4💫

3.2K 377 121
                                    

Tres días habían pasado desde que Mabel liberó a Bill por accidente, la castaña no le había dicho nada de eso a su hermano y menos a alguno de sus tíos. En los días que habían pasado nada raro ocurrió, haciendo que Mabel pensara que se estaba volviendo loca.

Ningún desastre, ninguna pesadilla, nada. Todo estaba completamente normal.

Mabel vio su reflejo en el espejo, terminó de arreglar su cabello y dio un largo suspiro. Se estaba volviendo loca, Bill no había regresado... solo fue un brote de energía contenida, eso mismo había sido.

Salió a desayunar y como había pasado solo eran ella y pato, comió sus panqueques con miel y salió sonriéndole a algunos turistas. Su diadema se cayó gracias a una molesta rama, siempre olvidaba que ya no tenía la estatura de cuando tenía doce años.

Se giró y ahí estaba la razón de su demencia: Bill Cipher. Ahí, sonriendo y jugando con la diadema azul.

- Demonios - fue lo único que pudo salir de la boca de la chica.

- Tienes una boca muy sucia, Estrella fugaz.

- ¿Que quiere? - dijo molesta, incluso ella se sorprendió de no titubear, realmente le aterraba aquel demonio frente a ella.

- Ya te lo he dicho, quiero que me digas lo que TÚ quieres. Tengo que cumplir mi parte del trato. - respondió mientras colocaba la diadema en su sitio, Mabel lo miraba con el ceño fruncido y enormes ganas de golpearlo, se estaba burlando de ella y no le gustaba eso.

- Maldito demonio, lárgate a tu dimensión de pesadillas y déjame en paz - le exigió.

- No puedo hacer eso, yo no dejo mis tratos a medías pequeña.

Mabel miró a su al rededor, todo gris y el tiempo detenido. Un gruñido salió de ella y una estruendosa risa de Bill.

- Me retiro, pero no me obligues a buscar de pino y seis dedos para que te obliguen a decir que es lo que quieres... sino yo tendré que eliminar el trato y hacer lo que quiera.

Se fue regresando el color al bosque, Mabel debía pensar en algo y rápido.

Lo que no sabía es que Bill la seguía desde muy cerca, cuando se cansaba de estar escondido en su sombra la miraba desde su castillo en su dimensión.

- ¿No tienes nada mejor que hacer? Los Gleeful te están dando mucha libertad - dijo el rubio balanceando su bastón en su viejo trono de agonía humana. Tenía varios siglos con ese y ya se le hacía incómodo, le gustaba más el que tenía en Gravity Falls.

- Eres muy grosero, hermano... - dijo el triángulo azul apareciendo desde atrás del espejo.

- Vete a tu castillo, ¿acaso tu pentagrama volvió a huir hasta allá? - el silencio de Will sirvió como una afirmativa causando risa en el rubio.

- No te burles... El amo suele ser cruel con ella.

Bill puso sus ojos en el espejo que reflejaba a la estrella fugaz riendo con sus amigas, aún a través del espejo podía sentir una perturbación en sus pensamientos.

- ¿ Por qué le haces eso? Tu eres más de sentir dolor que de causarlo.

- Me gusta quebrar a mis estrellas, me encanta verlas apagarse de a poco... y esta no va a ser diferente.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

En la cabaña, Mabel se sentía segura, aún estaba el hechizo de unicornio y eso la hacía sentir una enorme tranquilidad, Dipper y Stanford salían pocas veces de la cabaña y para ellos no era un problema ya que al final Dipper también se había puesto una placa de metal para prevenir que cualquiera pudiera leer sus pensamientos.

Stanley solo salía a hacer recados al pueblo y lo demás estaba estafando turistas. Ya en su cama no dejaba de pensar el Bill y en aquella forma que tomaba recurrentemente. Recordó la primera vez que la vio.

Fue cuando despertó en su burbuja y también dibujó un ojo en su parche con un lapiz blanco que llevaba escondido en su suéter por alguna razón que ella ya no recuerda ¿Por qué aún lo conservaba?

- Parece que ocupó mucho de tus pensamiento últimamente.

Mabel saltó de su cama al escuchar la voz de Bill, ¿Que hacía en la cabaña? La castaña tomó el cuchillo que había en su mesa de dormir, con ese había estado rallando madera, Bill volvió a reír.

- Me agrada estar en tus sueños, son muy divertidos...

- ¡Sal de mi mente!

- ¿Dime lo que quieres? - fue todo lo que salió de los labios del demonio antes de chasquear sus dedos y convertir el cuchillo en una mariposa.

- Quiero que te largues - gritó cerrando fuertemente los ojos, otra vez había desaparecido todo y flotaban en la nada. Bill hizo que aparecieran en la habitación que poseía la chica en la burbuja.

- Te gusta hacer esto de la manera difícil.

Mabel se golpeó la frente, necesitaba desasearse de ese maldito demonio rápido, ya tenía medio trato con el así que debía completarlo ¿que le pediría? Tenía que pensarlo bien. El solía ser tramposo.

- Ya se lo que quiero - dijo Mabel al sentir que su nariz empezaba a picar.

- Maravilloso.

- Acaba con mis pesadillas... No quiero esto, no quiero mas sangre o muerte. Necesito mis sueños lindos otra vez.

La sonrisa de Bill se hizo más grande mientras extendía su mano iluminada con una llama azul.

- No quiero trucos, el primer truco el trato se cancela y volverás a la piedra.

Estrella Rota - Mabill Donde viven las historias. Descúbrelo ahora