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Yoongi.

De alguna forma, a pesar de todos los comentarios que había escuchado a lo largo de mi vida sobre la amnesia que te daba después de beber, yo recordaba absolutamente todo.

Recordaba a Taehyung jugando con el jabón, a Jimin llevándoselo, a Jungkook haciéndome un hueco entre sus piernas, a Jungkook quitándome la botella de las manos, a Jungkook cogiéndome en brazos y sacándome de la fiesta, arropándome, sonriéndome y hablándome.

Recordaba todo eso y más, pero aun así, había una parte de la noche que no conseguía encontrar en los recovecos de mi memoria, y era el cómo narices habíamos terminado de nuevo en la casa de Jimin.

Sobre la una de la tarde aproximadamente, me topé con el desordenado escritorio de mi mejor amigo nada más me incorporé, en la cual también era su cama. Estaba excesivamente deshecha, por lo que supuse que no había sido el único durmiendo en ella.

Sin pensarlo mucho, me puse en pie, bostecé unas cinco veces seguidas, y me dirigí hacia el piso de abajo, lugar del cual salía un olor demasiado delicioso como para pertenecer a una comida que no fuera preparada por Jin. Con suerte él podía responderme a mis dudas y de paso darme un desayuno digno de dioses.

— ¡Buenos días!

— Buenos días, Yoongi.

— Hola.

— ¡Yoongi, bebé!

Fueron tres voces distintas las que interrumpieron la mía, y por lo tanto tres rostros que diferenciar, pero en mi caso solo clavé la vista en uno, aún sin procesar que estuviera comiendo tortitas tan tranquilamente junto a Jimin.

Miré a Jin, buscando una explicación de por qué el que se suponía que era el acosador de su hermano pequeño, estaba llenándose la boca a base de riquísimas tortitas al tiempo que me fulminaba con la mirada.

En un momento en el que el pelinegro se inclinó al centro de la mesa para servirse más tortitas, Taehyung se arrimó más a él y articuló con la boca la palabra "mío" mirándome con tanta tensión que casi se juntaban sus párpados de lo entrecerrados que tenía sus ojos.

Podía haberle quedado intimidante si no fuera porque tenía todo el eyeliner corrido y difuminado y parecía un pequeño panda.

— Hola Jin hyung —me acerqué y dejé un pequeño beso en su mejilla, tal y como me había acostumbrado a hacer. Al principio comenzó como una forma para molestar a Jimin, pero luego terminamos cogiéndolo como hábito y hasta el presente seguimos con ello— Bonito pijama —solté cuando me senté en la mesa, echándole un breve vistazo a Taehyung, quien llevaba puesto una camiseta azul de nubes y pantalones a juego, y todo eso como dos tallas más pequeñas, ya que pertenecían a Jimin.

— Le queda pequeño —visualizó el pelinegro, soltando una pequeña carcajada por lo bajo. Taehyung frunció el ceño y luego desvió su vista a su propio regazo.

— Aun así le queda bien, así que cállate —le refuté a mi amigo. Taehyung levantó tímidamente la vista y me sonrió. Seguidamente volvió a coger el tenedor y siguió comiendo con mucho más ánimo— Por cierto —justo en ese momento Jin llegó con la última tanda de tortitas, un plato enorme hasta arriba de ellas, y tras agarrar una cubertería para él, se sentó a mi lado y me miró al tiempo que se metía un trozo en la boca— ¿Cómo llegamos ayer aquí?

— ¡Oh cierto! —Jin me golpeó, no muy fuertemente, en la nuca y señaló acusatoriamente con el dedo. Ya podía imaginar que lo que proseguía a ello iba a ser una regañina— ¿Cómo se te ocurre irte de fiesta mientras yo no estoy? —volvió a darme por segunda vez, así que por seguridad me aparté unos centímetros con mi silla— ¡Y encima volviendo borracho a casa!

Mírate - KookGiWhere stories live. Discover now