Nine

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Tony no podía estar más estupefacto que en aquel momento. Podía sentir el temblor de las manos de Stephen en su rostro y creyó por unos segundos que le iba a besar ¡A besar! Se reprimió por pensar aquellas cosas, se sintió incluso estúpido.

Entonces no se le ocurrió nada mejor que destruir el poco ego que le quedaba.

—Perdóname Stephen...

El doctor había abierto los ojos, asombrado y extrañado. Luego su rostro se tensó y parecía estar muy frustrado.

—Tony, eso pasó hace dos años. Creo que ya te perdoné hace mucho.

Stephen sabía que en el fondo no era verdad. Por más que Ancestral intentaba arreglar aquella parte rota de su alma, los esfuerzos eran en vano. Le había dolido perder su trabajo ya que, en aquel entonces, era lo único que sabía hacer. Y ser médico era algo más. Algo mucho más profundo y cercano que nisiquiera Tony podía entender. Ancestral a lo mejor lo sabía, pero nunca habló sobre aquello.

Los ojos de Stark se cristalizaron pero no lloró. Stephen soltó el agarre y Stark retrocedió un par de pasos, todo bajo la mirada expectante y confusa de Peter.

—Dime acerca de lo que viniste.—dijo el multimillonario, recomponiéndo la postura. Al ver la presencia de su aprendiz, señalizó la puerta.—Y tú ve a casa con tía May. Esto es asunto de adultos.

Parker hizo un puchero.—¡Pero yo los junté!—se quejó.—Es decir, si no fuera por mi, el señor Doc... Digo, el señor Strange no hubiese podido llegar hasta donde usted.

Stephen lo miró ofendido.—En realidad...

Pero Tony le interrumpió.—No acepto un no como respuesta, Peter Parker.—dijo en tono de reprimienda. Parecía una madre retando a su hijo.

—... Pero...

—Nada de peros. Ve a casa. Te avisaré por la próxima sesión del internado Stark.

El chico lanzó otro quejido y se puso su máscara en mala gana. Desapareció tras la puerta, quejándose aún más. Tony puso los ojos en blanco y se volteó para ver al hechicero un poco incómodo.

—Adolescentes.—dijeron ambos al unísono.

Al darse cuenta de ello, ambos compartieron una pequeña carcajada efímera. Era agradable pasar un pequeño tiempo en calma.

—Bueno, ahora si.—dijo Stephen recordando nuevamente su misión.—Es un asunto que... quizás no entiendas en primer plano. En realidad, como eres un hombre de ciencias...

Tony había arqueado una ceja, un poco disgustado por el tono al que iba su conversación.

—... Es.. —Strange jamás se había planteado lo dificultoso que era hacer entender a un tipo de ciencias algo sobre la magia y las dimensiones. Ancestral le había "explicado" de la peor forma posible pero había sido efectiva. Sin embargo, consideraba cruel tener que hacer lo mismo con Tony.—...es complicado.

Tony abrió la boca, preparado para lanzar un chiste sarcástico pero calló cuando Stephen abrió un portal en su taller.

Un portal de verdad. Como el de Nueva York.

Palideció tan solo con rememorar aquel recuerdo.

—Sé que no te agrada.—añadió Stephen acercándose al portal, decidido en cruzarlo.—Pero necesito que vengas conmigo a Kamar-Taj porque es la única manera que entiendas la gravedad del problema.

Tony no se movió ni un centímetro. Sintió que el pánico vendría pronto y su corazón empezó a latir desenfrenadamente.

Pero vio que una mano amiga lo estaba esperando. Una mano con cicatrices y que temblaba involuntariamente. Se fijó en el rostro avergonzado de Stephen —¿Acaso se avergonzaba de sus manos? —y tuvo el valor de tomarla. Sintió la calidez de sus dedos y en un abrir y cerrar de ojos, estaba en el santuario de las artes místicas.

IRONSTRANGE: Pieces of MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora