CAPÍTULO 3. HELADO DE LIMÓN

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Al despertar me pareció todo un sueño lo vivido, así que preferí seguir con mi vida como todos los días, me puse el uniforme, tome mi mochila, baje a desayunar, mi mamá ya me tenía listo el almuerzo. Y por primera vez no llegué tarde, incluso más que puntual, así que mientras esperaba que todos llegaran tome mis escritos y los comencé a releer. Conforme pasaban los minutos más chicos llegaban, así que las clases comenzaron.

En uno de los recesos coincidí con Lita, que estaba muy emocionada por un chico nuevo de su clase, ella comenzó a platicarme al respecto, pero mi mente estaba muy ocupada tratando de asimilar lo vivido en la noche. Posiblemente ella lo notó por que de inmediato me preguntó que como me sentía, tenía tantas ganas de contarle de él, de la emoción que me dio y de todo lo que sentí. Pero preferí evitarlo, y solo utilice un breve "bien" acompañado de una sincera sonrisa.

Terminando las clases me dirigí al salón de la Profesora Hamura, me encontraba tan distraída que había olvidado que ella no vendría sino hasta dentro de un mes. Así que el salón estaba completamente vacío, lo que me motivo a sacar una de mis hojas de papel, tenía algunos días que no le escribía a mí querido Darien, así que era buen momento para comenzar.

Tenía muchas cosas que contarle, comencé por decirle que contarle, por fin me anime a decirle que Amy y Mina ya no estaban más conmigo, pero que yo estaba bien (realmente lo estaba), que en la escuela me iba bien y que poco a poco me estaba convirtiendo en una mujer madura. Le conté que le tendría una gran sorpresa al volver, porque estaba segura de que cuando eso sucediera ya habría terminado mi primer manuscrito, y justo, cuando comenzaría a compartirle lo que viví anoche me detuve.

No pude contarle lo feliz que me hizo ver a Seiya (aún no se si en sueño o realidad), no le pude contar la emoción y los sentimientos que me causó al verle, yo no quería que mi querido Darien malinterpretara las cosas, por eso mejor en otro momento decidí contarle. Doble mi carta la metí en un sobre porque de camino a casa la enviaría. Al salir del salón, no había nadie por los pasillos ni en los salones, sin querer el tiempo se me había ido escribiendo, ya atardecía.

Sumida en mis pensamientos comencé a caminar, mientras el sol con sus cálidos rayos naranjas alumbraban el camino. Pensaba en todo lo que había vivido, en lo mucho que extrañaba a las chicas y en si de verdad Seiya había aparecido aquella noche. Cuando de pronto una sombra acompaño a la mía y una voz interrumpió mis pensamientos.

— ¡Hola Bombón!

El sonido de esa voz recorrió todo mi cuerpo, y por un momento estremeció mi ser. Hizo que congelara mis movimientos, menos el de mi cabeza que inmediatamente volteo para ver lo que muy dentro de mí, ansiaba ver.

— ¡Seiya!

Grite frenéticamente al verle, y sin pensarlo corrí para abrazarlo. Sin poder entender también de mis ojos salían lágrimas, lagrimas que no podía detener, mientras él me abrazaba tan dulcemente, que pude sentir esa sensación de aquella vez en el parque.

— Tranquila Bombón —me dijo dulcemente mientras su cuerpo se apartaba del mío, y con su mano secaba mis lágrimas, viéndome con sus ojos tan llenos de ternura.

— Discúlpame Seiya, supongo me emocione de más pero es que me dio mucho gusto verte, después de tanto tiempo —le dije apartándome totalmente de él.

— No tienes nada de que disculparte, es para mí una suerte el poder ver unos ojos como los tuyos que lloren de felicidad al verme.

— ¡Basta Seiya! —Totalmente sonrojada le respondí.

— ¡Pero anda Bombón! Vamos por un café, un helado, que tienes mucho que contarme.

Sin pensarlo acepte y nos dirigimos a la fuente de sodas que quedaba muy cerca de ahí, mientras caminábamos el trataba de burlarse de mí, pero realmente yo no lo escuchaba estaba encantada con su perfume, que desde siempre pude percibir pero que ahora era como si me hipnotizara al darme tanta paz y tranquilidad.

SerenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora