CAPÍTULO 10. ESPINAS

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Así, una vez dentro del coche, lo único que pude hacer es cerrar mis puños y guardar silencio mientras Darien manejaba, con sus lentes negros se veía tan atractivo que mi corazón volvía a latir de emoción, casi como la primera vez que lo vi. Por momentos trataba de verlo sin que él se diera cuenta, solo para recordar los bellos momentos que he pasado a su lado.

— ¿Sucede algo Serena? —preguntó Darien, al notar por un momento que lo veía—.

— ¡No! No sucede nada Darien —sonrojándome—.

— Serena, ¿te has dado cuenta que desde que regresé tu y yo hemos nos hemos mostrado muy distanciados? — sin voltear a verme, él comentó—.

— Es cierto Darien...

— Serena, sé que tienes cosas que decirme, y yo también a ti. Pero debes saber que suceda lo que suceda mi amor por ti es más grande que la galaxia misma.

Me mantuve callada, sentí una sensación fría en mi corazón, parecía que toda la calidez que siempre desprendieron sus palabras, ahora eran heladas, me estaba diciendo lo mucho que me amaba, sin en cambio yo sentía como que en su mensaje había algo más, algo que me lastimaría.

— ¡Llegamos Serena! Vamos, aun no tengo totalmente arreglado mi departamento pero casi he terminado.

Al ir subiendo hacia su departamento mi corazón se emocionaba y mi mente traía a mí, tantos recuerdos que vivimos aquí, grandes tristezas pero también grandes alegrías, todas junto a él. Fue aquí donde mi corazón y yo misma me entregue a él, en el más dulce momento y con un amor tan grande que parecía no tener final. Siendo el mi todo, siendo él lo único que necesitaba para existir.

Entonces comprendí que yo había cometido un error, al haber dejado que Seiya entrara en mi corazón. Darien no se merecía la traición que yo había cometido, por dejarme llevar por mis sentimientos. Todo entonces para mi comenzaba a tener sentido, todos, las chicas, Darien, Rini, el futuro merecía que yo tomara la decisión correcta. Tenía que matar el amor que sentía por Seiya por el bien de todos, no quiero lastimarlo pero tengo que hacerlo, aun si con ello se muere una parte de mí, pero seré fuerte, nadie tiene que saberlo. Y así fue como me decidí en el breve momento mientras subíamos las escaleras subí.

— Pasa Serena —dijo Darien, sin darme cuenta habíamos llegado a su puerta—.

— Gracias...

— Siéntate Serena, ¿Te ofrezco algo?

— No, Darien. Estoy bien.

— Anda, tengo helado de limón. Sé que te gusta.

— Está bien, gracias... —ese helado de limón me recordó nuevamente a Seiya, o solo era yo que lo mantenía presente en mi mente, aun en mi contra—.

Darien me trajo el helado de limón, mientras él tomaba una taza de café. Se sentó justo frente a mí y tomaba lentamente su café, eso de alguna manera aumentaba mi agonía, no sé cómo comenzaría a decirle, no sabía cómo le diría que hasta hace un momento me sentía totalmente enamorada de alguien que no era él.

— Serena... —dejo por un momento su taza, para dirigir sus hermosos ojos justo en mí.

— Darien... Yo... Tengo que decirte algo... —no pude más y me altere al decir estas palabras que salieron de mi corazón—.

— Tranquila, no te preocupes por lo que me tengas que decir, yo ya lo sé.

— ¿Qué? —al oír cada una de sus palabras mi corazón se congeló y mi mente se pasmó, no podía concebir lo que acaba de escuchar de él—.

— Serena, estoy enterado que desde hace un tiempo Seiya volvió a tu vida. Sé que el en mi ausencia él ha estado contigo en momentos donde me has necesitado. Sé que él te ha regalado momentos de felicidad que yo no pude darte. También sé que él te ama, y que posiblemente tú lo... —no pudo continuar al hacerse un nudo en la garganta—.

— Darien por favor déjame explicarte...

— Espera Serena, déjame terminar —interrumpió—. Posiblemente tú lo amas también... Esta situación me duele Serena, pero comprendo que yo he tenido la culpa.

— ¡Darien no! —llorando trate de que dejara de hablar—.

— Serena por favor solo escucha. Te pido disculpa por los momentos en los que no fui la persona que tú necesitabas. Siempre has sido tú la que me ha buscado, yo por el contrario la mayoría de veces he sido seco y frio contigo, y aun así, siempre permanecías a mi lado sin importarte nada. Tú eres quien mantenía esa alegría a nuestra relación con tu hermosa sonrisa. Serena yo he sido un egoísta contigo, ahora me doy cuenta, puse primero mi viajes antes que a ti, y aunque tu decías que no tenías problema con que me fuera, sabía bien que te dolía que te dejara, y aun así me iba. Una vez lejos me concentraba tanto en mi trabajo que no te llamaba, que no te escribía, sin embargo tú, te dabas el tiempo de hacerlo siempre contándome todo de ti aun y tuvieras tus deberes. Serena por favor perdóname.

— Darien...

— Y ahora veo tu rostro llorando, tratándome de decir lo mal que te sientes tú, al encontrar a alguien que esta tan enamorado de ti, Serena... —se acercó a mi envolviéndome con su brazos tratando de consolar mi llanto—.

— Darien, yo tampoco he sido la mujer que tu mereces. Casi siempre actuó como una niña, sé que no soy tan madura como tú quisieras que fuera y que a veces te apena como actuó. Pero sabes, sé que puedo cambiar, sé que puedo madurar y ser la mujer con la que quieras hablar de tu trabajo, de tu Universidad de todos los temas que yo ahora no comprendo. ¿Sabes? —incorporándome con una sonrisa entre lágrimas— ya sé que quiero ser, ya sé que voy a hacer con mi vida, estoy esforzándome mucho para ser una gran escritora. Justo en la escuela estoy practicando escribir una novela, y estoy muy feliz porque sé que puedo lograrlo y sé que tú estarás muy orgulloso de mí. ¿Y qué crees? Mi tutora es la Profesora Emiko Himura, ella es muy buena, es hermosa e inteligente aunque creo que me regaña mucho...

— ¡Serena para! —abruptamente Darien interrumpió, poniéndose de pie y dándome la espalda para ver por la ventana.

— ¿Darien? —sorprendida por su reacción lo mire atentamente.

— Serena, ya no puedo con esto. Tú eres tan dulce y tan llena de luz, tan inocente que no puedo mantener esto más, mi corazón se está despedazando al oírte...

Sus palabras retumbaron en lo más hondo de mi corazón, hasta sentir como poco a poco me iban doliendo cada vez más, no sabía lo que vendría pero sabía que sería horrible al ver su rostro al escuchar su voz. Me quede pasmada sin poder hacer ningún movimiento solo con mi fija atención en él, esperando a que con sus palabras me matara.

— Serena, conocía a alguien...

Fueron sus palabras exactas. No puedo explicar el sentimiento que eso me causó, nunca había sentido tanto dolor, ni siquiera aún en tantas batallas en las que había luchado, en las que casi moría. Esas palabras llegaron a lo más profundo de mi corazón y permanecieron ahí como una rosa de las que muchas veces me había salvado, pero que ahora me clavaban las espinas una y otra vez.

— ¿A alguien? —pude haber llorado como nunca antes, pero por alguna extraña razón me mantuve firme esperando una respuesta.

— Serena... Nunca fue mi intención, pero solo sucedió, es mi culpa por favor perdóname... —se acercó a mis rodillas y rompió en llanto—.

Sus palabra ahora me parecían tan huecas, tan vacías que aunque lo escuchaba hablar, parecía no entender nada de lo que decía, me encontraba en un trance en el cual no podía más que mirar lo bonito que se veía su departamento. Más sin embargo algo me trajo de nuevo a esta escena de una manera cruel y despiadada. Justo en una mesa a un lado de una lámpara pude ver claramente el monte de cartas de Tarot de Rei. No hubo más, algo irreparablemente en mí se rompió.

— Darien, me voy.

Sin decir más tomé mi bolsa y salí. Él intento detenerme pero yo ya no quería escuchar más. Mi corazón no aguantaría estar ahí por más tiempo, me sentía tan mal pero no quería que lo notara. Todo en mí se obscureció, hasta hace tan solo unos momentos volvería a dar todo por él pero ahora me siento herida, profundamente herida. 

SerenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora