CAPÍTULO 11. ADMIRADOR

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Salí tan de prisa como pude ya no soportaba esa sensación tan horrible al estar ahí. Corrí, y el corrió tras de mí. Gritando mi nombre, gritando que esperara, pero no, no hice el menor caso hasta que por fin deje de escuchar su voz, esa voz que tanto me ilusionaba y que tantas veces soñaba escuchar, pero que ahora me lastimaba tanto y de manera tan cruel. Por un momento me perdí en mis pensamientos y en mi dolor, escenas de momentos felices se iban rompiendo una a una en mi mente y con ellas desgarrando mi corazón.

Caminé y caminé hasta un parque que se encontraba casi cerca ya de mi casa, y me senté en una de las bancas de la que ahí había. Poco a poco la tarde fue cayendo, y el rojo del atardecer era el único testigo de mi dolor y de y tantas lágrimas que había derramado. Justo cuando parecía negro y obscuro, el aire se combinó con un místico aroma de flores, un aroma que me era totalmente familiar.

— ¿Por qué lloras niña? —una dulce voz me regreso de mis obscuros pensamientos—.

— ¡Michiru! ¡Haruka! —exclamé totalmente sorprendida al voltear a verlos—.

— Parece que algo está lastimando a la princesa —dijo Haruka con una voz profunda—.

Y los vi, ahora con más detalle, Michiru lucia tan hermosa, con su largo cabello y su bello rostro que era iluminado por la luz del atardecer, y junto a ella Haruka, con esa mirada tan profunda que era capaz de llegar a lo más hondo de tus pensamientos solo con mirarte fijamente.

— Chicas, ¿Qué hacen aquí?

— La pregunta es ¿Qué hace una jovencita tan sola llorando aquí? —respondió Michiru viendo mi evidente estado de tristeza—.

— Anda pequeña, cuéntanos que te sucede podremos ayudarte —dijo susurrando Haruka mientras se acercaba peligrosamente a mi rostro acariciando mi barbilla—.

— Yo... —sonrojada—.

— ¡Déjala! Que sea ella quien decida contarnos Haruka —dijo Michiru levantando ligeramente la voz.

— Bien princesa, lo mejor será que te llevemos a tu casa, es muy peligroso que una jovencita ande sola a estas horas de la noche —dijo Haruka incorporándose a un lado de Michiru—.

— Esperen... —con una voz casi imperceptible les respondí.

Había pasado por un momento verdaderamente cruel hasta hace unos momentos, que quizás lo mejor que podía hacer era desahogarme con alguien, pensé en llegar y llorar con Luna pero ella me recordaba los momentos que había pasado junto a él, y que si bien no era su intención, posiblemente ella no me entendería, necesitaba a una amiga, y por azares del destino aparecieron de manera inesperada Haruka y Michiru.

— Si no quieres hablar, está bien Serena, no te preocupes, te entendemos —dijo Michiru—.

— Así es, nosotros sólo te llevaremos a tu casa.

— ¡No! Por favor, permítanme contarles lo que me sucede porque siento que en estos momentos voy a estallar —respondí de una manera inesperada—.

— Bien entonces te escucharemos hermosa —Haruka sentándose en una banca justo delante de mí, junto con Michiru.

Fue tan difícil para mí comenzar porque había tantos pedazos de mi corazón roto, pero poco a poco comencé a contarles todo, o casi todo, lo que me había sucedido, y mientras lo hacía podía ver el sus rostros las expresiones que mis palabras les causaban. Comencé también hablar de Seiya, y cuando volvían los recuerdos con él, por instantes podía sentir como un bálsamo en mi corazón, que hacía que le pudiera pausa a lo que en ese momento estaba sintiendo.

SerenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora