Capítulo dos

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Leer nota al final del capítulo.


Nunca llegó a pensar que el correr unas cuantas cuadras, kilómetros más bien dicho, llegara a cansarle tanto las piernas. Las sentía débiles, temblorosas y ligeramente adormiladas. Agradeció que las piernas le colgaran a varios centímetros del suelo, le escocían de una manera extrañamente agradable.

–Ponte un uniforme de enfermera –Emma alzó la mirada, la mujer frente a ella limpió bruscamente la sangre sobre su mentón, lucia molesta–, la sangre de tus rodillas manchó la falda. Harás el turno de noche, ni creas que estarás aquí solo por caridad. Toma, ten el hielo. Has presión sobre tu ojo.

–Gracias.

Frunció el ceño de dolor al sentir el frío hielo contra su piel, le tomó unos segundos acostumbrarse al brusco cambio de temperatura. Cuando la canosa mujer se dio la media vuelta para lavarse las manos, Emma pudo escudriñarla de pies a cabeza. Tenía la extraña sensación de haberla visto en otro lado, su voz y su olor le resultaban familiar. Pero, ¿dónde?

–¿Podría decirme su nombre, por favor?

–Superiora –se apresuró a responder–. No soy tu amiga, ni tu colega, soy tu Superiora; llámame así –la mirada hostil de Superiora perforó los nervios de la rubia–. Quédate aquí, iré por una de tus compañeras.

La inclusión en el término asustó a la rubia, rápidamente irguió la espalda y se quitó el hielo de la cara.

–No me quedaré mucho tiem...

–No depende de ti –la cortó.

–Pero...

–Cállate. No repliques, no se ve bien en una señorita.

El estupor paralizó su cuerpo, casi pudo escuchar la voz de su padre. La observó con sorpresa, incluso la manera en la que ponían los brazos en jarra se parecían. En ese momento se vio con veinte años menos, sucia y desaliñada, siendo regañada por su padre.

No voy a permitir que seas una zorra tú también.

Intentó concentrarse, centrarse en la situación, mantenerse a la altura; debía defenderse y mandar a la mierda ese absurdo termino. Se reprochó mentalmente al notar que las palabras se evaporaron al contacto con el aire. Joder, si ya había tenido esa conversación con Hanji, se había armado de valor y se había convencido de vivir su propia vida. De ser solo Emma, sin apellido.

Quizá, lo que le jugó en contra fue creer que sería fácil realizar un cambio tan radical, pensar que sería fácil rebelarse contra los fantasmas del pasado. Falló en la ecuación, se equivocó en un número y ocasionó un error de arrastre. Que ilusa había sido, nadie se libra de esos putos fantasmas así como si nada. No había contado con que ellos sabían usar la voz y las palabras de su padre.

Me preocupas, Em, me preocupas.

–¿Quedó claro?

Eres Emma, sin apellido si eso hace falta. Solo Emma.

–¡Hey! Habla.

No puedes ir por ahí con pantalones, hija. No es digno de una señorita. No debes ser igual a la puta de tu madre.

Un agudo dolor en su mejilla detuvo las voces de Hanji y su padre. Nuevamente saboreó la sangre; la herida del labio se había abierto. Automáticamente la palma de su mano acarició la zona afectada, notando como aumentaba la temperatura.

–Contesta –dijo entre dientes–. ¿Quedó claro, Emma?

La sorna con la que pronunció su nombre le fue indiferente. La observó con cautela, con un deje de miedo que complació a Superiora, observó la palidez de su piel, las infinitas arrugas, el evidente sobre peso torpemente oculto tras el ajustado uniforme de enfermera. Aún mantenía la mano alzada, su ceño estaba fruncido.

We Are Broken // LeviHan [DH#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora