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Llegó a su casa devastado, ya había perdido la cuenta de todas las veces que había llorado por Pedro

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Llegó a su casa devastado, ya había perdido la cuenta de todas las veces que había llorado por Pedro. Se recostó en la cama, entrelazó sus manos y las reposó en su abdomen. Miró al techo, como lo había hecho muchísimas veces antes. Su celular comenzó a sonar, era una llamada entrante de Sofía. Seguramente sus amigas estarían preocupadas, se había ido sin avisar a nadie, por lo que atendió.

—¡¡MARTÍN LA CONCHA DE TU MADRE, DÓNDE MIERDA ESTÁS Y PORQUÉ NO NOS AVISASTE NADA!!

—Me vine a casa, perdón— explicó con su voz apagada, neutra.

—Nos re preocupaste, pelotudo de mierda.

—Perdón— insistió una vez más.

—¿Pasó algo? Estás raro.

—Mmm, será que me llamas puteándome sin siquiera saber por qué verga me fui.

—Perdón, Tin, es que nos preocupamos.

—Ya sabes que estoy en casa— dijo una última vez para cortar la llamada y dejar el celular en la mesa de luz.

Suficiente estaba teniendo con absolutamente todo como para que encima le griten. ¿Por qué seguía siendo tan sensible y dejando que las cosas le afecten de esa manera?

Él era la canción que a Martín le gustaba escuchar por las mañanas. Aquella que le hacía abrir los ojos con una sonrisa al levantarse. Esa que te convierte cualquier estación del año en primavera con solo mirarlo preparar el desayuno cada mañana. Y él caminaba hasta el chico de espaldas, envolvía su cintura con sus brazos, se ponía de puntillas para poder darle besos en el cuello, haciéndolo reír por las cosquillas que le causaba.

Su amor, tan torpe e intrépido. Cualquiera que lo viese simplemente los vería como el típico par de mejores amigos que se entendían perfectamente en todo. Pero luego de observarlos bien, ves el amor que se tienen, de la manera que sus ojos brillan al estar juntos. Del amor que a veces niegan sin motivo, del cariño que se han tomado desde la primera vez.

Su teléfono volvió a sonar, esta vez era Angie. Rodó los ojos, se secó las lágrimas y atendió.

—¿Qué querés?

—¿Querés contarme que pasó, amorcito?

—Pedro...

Angie negó con la cabeza, ya se lo imaginaba. Ni bien había recibido el mensaje de Sofía sabía que el culpable de esto era Pedro. Se estaba llevando toda la felicidad de Martín, su sonrisa, su emoción por las cosas. Se lo está llevando, y ni cuenta se da.

—Lo fui a buscar a su departamento, y salía de la mano con una chica... La miraba de la misma forma que me miraba a mí, sé que está enamorado de alguien más, Angie. Y por más que le dije que yo sería feliz si él era feliz, no puedo.

—Ay, bebé.

—¿Por qué no me quiere más, Angie?— preguntó, volviendo a llorar como antes y deseando que la chica estuviese a su lado para contenerlo—. Quizás yo debería cambiar...

—Y... ¿crees que el hecho de que alguien te deje de querer, tiene un por qué? ¿Para qué querés cambiar tu forma de ser? Si sabes bien que vos no tenes la culpa de nada. Y si no te quiere tal como sos ¿estás dispuesto a fingir para ganarte la aceptación de alguien? Yo creo que si realmente hay amor, las cosas no pueden ser tan complicadas. Alguien que quiere estar con vos simplemente lo está y listo, es muy simple. ¿Puede haber obstáculos? Obviamente, pero a las dificultades se le buscan soluciones, no excusas. Deja de preguntarte si no fuiste suficiente. Sí, lo fuiste, pero al final el tiempo te demostró que esa persona no era para vos. ¿Y que más podes hacer? Hace el duelo, llora lo que te haga falta. Pero no te quedes en el lugar tratando de agarrar a alguien que ya te soltó. Mejor hace lo mismo, no te quedes donde el piso quema, donde el techo no cubre la lluvia, donde te estás haciendo daño por culpa de una ilusión que sabes bien que no va a suceder, deja de engañarte. Dale valor a tu vida y acordate que sin dignidad, no hay nada.

—Te adoro muchísimo, Angie, me dejaste sin palabras.

—Sos un sol, Martín. Te mereces a alguien que luche por vos y que te ame, y si esa persona no es Pedro, lo será otra persona. Pero deja de esperarlo, lo mejor va a ser que intentes con alguien más.

—Lo voy a tener en cuenta.

—Buenas noches, Tin, espero que en serio lo tomes en cuenta, ¡te amo!

find me ; pedrimente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora