Eleven

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—Murió en un accidente de tránsito ese mismo día.

Tony tragó saliva. El tacto no era lo suyo y no estaba muy seguro de cómo proceder. Las veces en las que él estaba dentro de aquellos negros momentos por la muerte de sus padres, Pepper solía consolarlo. Le besaba las manos, lo abrazaba. Pensó en ella, un poco entristecido. ¿Qué hubiese sido de él sin su Pepper?

—Yo también los perdí.—dijo Stark en un hilillo de voz.—Asumo que lo sabes. En realidad todos parecen saber casi todo sobre mi vida, aunque nunca supieron responder bien el cómo murieron exactamente.

Stephen tomó un poco de café mientras oía a Tony. Él se había abierto y ahora tenía algo a cambio. La conversación resultaba de lo más penoso, sin más reconfortante. Ver como los ojos miel de su ahora amigo se aguaban cuando mencionaba lo que vio en aquel video, el dolor de la traición y la mentira. Cómo le habían dañado una y otra vez, física y psicológicamente hasta terminar con un escudo incrustado en su pecho. Un pequeño sentimiento de odio nació dentro de Strange, sin poder comprender cómo alguien tan recto como Steve Rogers podría traicionar de tal manera a Tony Stark. Justo en aquel preciso instante, cuando Tony le explicaba su relación sentimental con Steve, se dio cuenta lo miserable que había sido no solo con él, si no que con Christine y con Everett. Se había alejado de la gente que más lo quiso, cegado por el dolor. Se encogió tan solo pensar la culpabilidad que debió haber sentido Stark, el dolor de Christine al ver su departamento vacío y... la melancolía de Everett.

—...y pues después pasó lo tuyo y bueno, te comportaste como un idiota.—dijo Tony ya finalizando.—Y lo comprendo, no me malentiendas. Debe ser horrible ver que lo que te daba tu vida ya no está más ahí y que fue arrebatado por un sexy playboy, filántropo y multimillonario, que además resultó ser Iron Man.

—Mis manos no significaban mi vida.—respondió Stephen, dispuesto a aceptar su verdadera intención y objetivo de vida, pero no alcanzó a completar su frase.

Un fuerte ruido los hizo saltar de sus asientos, cada uno mirando el segundo piso.

—¿Debo suponer que ese ruido no es normal aquí?—preguntó Stark dando vueltas, totalmente en alerta.

—No, no lo es.—Stephen movió sus manos para armar un par de escudos, siguiendo con su mirada los pasos que avanzaban arriba suyo.

Un alarido de dolor les hizo afirmar lo que temían: estaban atacando el templo.

Strange corrió hasta el salón principal, seguido de Stark, pero una flecha de vidrio le pasó rozando en su mejilla, haciendo que empujara a Tony hacia un lado.

—¡Huye, Stark!—gritó Stephen, destruyendo otras flechas.

Tony se arrastró en el suelo hasta un lugar más o menos seguro. Stephen estaba peleando con otro monje que tenía unos ojos extraños, ennegrecidos como el universo mismo, y con unas marcas las cuales no podía entender.

—FRIDAY, necesito mi armadura.—dijo Tony mientras se ponía de pie, pero un flechazo casi le da a la pierna. Otro monje estaba a un par de metros atrás suyo, dispuesto a pelear.—¡FRIDAY, LO NECESITO AHORA!

Sin embargo el monje estaba armando otra flecha. Tony retrocedió lo más que pudo pero cuando captó que estaba apunto de ser atravesado, Wong logró destruir la flecha y atacar  monje ferozmente.

—Su armadura está en 10 segundos, señor Stark.

Las partes de su armadura se afirmaron en sus extremidades y cuando estuvo listo, disparó contra el monje con el que peleaba Wong.

—De nada, Eminem.—dijo Stark antes de ir directo hasta donde Stephen.

Al ver que no estaba en el salón principal, decidió buscar en el segundo.

IRONSTRANGE: Pieces of MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora