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Aunque Pedro lo quería, el contacto entre sus labios no duró tanto, Martín se separó nervioso y evitó cualquier tipo de contacto entre ellos, sentándose en la silla frente a la cámara y leyendo las preguntas, segundos después Pedro se sentó al lad...

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Aunque Pedro lo quería, el contacto entre sus labios no duró tanto, Martín se separó nervioso y evitó cualquier tipo de contacto entre ellos, sentándose en la silla frente a la cámara y leyendo las preguntas, segundos después Pedro se sentó al lado suyo con una sonrisa enorme.

—No vamos a decir quién es pasivo o activo por dos razones— Martín enumeró con sus dedos— 1: no les importa, era nuestra privacidad. 2: ustedes relacionan el tema de pasivo o activo con el rol de mujer y hombre. Miren, se las hago corta, lo de pasivo o activo es solo en el ámbito sexual, en la relación normal NO HAY MUJER NI PASIVO NI NADA. A ver si les entra en la cabeza.— terminó y dio un suspiro por hablar tan rápido y con tanta bronca.

—¿Qué te hizo enamorar de Martín?— leyó Pedro y le echó una mirada a Martín, quién seguía evitándolo— Su belleza y su inteligencia, es algo increíble. Es más, con lo que acaba de decir hasta volveríamos— Pedro se rió—, ahora van a flashar que todas las jodas que decimos son verdad, pero no, siguen siendo jodas.

¿Cuándo, desde que se conocían, algo entre ellos había sido una joda? Exactamente, nada.

—¿Por qué terminaron?— leyó Martín— es algo que preferimos no decir, eso sí queda entre nosotros dos. Pero terminamos bien, sino no estaríamos acá juntos.

—¿Volverían?— leyó Pedro, volvió a mirar a Martín nervioso, esta vez cruzaron miradas— Supongo que el tiempo lo va a decir.

Una chispa estalló en el estómago de Martín, sintiendo completa alegría. Las esperanzas habían vuelto, su motivación se incrementó un 100%. Sin embargo, fingió seguir como si nada.

Una vez que terminaron el vivo, Martín se restregó los ojos y se estiró en la silla. Fue a la heladera en búsqueda de qué cocinaría. Se estaba haciendo el boludo, más que nada, quería evitar a Pedro a toda costa. Caminó a la cocina, abrió una de las puertas de la alacena y sacó tallarines. Puso agua en una olla y se apoyó en la mesada a esperar que hierva. No quería ni estar con el celular ni hablar con Pedro, aunque si seguía en su casa siendo las diez de la noche, era un poco imposible.

Escuchó que prendió la televisión, y el sonido de una de sus canciones favoritas comenzó a sonar. Conocía esa canción del derecho y del revés, se la había cantado Pedro una noche en una joda, ambos borrachos. Fue así su primera vez.

—Si ves cómo lo mueve vas a pensar que es una ladrona, esa chica causa más peleas que la droga— la voz de Pedro se iba acercando más a la cocina, tensando a Martín—, ella se arma los tragos y también se lo enrola, mejor tengan cuidado, que se cuida sola.

— Me tiene hipnotizado, la estoy viendo hace una hora, creo que hace media quiero que sea mi señora— comenzó Martín, subiéndose a la mesada y estirando sus brazos para que Pedro se acercase—, estaba por los verdes buscando la weed y el dólar y ahora ando perdido por culpa de esa tal...

—Lola, Lola, Lola— cantaron los dos— El blanco te queda tan bien— susurró Pedro, acercando sus manos a la cintura de Martín. El día de hoy llevaba una remera blanca, parecía apropósito.

Martín se bajó de la mesada y retiró las manos de Pedro de su cintura, sacó la tapa de la olla y colocó los fideos, seguido de ellos se cruzó de brazos e ignoró la presencia de Pedro a su lado.

—¿Vas a ignorarme toda la noche?— consultó Pedro, acercando sus manos nuevamente a su cintura, atrayéndolo un poco a él— ¿No vas a decir nada del beso?

—Primero, soltame— dijo, sacando las manos del mayor de su cintura—, y no tengo nada que decir, vos te acercaste, fue un impulso, nada más.

—Te juro que sos tan lindo— farfulló una vez más, sin acercarse—, tan hermoso como cuando te conocí.

—¿Se supone que eso es un chamuyo?— Martín negó con la cabeza y cambió la canción— Ahora no digas que estás buscando volver, porque yo ya te avisé— comenzó a cantar el clásico de FMK—, que aunque intentemos volver no es lo mismo que ayer.

—¿Desde cuándo sos tan difícil, Tin?— preguntó Pedro, observándolo, apoyado en la mesada.

—Yo ya no te quiero ver...— prosiguió con su canto, pasando delante de él para ver los fideos.

—¡Martín!— exclamó Pedro, afirmando su agarre en la cintura del contrario y obligándolo a verle en la cara— Mírame y decime que no me amas más, decímelo y no te vuelvo a molestar.

find me ; pedrimente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora