Capítulo 20

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Narra Pablo.

Se revuelve en la cama, lleva así toda la noche. Está nerviosa.

Miro el reloj de mi muñeca y marca las cinco de la mañana. Aún es muy pronto.

Pablo: Mi reina... -acaricio su brazo- Estoy aquí, es solo una pesadilla -le susurro-

Ella se despierta sobre saltada.

Me mira con lágrimas que desean salirse de sus preciosos ojos color café pero que ella no deja salir.

La abrazo contra mí y beso su pelo.

Ari: No puedo dormir, tengo nervios, miedo... -se aferra más a mí-

Ahora mismo es como una niña pequeña que ha tenido pesadillas y va en busca de sus padres para que le calmen.

Pablo: ¿Miedo de qué? -hago que me mire-

Ari: Miedo por lo que tenemos -hace una pausa- Por lo que tengo -se corrige- Que hacer mañana.

Sonrío levemente. Sabía que esto era lo que le tenía preocupada, la conozco demasiado.

Pablo: No es lo que tienes que hacer, es lo que tenemos -enfatizo la palabra- Que hacer. Estamos juntos en esto, ¿lo recuerdas?

Apoya su cabeza en mi pecho.

Ari: Amor, tú no tienes que hacerlo si no quieres -me dice mirándome a los ojos- Esto es algo que debo hacer yo y no estás obligado a nada.

Pablo: Sí, tienes razón. No tengo porqué hacerlo pero, yo quiero hacerlo. Cariño -acaricio su cara- El día que huiste de tu boda con Max porque yo irrumpí en ella fue cuando todo lo tuyo dejo de ser tuyo para ser de los dos, igual que lo mío dejó de ser mío para ser de los dos -enredo mis dedos en su cabello- Ahora es un nosotros. Tus victorias son las mías y tus derrotas son las mías multiplicadas por mil.

Una lágrima atraviesa su mejilla.

Pablo: No quiero que llores, amor -no dudo en quitársela-

Ari: Es que es lo más bonito que me van a decir jamás -besa mi cuello- Y quiero que sepas que tus victorias también son las mías y que tus derrotas también son las mías multiplicadas por mil -repite mis palabras-

Sonrío.

Pablo: Por eso no quiero que te preocupes por nada de lo que nos toca hacer. Tu familia y amigos van a entender lo que has hecho porque saben que en el corazón no se manda.

Ari: Sí pero, lo que más me preocupa es como se lo va a tomar Max... Yo me pongo em su lugar y... -lo deja en el aire-

Pablo: Te entiendo pero, te lo he dicho muchas veces... Debía ser egoísta y gastar el último cartucho que tenía, aunque me dijeras que no porque no dejé de amarte nunca.

Ari: Yo tampoco pude mandar nunca a este corazón que siempre te amó y siempre lo hará -sonríe- En el fondo el destino sabía que si no te daba el sí quiero a ti no se lo daba a nadie.

Sus palabras me llenan el corazón de alegría.

Me acuerdo de cuando le pedí matrimonio en Ecuador y me dijo que sí... Ahí fui el hombre más feliz del mundo porque la mujer de mi vida estaba esperando un hijo mío y además, había aceptado casarse conmigo.

Fui tan idiota al joderlo todo... Por eso, ahora que la vida nos está dando la oportunidad definitiva, no la voy a desperdiciar y estaré con ella hasta el día final.

Pablo: ¿Y sabes qué? Pues que si no te entienden y no comprenden lo que hiciste... No importa porque nos tendremos el uno al otro.

La abrazo y hago que se tumbe sobre mi pecho.

Pablo: Ahora, durmamos un poco más -nos vamos acomodando de nuevo en la cama- Son sólo las cinco y cuarto de la mañana.

Se tumba en mi pecho de nuevo.

Ari: Duerme tú, yo no creo que pueda hacerlo...

Pablo: Ya verás como con esto sí que te duermes -comienzo a acariciar su pelo-

Sé lo mucho que le gusta que haga esto y yo no dudo en hacérselo.

Ari: Tú sabes como ganarme siempre -sonríe-

Deja un tierno beso en mi pecho y es así como noto que se va quedando dormida.

Pablo: Descansa, mi amor -beso su cabeza-

[...]

Narra Ari.

Vuelvo a despertar pero, está esta vez sin esas horribles pesadillas.

Lo miro dormir y parece un ángel.

Sus ojos cerrados con sus pestañas largas, sus rizos alborotados y su boca entre abierta me vuelven loca.

Con él tengo el paraíso ganado, no me hace falta nada más en el mundo que él. Él me hace feliz.

Me levanto sin hacer mucho ruido para no despertarlo.

Voy hacia el baño, me lavo la cara y me miro al espejo.

Me quedo pensando en lo que me ha dicho esta mañana. Admiro que quiera dar la cara conmigo a mi familia y amigos, él no tendría porqué hacerlo y, sin embargo, lo va a hacer... Por esto, también lo amo y admiro.

Voy a la cocina y voy a preparar algo de desayunar pero, la nevera de Pablo está increíblemente vacía.

Pablo: Créeme que eres una super mujer si encuentras algo en esa nevera -dice su voz ronca detrás de mí- Llevo un tiempo sin pasar por aquí y no encontrarás nada.

Río y me doy la vuelta.

Ari: Perdona pero, yo ya soy una super mujer -le doy un corto beso en los labios-

Pablo: Mi amor... -me aprieta más contra él- Yo sé que lo eres y no dudo de ello.

Lo abrazo con fuerza.

Ari: Cariño -me separo de él- Gracias por lo que me has dicho esta mañana.

Él toma mi mano y vamos hacia la mesa que hay en la cocina.

Pablo: Tú no me tienes que dar las gracias por nada, eres mi novia, la mujer de mi vida y esto lo hago porque te amo -sonrío- Así que vistámonos, vayamos a desayunar y después vamos a hablar con todos lo que tenemos que hablar, ¿te parece?

Ari: Vamos... -me levanto de la silla-

No es algo de lo que tenga unas ganas infinitas pero, debo hacerlo, mi gente necesita y merece explicaciones. Sobre todo Max.

[...]

Después de haber desayunado en una cafetería cerca de la casa de Pablo, aquí estamos, frente a la casa de Max.

No sé si es conveniente o no que Pablo viniera pero, él ha insistido en no dejarme sola y así está siendo.

Pablo: ¿Lista? -pregunta mientras coge mi mano-

Respiro profundo.

Ari: No mucho... Pero, toca hacerlo.

Vuelvo a respirar profundamente y llamo al timbre, esperando a que abran.

Finalmente, la puerta se abre y ahí está él.

Ari: Hola Max.

Vamos a volvernos eternos. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora