Prologo

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Dos años y medio debieron pasar para que Bill Cipher pudiera regenerarse.

Sus lacayos mantenían su castillo en impecables condiciones, abrió su ojo y miró al piso, habían dos manos apoyadas en el. ¡Maldita sea! Regreso en aquella repugnante forma que solo usaba en ocasiones. Hizo aparecer un espejo frente a él.

El cabello rubio casi amarillo, igual que la pupila del ojo que no llevaba parche, el parche de color negro tenia dibujado un ojo con lápiz blanco. Vio sus tatuajes.

Volvió a ser un triángulo dorado, la figura se distorsionó y volvió a tener esa forma humana, ese era su castigo por dejarse vencer por un par de niños estupidos. ¿Que tanto tardaría en sanar esa palmadita en el tracero?

El demonio de sueño rió, aquella risa resonó en todo su castillo. Contó sus tatuajes, todos estaban ahí así que seguía siendo un demonio de alto rango.

Chasqueó sus dedos y en el espejo apareció la imagen de Dipper Pines junto a su tío Stanford, trabajaban en el laboratorio del Segundo. Dipper estaba más alto.

— Pino y seis dedos, mi venganza se aproxima. - murmuró aquel demonio que ya no era un triángulo.

Chasqueó sus dedos nuevamente, mostrándose así distintas habitaciones de la cabaña. Signo de pregunta y media luna estaban ahí ¿donde estaba estrella fugaz?

Aplaudió, esta vez enfocado en tener la imagen de estrella fugaz.

Mabel Pines apareció frente a él. La chica tenía el cabello suelto, era claro que ya era una adolescente y sus curvas lo dejaban claro, Bill quería que se volteara ¿donde estaba?

— Déjame en paz. - dijo la castaña. ¿Con quien hablaba? Bill solo podía ver la espalda de la chica mientras caminaba.

— Tonta Mabel, solo desaparece. - dijo una voz femenina haciendo que la castaña se detuviera. Mabel se giro.

Bill pudo ver que su ropa ahora era gris y negra, ojeras y un vendaje en la mejilla derecha. ¿Esa era la verdadera estrella fugaz?

La chica frente a Mabel tenía cabello negro y estaba de brazos cruzados. Mabel cerró su puño y le lanzó un golpe limpio. El puño ahora tenía sangre. Parece que le había roto algo a la chica.

— Para que vuelvas a acabar con mi paciencia. - luego de decir eso Mabel siguió su camino.

Era imposible que esa fuera la misma estrella fugaz que siempre sonreía y vestía de colores, la misma estrella fugaz que le hizo ese estupido dibujo a su parche.

— ¿Quien se llevó tu luz? Pequeña estrella.

Estrella Rota - Mabill Donde viven las historias. Descúbrelo ahora