Capítulo uno

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Las ráfagas de viento deban cierto sentimiento de vértigo en el estómago de Hanji, lo cual consideró estúpido, ya que había perdido la cuenta de cuantas veces había estado sobre la muralla.

Los dolores aliviados por la descarga de adrenalina en su sistema, comenzaban a aparecer nuevamente. Al igual que un horrible dolor punzante en las sienes y los insoportables cólicos menstruales.

Debía centrarse en lo que verdaderamente importaba; sacarle información de la muralla a Nick. Se animó mentalmente a seguir adelante.

Tú puedes, se dijo.

–Bien... ya es hora de que me lo cuente –el hombre arrodillado e inclinado hacia delante viendo las capas que cubrían al titán, ni siquiera se inmutó ante la orden. Hanji sabía que perdiendo la cabeza no se llagaba a ningún lado, por lo que intentó sonar lo más razonable y amable que le fue posible–. ¿Qué hace ahí el titán? ¿Por qué está dentro de la muralla? Y, ¿por qué lo mantuvieron en secreto?

El hombre, tras unos eternos segundos, se puso de pie con parsimonia. Escudriñó con atención a la figura femenina frente a sí, él la conocía; Hanji Zoë, científica y líder de escuadrón. Frunció el ceño con fuerza. No permitiría que la curiosidad, prepotencia y autoridad de una infame mujer acabara con todo lo que había construido.

–Estoy ocupado –se limpió las rodillas–. Destrozaron mi iglesia y a los feligreses. ¡Es culpa suya! ¡Demandaré una restitución! Ahora, bájenme de aquí.

Los intentos por no perder los nervios fueron a dar a la basura. ¿Ese idiota no sopesaba la situación? ¿Cómo es que no se daba cuenta?

Las cejas de Hanji se aproximaron la una de la otra. Ya había perdido los papeles y no estaba interesada en razonar con el jodido calvo frente a ella.

–Como quieras –masculló mientras se acercaba hasta el hombre. Bruscamente lo tomó por las ropas, jaló hasta que éste quedó al borde de la muralla. La vida de Nick dependía netamente en la fuerza de sus brazos. No sintió compasión–. ¿Le sirve que lo baje desde aquí?

Ni las pisadas apresuradas de sus soldados, ni la voz de Moblit la hicieron cambiar de opinión. Vio por el rabillo del ojo como Nifa se apresuraba a detenerla.

–¡No se acerquen! –gritó. Todos quedaron estáticos en sus lugares, pensando que tal vez si ellos no hacían ningún movimiento, el tiempo se detendría por unos segundos–. No estoy para bromas. ¿Sabes por qué la Legión derrama tanta sangre? ¡Para recuperar la libertad que los titanes nos arrebataron! Por esa razón nos jugamos la vida. –lo zamarreó, Nick estaba aferrado al brazo de la fémina– No te lo pedí, te ordené que hablaras. Si no lo haces tú, buscaré a otro. Al fin y al cabo tu vida no sería suficiente.

Nick conocía a esa mujer, no del todo, pero si lo suficiente como para saber que era capaz de soltarle las ropas. La tentación de contarle la verdad hormigueó en su lengua, pero la contuvo. ¿Y qué si moría por ocultar la verdad? Ella tenía razón... su vida no vale lo suficiente.

–Suéltame.

–¿Ahora mismo?

El aire vaciló entre sus dientes, provocando un silbido antes de articular la afirmación.

–Está bien. Muérete.

–¡Sargento Hanji! –la reprochó Moblit. Pocas veces la había oído hablar con tanto odio.

–¡Mátame y aprende! –tembló– Nosotros cumplimos con nuestra misión. Así que... ¡suéltame ahora mismo! –no dudó en soltarse del brazo que lo sostenía, abrió su brazos invitando a la fémina a realizar el homicidio.

We Are Broken // LeviHan [DH#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora