año anterior. El hermano mayor de su amiga, Jonathan, perdió la vida al ser aplastado por un camión en la carretera estatal mientras se dirigía, en moto y sin casco, hacia su hogar. Fue un acontecimiento que marcó a la ciudad.

—No lo harás, Allí. Confía en mí. Todo saldrá bien.

19:50 horas. Cancha de fútbol del Instituto Mayor "San Domínguez".

—Las carpas son como para cinco personas cada una—exclama Dave, secándose el sudor de la frente. Está sentado al estilo indio cerca de los alambrados que separan el  recinto educativo de la calle. A su lado están Bastian y Theo. Esto último juega a pasarse una pelota de fútbol de una mano a otra—. Prácticamente tuve que suplicarle para que me las prestara. Papá es muy inseguro con sus cosas.

 —¡Para no!—vocifera Bastan, riendo—. La última vez que te prestó su camioneta casi la estrellas contra una columna de cemento.

—Ah, pero eso fue diferente. Estaba recién aprendiendo a manejar y me dejaron solo contra el mundo.

—No es tan diferente—agrega Theo, sin dejar de mirar el balón—. Eres cabeza hueca  por naturaleza.

—¿Yo? Dime, ¿a quién plantaron el mes pasado en una pizzería? Recuérdamelo.

Theo queda rojo de la vergüenza y no responde.

—Golpe bajo—farfulla Bastian—. Pero volviendo a lo importante, ¿a qué hora tomamos el ómnibus mañana? Será un viaje un poco largo hasta el bosque.

—Acaba de enviarme un mensaje Alli preguntándome lo mismo—replica Dave, rascándose el mentón—. Supongo que si salimos a las nueve llegamos bien, ¿no?

—Vale.

—¡Puto profesor!—chilla Theo, resoplando—. ¿Por qué tiene que mandarnos trabajos tan estúpidos? ¡Vaya mierda!

Dave se incorpora, y en un movimiento ágil le quita la pelota de las manos a su amigo.

—¿Prefieres redactar un texto de mil páginas acerca del porqué del “Never More” del cuervo?

Theo se levanta rápidamente y Bastian lo imita. La luz de los faroles nocturnos alumbra el lugar a medias, dándole un tinte siniestro a la escena. Dave corre con el balón de aquí para allá, haciendo jueguitos.

—Solo digo que ir hasta el bosque me parece exagerado ir hasta el bosque—se defiende Theo, ofuscado.

—¿Acaso estoy oyendo cacaraquear a una gallineta?—se mofa Dave, metiendo un gol—. ¿Tienes miedo?

El aludido se encoge de hombros.

—¿No escuchas lo que dicen por ahí?

Bastian esboza una sonrisa curiosa y le echa una mirada cómplice a Dave. Theo guarda silencio, procurando aumentar el misterio.

—¿Qué es lo que dicen?—el muchacho se cruza de brazos—. A ver, cuéntame qué es lo tan tenebroso.

—¿De verdad no conoces la historia de Slenderman?

Dave se carcajea y Bastian aprieta los dientes para no burlarse.

—¿La del tipo alto y con muchos brazos?

Theo asiente con la cabeza.

—Puede dominarte con la mirada. Puede hacer que te vuelvas loco. Incluso, puede matarte.

—Ay, Theo, estás quedando loco de leer ese tipo de cosas en internet—musita Dave, recogiendo la pelota con sus manos—. ¿Me estás hablando en serio? ¡Dios! No me vas a decir que ahora también crees en el coco y en la llorona, ¿o sí?

—Él existe. Y estoy convencido de que está en bosque.

—¿Justo en el bosque al que vamos?

—¿Por qué no?

—¡Porque es absurdo, amigo!—Dave pone los ojos en blanco—. Bastian, di algo. ¿Tú que piensas de esta locura?

Bastian arruga la frente. El sonido de los grillos cantando rompe el clima calmo que envuelve a la noche.

—Pues…, me parece que debería visitar un psicólogo urgente.

Dave ríe con satisfacción. Theo chasquea la lengua.

—No es gracioso, amigos. Slenderman es muy poderoso, deberían respetarlo.

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La venganza de SLENDERMANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora