Capítulo nueve

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Cuando volvió sobre sus pasos, con toda la intención de disculparse con Hanji, el recuerdo de la dureza de sus palabras lo hizo detenerse en seco.

"Eso querías, ¿verdad? Querías perderlo y librarte de la carga que impediría tus expediciones"

Oh, mierda, ¿esas habían sido sus palabras? Contuvo las ganas de palmearse el rostro, aunque de todas formas se mordió la lengua. Esas habían sido sus palabras. Joder, ¿en qué pensaba? Apostaba a que para Hanji él no era más que un idiota ahora.

"Qué mierda tienes en la cabeza, ¿eh?"

Qué mierda tenía él en la cabeza, pensó. Era la primera vez que se dejaba llevar tanto por la rabia, al menos sin tener que usar una espada, y ahora se arrepentía de sus palabras. Él mismo había tachado de patético el estado de la culpa. Es fácil hacerlo cuando nunca lo has sentido.

De pronto, tanto las piernas como la conciencia le pesaron lo suficiente como para sentir deseos de no caminar. La cobardía lo envolvió.

¿Y si...?

–Dios, aquí estás –el usual tomate que envolvía el cabello de Sondra era un desastre, rojizos rizos se escapaban del agarre y otros tantos le caían sobre la frente. Le sorprendió verla tan despeinada, desordenada y con tan pronunciadas ojeras–. Te estaba buscando.

–¿Qué quieres?

Los ojos de Sondra se abrieron con sorpresa. Okay, Levi estaba enojado. Abrió la boca, lista para replicar, sin embargo la cerró de inmediato. Debía elegir con cuidado sus palabras. Él lucia bastante molesto, decir una estupidez solo empeoraría las cosas.

Debía ser sutil, buscar con cuidado la respuesta a su pregunta. Ágil, cautelosa.

–¿Qué te dijo Hanji?

Bueno... al menos lo había intentado.

–¿Sobre qué? Sobre cómo todos estuvieron viéndome la cara de idiota o sobre cómo me estuviste mintiendo –ella alzó las cejas, sorprendida–. Me mentiste. Tú me mentiste.

–¿Estás... acusándome?

–Joder, Sondra, tú sabías que estaba embarazada y no me lo dijiste. No me lo dijiste –frunció el ceño–. ¿Por qué te quedaste callada? ¿Por qué mierda no abriste la boca?

–A ver... te calmas, Romeo. En primer lugar; no tengo la autoridad de decirte nada, no soy la doctora de Zoë, ese papel déjaselo al doctor Collins. Y segundo; no sabíamos quién era el padre, al menos en ese momento no tenía idea que ustedes dos...

–Mentira. Sabías que ella había perdido al bebé, ¡mi bebé! –enfatizó–. Y aun así no me dijiste nada. Lo ocultaste.

–¿Cómo se supone que yo te diría algo así? ¡Ella era la mamá, ella es tu novia, ella debía decírtelo! Yo solo soy tu amiga.

–Já –hizo un gesto de desesperación–. Sí, claro, amistad. ¡No me vengas con mierdas morales, Sondra! –rodó los ojos– ¡Has vivido encerrada toda tu vida dentro de este maldito hospital, las únicas veces que has salido han sido para ir al cuartel de Guarnición! ¿Estás segura que sabes lo que es la amistad?

Los ojos de Sondra se abrieron con sorpresa. Oh, no. No. Él no había dicho eso. Al ver que la dura expresión no abandonó el semblante del azabache, lo tomó con brusquedad por el antebrazo. Tiró de él hasta llegar a un de las pocas puertas más grandes del pasillo; la biblioteca. Obviamente él se resistió, pero joder con Sondra y su fuerza de mastodonte.

Apenas abrió la puerta jaló de él con brusquedad para que entrara, Levi trastabilló unas cuantas veces antes de apoyar su peso en uno de los sofás. Cuando lo hizo, por fin recuperó el equilibrio.

We Are Broken // LeviHan [DH#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora