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Jungkook.

De alguna forma los últimos días sentía como si un ambiente depresivo me persiguiera allá a donde fuera, me rodeaba e inundaba por dentro, quitándome las ganas de hacer absolutamente nada.

No me animaba salir con mis amigos, ni con mi novia, y mucho menos compartir momentos con mi familia. Estaba molesto, y la razón por la que estaba molesto, me molestaba aún más.

Ya me era imposible resistirme a Yoongi.

Sí, me atraía, por muy impensable que pudiera ser. El rarito me ponía a cien, me cortaba cualquier hilo de cordura que tuviese en mi mente con solo una de sus tiernas miradas. Me era imposible resistirme a saludarle, o tocarle la cabeza si pasaba por mi lado, o incluso compartir algunas palabras cuando se acercaba a hablarme. Ahora que lo había aceptado, me era mucho más difícil evitarlo.

Pero lo hacía. Siempre que aparecían Wonho, NamJoon o alguno de los del grupo, yo me hacía a un lado, intentando tener el menor contacto con el castaño. No quería que me vieran con él, no quería que nuestra "relación" o roce llamara su atención.

En realidad no quería que Yoongi se colocara en el punto de mira de nadie, y teniendo en cuenta su posición en clase, eso era muy difícil.

— ¡Aquí, ven aquí perrito! —era la voz de NamJoon la que se escuchaba desde el otro lado del pasillo. No pensé, tan solo apresuré el paso dirigiéndome al aula, anticipando ya lo que estaría sucediendo. Solo había una persona a la que se le había atribuido ese mote.

— ¡Venga, Yoongi, atrápalo!

— ¡Ven, vamos!

Cuando entré, lo que vi no se alejaba mucho de lo que había imaginado. NamJoon, Chanyeol y Wonho estaban pasándose la mochila de Yoongi mientras le rodeaban, haciendo que el castaño la persiguiera inútilmente.

Lo más triste es que lo intentaba, realmente lo hacía con todas sus fuerzas, pero ni siquiera llegaba a rozarla. Dejé mis cosas en mi pupitre y me quedé de pie, reprimiendo mis instintos de meterme dentro, recuperar su mochila y sacarle de allí, o permanecer callado fuera de cualquier problema.

Cualquiera de las dos opciones me daba ansiedad con solo pensar en las consecuencias.

Y al final me decidí por el silencio, por la seguridad. Yoongi no me había visto, de hecho nadie lo había hecho. No tenía por qué participar en ninguno de los dos bandos, podía fingir que ni me había dado cuenta.

Sí, eso haría, me pondría los cascos de música y fingiría estar dormido sobre el escritorio. Nadie podía echarme nada en cara, nadie podría hacerme sentir culpable.

— ¿La quieres?

— S-sí, por favor.

— ¡Wonho, pásala!

— ¡Tiro alto, que toque el techo!

— ¡Aquí, aquí!

— No... Dámela, por favor, dámela.

— ¡Chanyeol, toda tuya!

Y entonces se escuchó un golpe, y supe que la mochila no había ido a parar a manos de Chanyeol. Yo y el resto de la clase levantamos la vista en busca del pobre infeliz que había recibido el impacto de la cartera, y de nuevo todos, pusimos la misma expresión de terror al comprobar quien era. La única persona que se podría encontrar durmiendo en un descanso de clase y clase.

Kyungsoo.

El rubio frunció el ceño y se sobó la cabeza con total calma. Ni siquiera su novio se atrevió a acercarse a él. Cuando se levantó de su sitio, con la mochila de Yoongi colgando de su mano, todo el mundo le hizo un pasillo hasta él. Todos se alejaron menos yo, quien inconscientemente se acercaba cada vez más.

Mírate - KookGiWhere stories live. Discover now